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Cuando la lectura vuelva

Cuanto antes descubres la lectura, antes te conviertes en un “bicho raro”, es lo que le ocurre al protagonista de Cuando el río vuelva. Una novela de Alberto Gómez Vaquero, ambientada en los años noventa en cualquier pueblo de la España rural interior, donde la posesión de las tierras y las tradiciones regulan el estatus social de sus gentes, un pueblo donde “lo diferente” se convierte en rareza y esta en exclusión. Una España que hoy llaman “vaciada”; vaciada a costa de la incompetencia política, vaciada a costa de “vender” ladrillo en las grandes ciudades, haciéndole creer a la gente que las oportunidades están solo en la gran ciudad. Una España vaciada para favorecer la especulación de las grandes empresas que instalan placas solares, parques de baterías, cultivos extensivos o simplemente se hacen con las tierras que eran de cultivo, a precios de saldo. Ahora, apoyado por la Agenda 2030, que propugna convertir los poblados humanos en ciudades con todos los servicios a 15 minutos de distancia, cada cual que saque sus propias conclusiones. Parafraseando a Werther, de Goethe, “criaturas que se limitan a vivir al día en el estrecho círculo de su existencia, a salir adelante un día tras otro…”. Así se convierten los pueblos españoles en guetos para ancianos, anclados en mentalidades del pasado y con alcaldes y alcaldesas que ofrecen trabajo fijo y vivienda gratis a familias con hijos que les darían vida y futuro.

Cuando supe de la publicación de este libro y leí su contraportada algo se revolvió dentro de mí; así aprovecho esta magnífica lectura para hacer un llamamiento a la lectura en los jóvenes.

Sin embargo, el último barómetro sobre lectura en España dice que el 75,3% de las personas de entre 14 y 24 años lee libros en su tiempo libre, y debo creerlo, pero parece un estudio hecho por Tezanos a la salida de las bibliotecas españolas; en mi alumnado, comprendido entre los 14 y 18 años, no podría encontrar más de un 10% de lectores habituales, más allá de TikTok e Instagram; quizá sea que a partir de los 18 años retoman la lectura.

"El protagonista de la novela navega desde las lecturas recomendadas por un inusual profesor de Literatura a las morbosas historias sexuales que le cuentan"

Dice Miguel Munárriz que la lectura es vida, porque leer te abre a mundos que quizás nunca puedas conocer más allá de tus lecturas, porque la lectura te saca de tu zona de confort y construye tu mente con la imaginación, que es la clave de la creatividad. Para construir y moldear niños y niñas o jóvenes dóciles ya están los padres y madres que enchufan a sus bebés delante de las pantallas, algo que estará prohibido, cuando ya será tarde, dentro de 20 años, como ahora lo está fumar en muchos lugares; o los regímenes autoritarios y todas las redes sociales que dejan absortos y vacíos a nuestros jóvenes de todo el mundo.

Gómez Vaquero esboza temas trascendentales para entender la España de los noventa, que lo puede ser también de treinta o cuarenta años atrás: el suicidio como pecado, el “¡que dirán!”, el divorcio, el papel de la iglesia católica, la promiscuidad, el puritanismo producto de la vergüenza y el pudor que, unido al miedo, tanto daño hacen a nuestro mundo, el machismo y todos esos males que siguen retratando a una parte importante la sociedad española, anclándola a patrones decimonónicos.

El protagonista de la novela navega desde las lecturas recomendadas por un “inusual” profesor de Literatura a las morbosas historias sexuales que le cuentan diferentes personajes de la novela o que él vive como “mirón” y narrando las horas que pasa en la montaña, bebiendo y fumando.

La obsesión es uno de los motores de la melancolía, de la tristeza, que son los que mueven el relato de Cuando el río vuelva, un río que siempre desembocará en el mar o como poco será afluente de otro mayor.

"Nos recuerda la necesidad de transmitir a la juventud que hay que luchar por tus sueños sabiendo que lo más importante para lograrlos es aprender a perder"

Estamos ante una novela para recordar los besos nunca dados, las palabras no dichas, los abrazos perdidos, las pasiones ocultas y los deseos incumplidos. Y para no olvidar que solo se vive una vez, un carpe diem, acuñado por el poeta romano Horacio, que es olvidado constantemente como si tuviéramos varias vidas.

Desde siempre tiene la sensación de que la partida se perdió mucho antes de que él pudiera jugarla y de que, haga lo que haga, se empeñe lo que se empeñe, nunca logrará lo que desea. Con estas palabras Gómez Vaquero nos recuerda la necesidad de transmitir a la juventud que hay que luchar por tus sueños sabiendo que lo más importante para lograrlos es aprender a perder. Porque el río nunca vuelve, ni siquiera el de tu vida. Lo que siempre volverá a tu vida serán los libros leídos, las conversaciones compartidas, las miradas, las caricias, los abrazos, todos los momentos reales, que llamaré a partir de ahora, momentos de carne y hueso.

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Autor: Alberto Gómez Vaquero. Título: Cuando el río vuelva. Editorial: Carpe Noctem. Venta: Todos tus libros

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