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El infraFacebook

Acostumbrado a tener amigos en Facebook que solo postean fotos de ricos platos de comida —con exóticos nombres; imágenes perfectas con fondos de tonos cremas—, que comparten artículos de contenido tecnológico —muchos de ellos en inglés— y abren hilos sobre la necesidad o no de un nuevo disco de The Jesus and Mary Chain, se hace duro comprobar que existe otra red social, con muros llenos de mayúsculas, donde las tildes nunca tendrán su sitio y que están poblados de selfies desenfocados; ¡bienvenidos al infra Facebook, queridos!

Por trabajo, curiosidad y aburrimiento he utilizado en muchas ocasiones el peor buscador que hay en Internet, el de Facebook. Intentando encontrar un determinado perfil, el esquivo y retorcido hilo de Ariadne de este buscador me ha hecho descubrir perfiles personales y profesionales que vosotros no creeríais, palidecer ante fotos de portada en llamas más allá de Orión, ruborizarme ante imágenes de avatares que brillan en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser. Ojalá todas esas cuentas de Facebook se perdieran en el tiempo… como lágrimas en la lluvia.

Pero no solo la propia iniciativa te puede sumergir en ese pozo social. Me encanta recibir solicitudes de amistad de bellas veintañeras, hermosas chicas que todas han estudiado en la «Universidad de Toulouse y son de Nantes», pero que en vez de hacer gala de sus conocimientos de Racine, Planck o Russell, solo publican fotos suyas con ropa ajustada y morritos insinuantes. Lo mejor de todo esto es comprobar en la izquierda de su perfil qué amigos tuyos han picado y han confirmado su solicitud de amistad. Hombres hechos y derechos, que como yo superan los 40, y se ven reconfortados por la supuesta admiración de estas gogós de discoteca virtual. En algunos casos los perfiles pueden llegar a ser más agresivos y no solo conformarse con tu amistad, buscan algo más:

«Quiero que toca el pecho y se pone en el agujero de placer plátano.«

Si alguno tiene dudas, aquí está el enlace al álbum El terror de las nenas del escritor Óscar Esquivias. Quedaréis seducidos por estas diosas del hipérbaton.

infrafacebook

 

Aunque más aterradores que todos esos perfiles cutres y esas misteriosas solicitudes de amistad de traviesas ninfas, que te ofrecen sus encantos vía chat, son los “sleepers” de Facebook. ¿Qué quienes son estos? Ahora os lo cuento. Esos amigos, familiares, vecinos, conocidos, compañeros del trabajo, a los que nunca viste en la red social, que nunca pusieron un like en tus publicaciones, que no son amigos tuyos en Facebook —ni seguidores—, que nunca comentaron en tu muro y que, sin embargo, cuando coincides con ellos en un funeral, la comida de Navidad, el ascensor o el congreso anual de la empresa, después de que tú comentes algo, te dicen aquello de “ya te vi que lo publicaste en Facebook”. En ese momento, disimuladamente enciendes tu móvil, abres el app y compruebas que su perfil solo tiene 4 publicaciones, la última una actualización de hace dos años de su foto de perfil. ¿Qué cojones has estado haciendo todo este tiempo? ¿Espiarme? Miedo, mucho miedo me dan estos «L. B. Jefferies sin escayola» que te observan en silencio. Hay muchos más de lo que piensas. En este mismo momento, seguramente, alguno de ellos nos está espiando.

Quizás sea hora de centrarme en Tinder. Al fin y al cabo, la alta literatura murió hace tiempo. Quiero sentirme mediocre, contingente, moral. Que me invada la  poderosa alegría del submundo digital.

Y recordad, queridos amigos, existen otros Facebooks pero están en este.

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