El día que no conocí a Javier Marías
Javier Marías ya no concedía entrevistas. Vivía recluido entre miles de libros y soldados de plomo, escribiendo en su Olivetti de los noventa, una reliquia que evocaba el carácter artesanal de la escritura, cuando los autores aceptaban el tributo material de acumular palabras en un papel, con su rutina de errores, manchas y equivocaciones.
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