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El Boom casi al completo

1. LA SOMBRA DE LA NOVELA ES ALARGADA

“Si la novela hispanoamericana de la década de los 60 ha llegado a tener esa debatible existencia unitaria conocida como el boom, se debe más que nada a aquellos que se han dedicado a negarlo”.

Así de contundente es José Donoso en Historia personal del boom, un libro considerado hoy canónico para saber algo de este no-grupo que tanta tinta ha hecho correr. La primera edición –es de rigor recordarlo- estuvo al cuidado de Jorge Herralde, en los años de la gauche divine catalana.
José Donoso apunta como fecha de inicio del boom el año 1965, en una “aparatosa fiesta” en casa de Carlos Fuentes, y el fin de esa unidad (“si es que la tuvo alguna vez”), en la nochevieja de 1970 en otra fiesta, esta vez en casa de Luis Goytisolo en Barcelona, en la que estaban Cortázar, Vargas Llosa, García Márquez, Carmen Balcells y Sergio Pitol entre otros. De todas formas, Donoso, que se pregunta cuánto duró el boom, a qué responde su popularidad, etc., además de las fechas mencionadas se atreve aún más y señala los tres momentos clave.

José Donoso con su hija Pilar

José Donoso con su hija Pilar

El primero de esos momentos clave sería la internacionalización de la novela hispanoamericana. El segundo, el apoyo a la Revolución cubana en el Congreso de Intelectuales de Concepción, en 1962, y el tercero la publicación de Cien años de soledad. Durante esa década prodigiosa para la literatura en español se publicaron novelas tan grandes como La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes, La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa, El astillero, de Juan Carlos Onetti, Rayuela, de Julio Cortázar, Paradiso, de José Lezama Lima y Sobre héroes y tumbas, de Ernesto Sábato, entre otras joyas que pusieron el listón por las nubes.
La prensa se encargó de celebrar, ensalzar y condenar el boom y acusarlo de maniobra publicitaria y comercial, pero sea como sea, lo cierto es que sus obras siguen siendo hoy referencia indiscutible.

 

2. TTT: VISTA DEL AMANECER DESDE EL TRÓPICO
En los créditos de Tres tristes tigres (TTT), novela de Guillermo Cabrera Infante (GCI) reeditada en 1994, aparece la siguiente nota editorial: “Esta edición es íntegra y en ella se han incorporado los cortes que la censura hizo en 1967”. Lamento desconocer cuáles fueron los cortes que esta inclasificable y espléndida novela sufriera por parte de la moderna inquisición. La editorial no lo dice, así que he tenido que rastrear las huellas de esta historia particular de la infamia. De cualquier forma, su relectura es un buen pretexto para volver a recomendar vivamente su lectura, igual de enriquecedora al permanecer fresca después de casi medio siglo. Siempre es un buen momento para disfrutar con esta obra, virtual heredera de tres grandes de la literatura: Cervantes, Sterne y Joyce.
Dice GCI que TTT está escrita en cubano, en los diferentes dialectos del español que se hablan en Cuba. El autor atrapa al vuelo la voz humana (“como aquel que dice”), para marcar el predominio de la jerga nocturna de los habaneros, la cual “tiende a ser un idioma secreto”. En resumen, dice GCI en su nota de advertencia al lector, “… algunas páginas se deben oír, mejor que se leen, y no sería mala idea leerlas en voz alta”. Buena recomendación para seguir el ritmo de la “conversadera”, los monólogos delirantes y sabrosos de algunos de sus capítulos, sobre todo el de “Los debutantes”.

La novela resulta muy interesante en referencias musicales de finales de la década de los años 50, de sus cabarés y de sus cantantes, pero sobre todo es un alarde de buena literatura en donde el autor, también crítico de cine, utiliza sus conocimientos del séptimo arte para adaptar en la novela algunas de sus técnicas narrativas: zoom, panoramización, saltos temporales…, es también una novela  experimental en la que circulan lenguajes bohemios, juegos lingüísticos y de ingenio –toda la novela es un incesante palabreo jugoso e inteligente- en la que circulan obras y autores, a veces explícitos, otras veladamente o a modo de homenaje (“¿Es Holden Caulfdield un contradictorio?”), respecto al protagonista de El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger; (“Terminarás como empezó Humbert Humbert”), de Lolita, de Nabokov; continuas alusiones a Shakespeare, o los capítulos “La casa de los espejos” y “Rompecabeza” en los que es patente la presencia de James Joyce. En el primero hay una pista detectivesca, clave en las vidas amorosas de las dos voces que mantienen el diálogo y la tensión en la novela: Arsenio y Silvestre. Otro de los amigos, muerto, llamado Bustrofedon, es fundamental (podríamos decir a la manera de GCI, Bustrofundamental) en sus vidas y en el núcleo de la obra, de quien aprenderían casi todo y al que tan solo conocemos por el testimonio de los otros.

Guillermo Cabrera Infante por Daniel Mordzinski

Guillermo Cabrera Infante por Daniel Mordzinski

“Bachata”, el capítulo más largo, desembocará en un diálogo intenso en el que se termina resolviendo algunas de las sutilezas expuestas con anterioridad. En plena tormenta tropical Silvestre y Arsenio cenan juntos en un restaurante y se hacen las confidencias más extremas y definitivas en uno de los pasajes de mayor intensidad dramática de la novela y donde pieza a pieza se recompone el rompecabezas con que está urdida la trama.
Tres Tristes Tigres es un juego exuberante y un alarde de buen hacer literario en donde el humor está en cada palabra y cada palabra es un bosque inabarcable de sugerencias polifónicas. La novela es una hazaña literaria, una proeza lingüística y un auténtico festín para los sentidos.

 

Y 3. UNA REFLEXIÓN

Gabriel García Márquez dijo una vez que en la primera página de una novela debería estar contenida toda la novela. Paul Auster lo cumple y por eso cada vez que el lector abre uno de sus libros sabe que le espera una aventura que crece a medida que el libro avanza. No es extraño que queramos encontrar al autor en cada una de sus historias porque, aunque haya sido La ciudad de cristal su primer libro publicado, el que inaugura La trilogía de Nueva York –los otros dos son Fantasmas y La habitación cerrada-, Auster se introdujo en otro mucho más introspectivo la primera vez que decidió ser el contador de historias que conocemos: La invención de la soledad, un libro que es una reflexión sobre la muerte de su padre y para el que tuvo que tomar de forma bastante literal lo que había dicho Rimbaud al respecto, Je est un autre, es decir, penetrar en un proceso de escritura personal para el que se necesita convertirse en otro.

Boom

Pistas:

José Donoso. Historia personal del boom. Editorial Alfaguara.

Guillermo Cabrera Infante. Tres tristes tigres. Seix Barral

Julio Cortázar. Rayuela. Alfaguara

José Lezama Lima. Paradiso. Alianza editorial

Xavi Ayén. Aquellos años del boom. García Márquez, Vargas Llosa y el grupo de amigos que lo cambiaron todo. Premio Gaziel de Biografías y Memorias 2013. Editorial RBA.

Luis Harss. Los nuestros. Editorial Sudamericana.

 

 

 

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