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33 revoluciones, de Canek Sánchez Guevara, en Confabulario

33 revoluciones, de Canek Sánchez Guevara, en Confabulario

Confabulario, el suplemento cultural de El Universal de México, dedica un artículo a revisar uno de los éxitos literarios del años pasado, 33 revoluciones, de Canek Sánchez Guevara. Desgraciadamente, el nieto del mítico Che Guevara murió antes de que su libro fuese considerado como uno de los mayores descubrimientos de los últimos años.

33 revoluciones, de Canek Sánchez Guevara, es uno de los libros que han marcado literariamente al 2016: no es común ver que la primera novela de un autor desconocido sea lanzada simultáneamente en 15 lenguas distintas y 25 países (entre ellos Estados Unidos, Francia, España, Colombia, Italia, Taiwán, Turquía, Brasil Grecia, Holanda y Dinamarca). En México, el volumen fue presentado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, a propósito de su otro libro, Diario sin motocicleta, también de reciente publicación. ¿Qué circunstancias han propiciado tal revuelo? La respuesta no es sencilla: detrás de 33 revoluciones hay una historia tan interesante como la que contienen sus páginas. Empezando por dos hechos difícilmente soslayables: que el autor, fallecido en 2015 a la edad de 40 años, era nieto de Ernesto Che Guevara, y que se trataba además de un nieto incómodo para el régimen cubano, pues su narrativa plantea una visión crítica de la compleja realidad habanera. A eso se suma que la muerte de Fidel Castro, ocurrida el pasado 25 de noviembre, ha reavivado los debates en torno a la isla.

Es poco lo que se puede agregar al alud de palabras que se han escrito sobre el médico y guerrillero argentino que, al triunfo la revolución encabezada por Fidel Castro, se convirtió en Presidente del Banco Nacional y en Ministro de Industria. Sus convicciones le llevaron a dejar el escritorio para impulsar focos de subversión en América Latina y tras su ejecución en Bolivia, en 1967, se volvió un símbolo para la generación que protagonizó las luchas estudiantiles en todo el mundo. Después su imagen se volvió un icono de la sociedad de consumo, pues se ha utilizado para promover prácticamente cualquier producto: playeras, relojes, tazas, videojuegos, bebidas energéticas… de hecho, en la red circulan fotos donde Giselle Bundchen, la modelo mejor pagada del mundo, luce en una pasarela un bikini de diseñador cuyo estampado es la foto del guerrillero tomada por Alberto Korda.

Si bien Canek evitaba ostentar esa genealogía, y en vida evadió los reflectores que su apellido materno convocaba, sería ingenuo negar que éste le da a la novela una pátina comercializable, de allí que los editores lo presenten como “el nieto rebelde del Che Guevara”. Pero una vez pasado ese filtro, cuando el lector y el texto se quedan solos, ocurre lo que, a mi juicio, es más interesante del fenómeno: Canek Sánchez Guevara se revela como un autor con una sólida formación intelectual, cuya obra abreva de la gran literatura, la música y la filosofía, así como de otras fuentes no tan comunes en estos días, entre ellas la economía, el derecho y la ciencia política. De Joseph Stiglitz al Conde de Lautréamont, de Carlos Castaneda a John Cage.

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