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La lucidez de los afectos

La Teoría de los afectos en la música es algo muy sencillo de comprender actualmente y podría parecer incluso insustancial explicarle a un estudiante de música de Secundaria que hay toda una escala de tonalidades capaces de influir de manera muy dispar en nuestro estado de ánimo. Sin embargo, no fue una teoría consolidada entre los musicólogos hasta el siglo XVII pues, en aquella época, todo lo que concernía a los asuntos del espíritu era cuanto menos controvertido de tratar, especialmente en los inquisidores países católicos.

Esta Teoría de los afectos, que hablaba de cómo factores externos al cuerpo y al alma podían influir en nuestro comportamiento, se ha relacionado con uno de los libros de filosofía más innovadores del siglo XVII: Las pasiones del alma, de René Descartes, publicado en 1649 y que retrata la correspondencia del filósofo con Isabel de Bohemia acerca de las “pasiones” o lo que hoy conocemos como “emociones”, incidiendo en un innovador enfoque psicológico sobre el comportamiento humano y derivando en teorías que prefiguran la neurofisiología.

"Pocas diferencias reales entre una mujer del siglo XVI y una del siglo XX, que Merino subraya sutilmente a través de varias conversaciones."

Es conocida esta relación entre la Teoría de los afectos y la obra de Descartes, pero a muchos sorprenderá descubrir que el francés tuvo una antecesora en cuanto a la imbricación de fisiología y afectos, la filósofa Oliva Sabuco, que escribió su Nueva filosofía de la naturaleza del hombre sesenta y dos años antes de la obra de Descartes, a la que se ha identificado también como precursora de la psicología moderna y cuya vida y pensamiento ha novelado ejemplarmente José María Merino en su último trabajo, Musa Décima.

Para comprender a esta joven intelectual del siglo XVI, Merino la trae a la actualidad de la mano de una admiradora de su obra que lleva años intentando escribir un ensayo biográfico.

Víctima de un cáncer terminal que, al parecer, afecta a su razón, Berta, la investigadora, empieza a conversar con su personaje como si fuese una amiga íntima y antigua. Descubre entonces que las unen ciertos procesos comunes en su educación, como la disposición a escuchar siempre lo que tenga que contar un buen narrador oral, ya sea intelectual o popular, unido, como suele ocurrir, a una necesidad creadora que ambas ven cercenadas por el contexto social y familiar que coarta la escritura en la figura de las mujeres.

Pocas diferencias reales entre una mujer del siglo XVI y una del siglo XX, que Merino subraya sutilmente a través de varias conversaciones y en boca de diferentes personajes femeninos, para denunciar las consabidas desigualdades: “Claro que los hombres habéis tenido la exclusiva para poder manifestar vuestra capacidad intelectual”, dice una de ellas.

Pero la cuestión fundamental que plantea la novela no se ciñe a la posición de la mujer en la sociedad y en la cultura, sino que plantea un asunto transversal para todos los creadores: ¿cuándo y cómo empieza a gestarse una historia?, ¿dónde reside realmente la autoría de una obra?

"El conflicto de estos personajes plantea en Musa décima un referente del conflicto existencial del hombre moderno."

Pues Musa Décima podría ser una novela psicológica sobre la suplantación en la que Merino dibuja un escenario de personajes ambiguos y desleales que rodean a las heroínas, un carrusel de almas fragmentadas por la visión del otro que convierten su existencia en algo inacabado y cuyo sostén afectivo e intelectual reside en el pensamiento brillante de estas dos mujeres.

Los hijos mediocres, los maridos cercenadores, los padres opresivos, los amigos infieles, forman parte de la vida de estas heroínas que José María Merino ha trazado con su prosa poderosa y envolvente, acompañada de esa paciencia conmovedora con la historia, la palabra, la acción y los personajes, que caracteriza a los narradores más lúcidos.

El conflicto de estos personajes plantea en Musa décima un referente del conflicto existencial del hombre moderno que, amnésico de razón, necesita despertar las emociones para, al menos, recuperar la curiosidad en detrimento de aquel tiempo envidioso:

“La imaginación y la vida comprenden una inextricable aleación en la que el tiempo es solo un espejismo determinado por el juego del olvido y de la memoria, un juego en el que está entrelazado todo lo que nos afecta a los vivos y a los muertos”.

Autor: José María Merino. Título: Musa Décima. Editorial: Alfaguara.Edición: Papel y kindle

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