No pretender resultar simpático. Ni inteligente. No desear conmover. No buscar ni la comprensión ni la empatía. Escribir dejando de lado al lector, a ese fantasma que, aunque no creamos en él, siempre está leyendo por encima de nuestro hombro cuando escribimos. Huir, entonces, de todo efectismo, porque el efecto siempre persigue impresionar al lector. … Sigue leyendo El desconcierto
Copia y pega esta URL en tu sitio WordPress para incrustarlo
Copia y pega este código en tu sitio para incrustarlo