Me había propuesto no escribir por escribir, sino hacerlo sólo con una dirección: un cuento, un ensayo, una novela… Incluso me había propuesto ser aún más exigente: sólo escribir algo importante, un ensayo, una novela o una biografía, género que escribo bien y me publican mejor.
No tengo ningún problema, y me quejo por vicio, pero he notado, ya veis qué tontería, bajarme el ánimo. Se ha puesto a llover en Pontedeume, ha estado todo el día nublado y apenas he salido de casa. He podido trabajar un poco, me he echado una siesta magnífica y he comido con toda mi familia. Pero es en un día como éste cuando vienen los peores pensamientos.
Me gusta una chica y creo que es seguro que la he perdido. Me gustaba mucho, me hacía ilusión estar con ella… pero la historia se interrumpió. Es como cuando escribes un libro y de repente se para. Es una de las peores sensaciones que puede tener un escritor.
Ha hecho buen tiempo en general. Llevo aquí diez días, y se puede decir que todos han sido buenos menos dos; esto para Galicia es un buen saldo. Pero el día de hoy me ha afectado exageradamente, no sé por qué.
Me agobio un poco con las clases que debo dar en octubre, y las llevo bien, tengo tiempo de sobra. Estoy escribiendo los temas y voy avanzando. Ahora tengo que hacer los ejercicios que les voy a mandar a los alumnos, aunque me da una pereza espantosa. Pero lo haré.
Tengo un mono terrible de escribir, pero de escribir un libro. Voy a hacer una biografía sobre un personaje interesante, y ya he escrito el proyecto. Se lo voy a mandar mañana. Pero me gustaría estar escribiendo el libro ya aquí, en Pontedeume, porque aquí se escribe muy bien.
También me gustaría escribir una novela. O un ensayo. Tanto mi libro sobre La guerra de las galaxias como mi novela sobre el Cid los escribí aquí en parte. Todo fluye mucho mejor aquí.
Pero noto todavía el agotamiento de este año. Estoy descansando mucho, pero todavía no del todo.
Echo de menos a esa chica, que supongo que ya se estará olvidando de mí. Ah, el futuro, tan largo y tan insospechado, aunque no tanto como parece. Yo me doy cuenta de que mi futuro no es tan impredecible cuando se hace realidad; entonces echo la vista atrás, ato cabos y me doy cuenta de que no es tan extraño.
Tantas cosas me han pasado que yo creía imposibles… y sin embargo luego te das cuenta de que unas han llevado a las otras.
Debería haber escrito un cuento, para intentar publicarlo en septiembre, o en octubre, pero la escritura me ha llevado a este par de folios.
Y, como siempre, me han venido bien.
Hoy me ha dado por pensar que yo, sin mi trabajo, sería un pobre hombre. Sin la literatura, sin la escritura y el periodismo, sería muy poca cosa. Sólo cuando me ocurre algo importante, como salir con una chica que me guste mucho, me doy cuenta de que hay muchas otras cosas importantes en la vida. Pero eso no ocurre todos los días.
La literatura, en cambio, se mantiene constante día tras día. No falla nunca, y nadie puede vencerla. Esta vocación que tengo tan dentro es invencible.
Un abrazo desde Pontedeume, A Coruña, Galicia, un día muy nublado.
Agosto de 2008


La lluvia en un lugar hermoso no es un tema trivial. Pienso que es un tema más importante que cualquier artificio literario. Llueve sobre lugares hermosos desde hace miles de años… Los héroes de la Odisea, los amantes de Venecia o los conquistadores de las siete ciudades de Cibola debieron contemplar la lluvia en silencio. En la medida que seamos hombres y no piedras, nuestro espíritu aprehenderá la belleza.
Hay muchos días de lluvia y muchas chicas hermosas. No siempre llueve a gusto de todos.