Sabina, ese facha

Pienso en Pitágoras al leer los periódicos del día. La política ha conseguido, como el pensador griego, convertir en hostil todo lo que no gravite en torno a una ideología, a una simple idea, o incluso, más pedestre aún, a unas siglas. El último ejemplo lo vemos en la figura de Joaquín Sabina, ínclito progre de siempre, autodenominado rojo con sus cuatro letras, un hombre abrazado a los preceptos de la izquierda desde que el mundo es mundo.