Esta antología presenta por vez primera la poesía georgiana en lengua española. El libro busca destacar la voz y la expresión artística de los poetas georgianos contemporáneos, quienes han encontrado formas únicas de comunicar sus experiencias, emociones y perspectivas en un mundo en constante evolución.
En Zenda ofrecemos cinco piezas de Poesía georgiana contemporánea (Huerga & Fierro), en edición de Lana Kalandia y Rodolfo Häsler.
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Declamación para el mundo de más allá
En la lectura de poesía solo había ancianas sentadas.
De algún modo era triste aparecer frente a ellas.
El poeta siempre prefiere
que le escuchen los jóvenes.
¿Y eso por qué?
¿El joven entiende más de poesía?
No, quizá él, estando en el escenario,
se alegra sinceramente
cuando un cuerpo bonito y fresco
asimila el fruto de su sufrimiento.
Tal vez espera que
si le escuchan los jóvenes,
lo sentirán y lo memorizarán,
durará más su pobre poema
en esta tierra pecaminosa.
¿Pero quizá, no sería mejor al revés?
¿Y si fuera mejor irse antes al otro mundo
Después de haber escuchado nuestro poema?
Cuando más pronto se vaya,
más pronto llevará las palabras a ese mundo
que intentábamos conocer
escribiendo estos versos.
Y cuando los lleve,
después serán revisados allí.
¿Qué es mejor,
que nuestros pensamientos gateen aquí en la tierra
o pasen el último control en el cielo? …
…
Se acabó la lectura.
Estoy junto a las escaleras, fumando en solitario.
A una mujer con bastón,
que asistió mi lectura
la están bajando con dificultad
mi traductor y otro hombre más.
Lleva gafas oscuras,
creo que ve mal.
Apareció otra mujer,
también con bastón.
A ella también la ayudaron los dos.
Las llevaron a un coche,
las metieron con cuidado,
se despidieron respetuosamente.
Si no tienen alzhéimer
espero que alguien se lleve pronto
mis pensamientos al cielo…
…
Me alegré de algún modo.
Y me asusté también un poco.
Saqué los papeles impresos
y los versos leídos que hace poco
volví a revisar…
Shota Iatashvili
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A mi padre
Yo sé lo que te hace gritar entre sueños—
los candelabros vestidos de serpientes
alumbran tu habitación con sus lenguas.
Qué peligrosa es esa ruidosa oscuridad
envenenada con taimada luz …
Yo sé cómo enjabonas por las noches tu corazón por todo tu cuerpo,
con qué brío borras las manchas
con la espuma de tu propio corazón.
Quizá por eso
mamá llega cada noche de la muerte
y planta rosas en las zapatillas
que calzas cada mañana…
Te pido que encuentres en nuestra casa
la voz de mi infancia.
Estará en la caja de caramelos,
si ladra el perrito de la mermelada
o algo parecido,
pues, el hechizo ya está roto…
Maia Sarishvili
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Después del mal tiempo
Es verdad, la lluvia se ha ido, pero algo ha dejado,
como los sueños rotos, los árboles mojados, los libros cerrados;
Algo, quizá, también se acabó, pero la vida sigue,
la vida sigue hacia un pasado
que todavía lleva muchas preciosas rozaduras,
llenará los espacios cambiantes entre las cosas,
relevará las experiencias que están moviéndose en direcciones opuestas;
siempre moverá el camino que ha de unir
a las personas y las canciones,
los versos y los pájaros,
el ojo y el cuchillo,
y, sin embargo, uno – único entre los incontables – está buscando algo
que se parezca a lo que nosotros buscábamos juntos un día,
algo que la noche lenta y la paz no pudieron arrasar,
lo que muchos estómagos sociales han podido digerir,
lo que se acabó,
pero al tiempo, nuestro tiempo-
nuestro presente y nuestro sufrimiento no hemos podido arrebatárselo;
no se lo hemos podido arrebatar ni a los árboles mojados,
ni -a nuestra patria,
que lentamente se está pareciendo a sí misma de una manera
que ya no podemos comparar a la amada;
no hemos podido arrebatarle nuestro deseo
para que al rato se pudiera llamar amor
lo que nos llegó por casualidad.
Pero parece que tú estás en alguna parte,
aunque seas una entre innumerables,
cansada de algo, esperando algo,
agradecida por las expresiones locales de bondad;
siempre se moverá el camino, que a veces parece volar gritando,
alguna vez tardará un año, un siglo o la milésima parte de un segundo,
alguna vez ¡sorprendentemente! – llegará cuando estemos en otro lugar,
pero la lluvia ha dejado algo de nosotros,
en los árboles mojados y en las barandillas mojadas,
que quizá se mantendrá sufriendo mucho más tiempo,
y no dejará de robarle todo al pasado –
lo que fue de verdad,
lo que nos empujó con crueldad y nos dolió en nuestros corazones,
para salvarnos juntos y para salvarnos unos a otros,
para perderse en la distancia marcada entre las cosas,
siempre cambiante, siempre sencilla.
Dato Barbakadze
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El olvido
Es una palabra sencilla,
fácil de decir:
olvídalo.
Pregúntenle a los ojos
¿pueden devolver
lo que vieron?
No creáis
que el tiempo lo cura todo.
La ropa disuelve las manchas –
se desgasta de lavado a lavado
como si desaparecieran.
La memoria es más pérfida –
Lo que olvida, también lo guarda.
La huida no te va a salvar
si el camino es el río
– de sombras y de fantasmas.
El silencio es un asesino,
lleva las voces de la vida
y
la soledad también es mentirosa,
cuando intenta convencerte
de que se ha salvado.
Nato Ingorikva
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A Sohrab Sepehri – en el otro mundo
¿Quién agrietó la porcelana frágil de tu soledad?
Te vistió de otro lenguaje.
Acaso nos basta con una lengua, con una vida:
yo era tu traductor, con mi lengua, con mi vida,
te traducía y se quebraban las porcelanas.
Estaba en la cresta afilada de la soledad y me mecía,
tú me empujaste,
volé
y era dulce el vuelo hasta que me destrocé.
Yo siempre temí a las alturas,
volaba al oriente,
con las manos extendidas al occidente,
y me parecía tanto a la cruz y a la medialuna a la vez,
que alguien dijo – es el Buda –
anidado en el agua, en el aire, en el fuego, en la tierra.
¡Saludo, Sohrab!
Una vez cuando me harté de ser Giorgi,
te inventé de nuevo dentro de mí,
a ti – al vagabundo le di techo,
me extendí para ti como un camino en el desierto
y te dije:
¡adiós, pasajero!
Cien mil partículas elementales del desierto
pueden convertirse en cien mil estrellas
y alumbrar el camino pavimentado de espinas
o de la noche, caída sobre la cabeza como si fuera alquitrán.
¿En tus noches también florecen las lilas?
¡Saludo, Sohrab!
Te di la vida, te hice hablar,
pero lo primero que me dijiste
era que querías irte
y yo no pude retenerte,
me saltaste de las manos,
mi testarudo y extraño pigmalión.
¡Adios, Sohrab!
Tú eras la única a quien quise con el corazón,
cuya lengua rodaba con dulzura
en mi boca
y la dulce persa
goteaba como la miel georgiana.
Y aunque sea un instante
hasta deslizarte de mis manos,
solo un instante,
te tenía, el único,
en este mundo,
el disipador de niebla,
la fortaleza del pensamiento.
Y te perseguí, pero ahí a donde llegué, en todas partes
tú te adelantaste por un paso,
de este mundo
hasta el otro mundo.
Aquí, en el cementerio desierto de Kashan
encontré la última huella de tu presencia,
la lápida de tu tumba,
donde tu misma esculpiste:
“Si venís conmigo,
venid sin ruido, de puntillas,
que Dios no quiera que se quiebre
la porcelana frágil de mi soledad.“
Esta pizarra estrecha es la puerta –
el camino hacia ti,
encontré la puerta,
pero hasta ahora no he podido abrirla,
ni irrumpir con mi fuerza
ni con la voluntad de Dios.
Estoy en el desierto de Kashan
llueve…
estoy recitando los poemas,
y sobre mi cabeza se quiebra, rugiendo, la porcelana…
Giorgi Lobzhanidze
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Autor: VV.AA. Título: Poesía georgiana contemporánea. Traducción: Lana Kalandia y Rodolfo Häsler. Editorial: Huerga & Fierro. Venta: Todos tus libros.


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