Supongo que han notado hace ya varias columnas —con esta van diez— mi querencia por la etimología, que es lo único que me permite acercarme a la cualidad de la verdad de la palabra. Ingenuo es encastado, en la gens, ergo hombre libre; y fénix de phoenix, que es fenicio: ese perfil de naso gongorino, nativo de Gadir, Sidón o Biblos, cual foque en el bauprés de su careto, que asombra el ventanal de La Inaudita cuando Alba Degayón, fénix de los ingenuos, cruza a paso firme el arco alto de La Corredera. Filólogo de Hipánicas, Ignacio, poeta kamikaze nacido con el siglo veintiuno, lo dora con sonetos, cultivando lo viejo como cauce de innovación, de aemulatio inagotable, porque, si bien es posible imitar los textos del pasado, no hay forma de emular la realidad del presente, última responsable de la mayor o menor originalidad de la poesía. Y la de Ignacio Alba Degayón, además de original, brilla como el oro del siglo que le inspira. Vayan dos inéditos de muestra:
I. Dos e-mulaciones lopescas
a. E-pitafio
Porque como también fingió en la vida,
lo mismo imaginaron en la muerte,
porque aun la muerte pareció fingida.
Lope de Vega
Yacen en este espacio la cordura,
la joven voz, la streamer más seguida,
que editó cada escena de su vida
hasta grabar on air su sepultura;
la chica del momento en la postura
que ya en la arena, ya en el gym descuida
y con glamour que, levitante, anida
en la red donde piensa estar segura.
Grabó toda su vida, de tal suerte
que la siguió un ladrón mientras hacía
el mismo reel que tanto nos divierte
y, si un millón de amigos no tenía,
millones la siguieron tras su muerte
porque aun su muerte fue una fantasía.
b. Mutatis mutandis
Del mismo
Desvelarse, dormir, estar ocioso,
ávido, abúlico, viral, visible,
cristalino, borroso, indiscernible,
realista, falso, hater, cariñoso;
darse a la fuga por hallar reposo,
mostrarse en forma, eufórico, invencible,
activista, magnánimo, accesible,
llamativo, adorable, tendencioso;
pender de un hilo apenas un segundo,
guardar identidades bajo clave,
publicar un secreto a todo el mundo,
creer que un dios en una cuenta cabe,
ganar la oscuridad con ser rotundo,
esto es la red, quien la probó lo sabe.
Ignacio es un poeta cuya obra permanece inédita, salvo lo publicado en un par de antologías: 4 poetas jóvenes (2024), editada por José Luis Amaro, y Poesía en la Axerquía (2024).
Lo conocimos en los ambientes, en uno de los saraos de improvisación poética que nos organiza la gran Victoria García: tras una lectura de lo que cada cual traía, el tema era componer —en la pausa de una cerveza— un poema inspirado en el momento o en el entorno. En un mundo de libreversismo insustancial, el colega se clavó un soneto de arte mayor sobre el rincón más oscuro de la librería, un poema perfecto que me dejó la bola botando para esta columna, y aquí estamos. Campeón de los investigadores, recita lo suyo y a Lope, Góngora y Quevedo de cabeza, ilumina estos tiempos de apagones y habla de la juventud como si no fuera insultantemente joven:
II. Como si nada
Juventud, divino tesoro
Como si nada veis pasar la vida
al otro lado, guapa y palpitante,
sin hacer caso al mármol que hay delante,
a la zaga de un sueño y la salida;
mientras el alma corre trascendida
parejas con la mosca siempre errante,
la boca con las bocas consonante
conversa y arde la razón vencida.
¿Cómo deciros que también me muero
de ganas de salir y me confundo
hasta ser juntos de una misma clase?
Pero ya suena el timbre y solo quiero
que os olvidéis de mí y salgáis al mundo
como si nada de esto os importase.
La poesía de Degayón brilla en estos días de fango como el oro en los bajantes de un taller de platería, limaduras de orfebre en cada verso que cultiva lo viejo y nos trae lo de hoy, insolente, atrevido, sin moderación:
VII. La final de la Ilíada
¡Patroclo tras la bola, perseguido
por el divino mientras el fichaje
estrella de los griegos, distraído,
silba en su área himnos al coraje!
¡Los de Píramo ganan el partido!
La portería cerca, ¡qué salvaje
contra goloso Cancerbero ha herido
el heracleo poste! ¡Buen viaje!
El de Menecio cae, ¡qué patada!
Desgarra el pecho un grito y sangre brota
de su rodilla, finge hasta su muerte.
«Furioso Aquiles logra remontada»,
ha dicho el sabio Marca, y otro nota
«Sublime técnica o cuestión de suerte».
Impreso en blanco inerte,
quien no lo vio, pero escuchó este canto
«guerra» dirá sin conocer que es Champions.
Con todos ustedes Ignacio Alba Degayón, fénix de los ingenuos: el que pueda, que empate.


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