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Joan Didion (o soñar con los sueños de otros)

Joan Didion (o soñar con los sueños de otros)

Joan Didion empezó la vida leyendo y ya no se separó de las letras, donde aún sigue viviendo. Y por mucho, espero, apenas va por los 82 años.

A esta mujer menuda y fuerte se le adivinan en las arrugas de la frente los rasgos de cazadora de relatos curada de espantos. Lo confirman la sutil reverencia de las comisuras y la ligera declinación del rabillo del ojo. Todo ligeramente hacia abajo.

De entre lo que ha podido ver esta cronista, una de las reporteras más destacadas de la segunda mitad del siglo XX, quiero honrarla destacando lo suyo. En menos de dos años se le muere la hija y el marido.

"Joan Didion expone con lucidez la cruda realidad de lo cotidiano a golpe de frase bella y prosa viva."

En medio de estos dos golpes en plena cara empieza a escribir The Year of Magical Thinking, sobre la pérdida de él y la enfermedad de la chica. Fue a finales de 2004 y lo terminó en menos de 90 días. En España se ha traducido como El año del pensamiento mágico. El pensamiento mágico en particular es no querer deshacerse de los zapatos de su marido porque, si lo hacía, él no volvería jamás. Le dieron el Premio Nacional de Estados Unidos a la Mejor Obra de No Ficción por este relato de tanto penar.

A él le derrumbó un ataque al corazón mientras preparaban una ensalada para la cena. La hija ya estaba muy enferma y se retrasaron las exequias para que pudiera despedirse del padre. En veinte meses se le fue también ella. No era una cría, rozaba los 40, aunque dudo mucho que eso tuviese importancia para la que se quedó en la tierra. O tal vez sí, porque seis años después de perder a toda su familia, en 2011, Joan Didion publica Blue Nights, (Noches Azules), un ensayo sobre el envejecimiento en el que se centra en la hija perdida. Hace sólo cinco años de eso. Joan Didion tenía 77. El envejecimiento, la soledad y el dolor como motivación para seguir adelante gracias al trabajo, escapando precisamente de eso: del dolor y del envejecimiento. Una amenaza frente a la que responde braceando hacia delante de la manera que mejor sabe: exponiendo con lucidez la cruda realidad de lo cotidiano a golpe de frase bella y prosa viva.

Es lo que ha estado haciendo toda la vida.

"No contaré cómo acaba para dejar flotando la idea de lo difícil que es dejar de leer a Didion hasta el final."

Joan Didion ha escrito novelas, ensayos, guiones y, sobre todo, crónicas que explican cómo es su entorno, su país, su América. Su pequeño trozo de un algo tan grande que parece imposible que pudiese ser abarcado por ella, tan menuda, tan fuerte. Y lo hizo. Sobrevuela a sus contemporáneos en eso que vino de América en los 60 y se llamó ‘nuevo periodismo’. Truman Capote, Gay Talese, Tom Wolfe… Y entre ellos, ella.

Didion relata las vidas de otros de un modo en que parece que se las apropia. Es como soñar con los sueños de los demás y así, en sus crónicas y reportajes, dibuja el modo de vivir, sufrir y morir de su mundo.

Así empieza Didion lo que en otra mente, en otras manos, sería sólo una crónica judicial: “Esta es una historia de amor y de muerte en la tierra dorada, y empieza hablando del paisaje mismo”. Un pequeño drama en una sociedad donde abundan “las chicas para quienes la vida entera no promete nada más que un vestido de boda blanco hasta media pantorrilla y parir a una Kimberly o a una Sherry o una Debbi y luego divorciarse en Tijuana y volver a la academia de peluquería”. Y así nos va contando el caso de Lucille Marie Maxwell Miller como “un monumento sensacionalista a ese nuevo estilo de vida”. Lucille Miller está a punto de ser juzgada como sospechosa del asesinato de su marido simulando un accidente de coche fatal. Con fuego. Y con ella dentro. No contaré cómo acaba para dejar flotando la idea de lo difícil que es dejar de leer a Didion hasta el final. El artículo está en la recopilación que se hizo bajo el título Los que sueñan el sueño dorado.

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Una última reflexión sobre Joan a través de la propia Joan, en un pequeño ensayo sobre la memoria que empieza con una anécdota sobre un bloc de notas. Didion está revisando un cuaderno: “Esa tal Estelle –dice la nota– es en parte la razón de que actualmente George Sharp y yo estemos separados”. La escritora no recuerda de dónde viene ni a dónde debía ir a parar esa nota que ella misma ha escrito. “Como la anotación está en mi cuaderno, imagino que en algún momento debió de significar algo para mí. Me paso un buen rato examinándola”. No tiene idea de lo que significa esa nota pero hace repaso de alguna otra que ha encontrando a lo largo de la vida y que no siempre parecen tener sentido aunque las escriba ella misma. Hasta que aparece una, porque siempre hay alguna que nos asalta de improviso, que nos reconstruye en un instante y nos resitúa en el mundo: “Eres la persona menos importante de la sala, no lo olvides, le susurraba la institutriz de Jessica Mitford al oído cada vez que tenía lugar un acontecimiento social; yo lo copié en mi cuaderno porque hace muy poco tiempo que he sido capaz de entrar en una sala sin oír una frase parecida en mi oído interno”. La tal Jessica Mitford nació en el seno de una familia de ricos aristócratas británicos y bien pronto renunció a sus privilegios, vivió en España durante la Guerra Civil, se instaló en Estados Unidos y se convirtió en miembro activo del Partido Comunista de allí.

Todo ese contenido… en una nota. Eso sí que fue nuevo en el periodismo.

El año del pensamiento mágico, Noches Azules y Los que sueñan el sueño dorado de Joan Didion, se encuentran publicados en España en el catálogo de Literatura Random House.

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