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‘El bazar de los malos sueños’: Stephen King no sólo da miedo

‘El bazar de los malos sueños’: Stephen King no sólo da miedo

Plaza y Janés publica el último libro de relatos del escritor estadounidense, un cajón de sastre donde sobresalen los textos costumbristas y humorísticos. 

Stephen King (Portland, Maine, 1947) es un cónyuge literario perfecto. Prometió fidelidad —o eso parece— a su legítimo Lector Constante en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la ebriedad, y  su extensa bibliografía se entiende, pese a los altibajos, como una prueba constante de amor y de respeto en la que predominan narraciones bien construidas y fluidas, tramas que van más allá de lo adictivo y monstruos difíciles de desalojar de las pesadillas de uno.

"Antes de que aflore mi vena groupie, digo que El bazar de los malos sueños no es el mejor libro de relatos de King —sigo apostando, en este sentido, por El umbral de la noche."

La última criatura del escritor estadounidense en llegar a las librerías patrias –con dos años de retraso, por cierto- es El bazar de los malos sueños (Plaza y Janés, 2017). El volumen contiene dieciocho relatos y dos poemas. La justificación de su publicación se torna vaga, bajo un subtexto translúcido e imaginario que reza: «Tocaba hacer caja«. Así, leemos en la nota del autor: «Algunos de estos cuentos ya se habían publicado previamente, pero eso no significa que por entonces estuvieran acabados, o ni siquiera que estén acabados ahora. La obra de un autor no está terminada hasta su muerte; siempre pueden venirle bien unos retoques y unas cuantas revisiones más». Juzguen ustedes.

Antes de que aflore mi vena groupie, digo que El bazar de los malos sueños no es el mejor libro de relatos de King —sigo apostando, en este sentido, por El umbral de la noche. Algunos de sus textos suenan a refrito adulterado, a reinvención forzada, a penúltimo disco de Sabina. Así, «Ur» recuerda a 22/11/63, sólo que justo al revés: al cambiar el futuro, este se te vuelve en contra. «Área 81» es divertido, sí, pero no deja de ser una revisión gore de Christine —el autor, humilde, tiene la gentileza de reconocerlo—. Por otro lado, «Billy Bloqueo» se digiere mal salvo que el lector esté familiarizado con el léxico que orbita en torno al béisbol. Y los dos poemas son infumables.

Libre ya de bilis, proclamo que El bazar de los malos sueños es una obra que funciona, que alberga historias magníficas y que contiene confesiones/anécdotas/reflexiones del autor, a modo de prólogo de cada relato, deliciosas, sencillas y empáticas. Se agradece que un gigante como King reconozca, por ejemplo, que «en mi juventud, escribía como H. P. Lovecraft mientras leía a Lovecraft, y como Ross Macdonald cuando leía las aventuras del detective Lew Archer«. O cuando intenta reivindicarse como un escritor a secas, huyendo del término «género»: «Sí, me gustan las historias de terror. También me encantan las de misterio, las de suspense, las del mar, las novelas literarias y la poesía…, por mencionar solo unas pocas. También me gusta leer y escribir historias que me parecen graciosas, y eso no debería sorprender a nadie, porque el humor y el terror son hermanos siameses«.

"El bazar de los malos sueños es, disculpen la obviedad, un libro más de Stephen King. Se aprecia su denominación de origen, pasa el control de calidad, acojona y brilla por momentos."

De hecho, El bazar de los malos sueños no sólo es un libro de terror, y quizá sean los relatos costumbristas y humorísticos, como «Batman y Robin tienen un altercado», «Premium Harmony» —al estilo Carver o, al menos, con esa pretensión— o «Fuegos artificiales en estado de ebriedad», los que exhiben mayor originalidad, verborrea e imantación. Por otra parte, «Pimpollo» supura ternura sin compasión. Y, como relatos de terror y/o misterio, sobresalen «Niño malo» y «Necros»: en el primero, un niño diabólico que recuerda al Eric Cartman de South Park se empeña en hacer la vida imposible a un tipo que terminará en el Corredor de la Muerte —esto no es un spoiler, palabra—; en el segundo, un periodista de tercera tiene el poder de asesinar al personal escribiendo necrológicas de personas que aún viven.

En definitiva, El bazar de los malos sueños es, disculpen la obviedad, un libro más de Stephen King. Se aprecia su denominación de origen, pasa el control de calidad, acojona y brilla por momentos. La obra, ya digo, se presenta como el enésimo regalo de un cónyuge literario perfecto. Y asoman una pila de proyectos por el horizonte. Ahora, el autor de El resplandor o Cujo prepara una serie con J. J. Abrams, mientras se fraguan películas sobre It (Eso) y La torre oscura. El 1 de octubre, en EEUU publicará Sleeping Beauties, novela coescrita con su hijo Owen King. También tiene que llegar a España End of Watch, la novela que cierra la trilogía que arrancó con Mr. Mercedes. Al Lector Constante le sobran los motivos para estar contento: queda King para rato.

Ya les/nos separará la muerte.

Autor: Stephen King. Título: El bazar de los malos sueños. Editorial: Plaza y Janés. Venta: Amazon y Fnac 

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