Hace más de dos décadas que Dan Brown paralizó al mundo para que se sentara a leer. Porque eso es justo lo que sucedió con la aparición de El código Da Vinci. 79 millones de ejemplares vendidos en más de 50 idiomas dan fe de que, en un momento u otro y según las malas lenguas que incluyen préstamos y piratería, dos o tres personas por cada libro vendido eligieron conocer a Robert Langdon.
La novela comienza con el espíritu de una mujer flotando sobre su cuerpo, presumiblemente torturado hasta la muerte. El espectáculo promete. Y de ahí pasa a una conferencia en la que Katherine Solomon, vieja conocida de El símbolo perdido, habla de la conciencia, invitando a su pareja, Langdon, a dar un pequeño apunte en su charla. Brown nos dice que Katherine acaba de terminar un libro capaz de transformar la comprensión del ser humano, dejando como apunte que nuestra conciencia no reside en el cerebro, y sumándose así a un tema que viene siendo recurrente en los últimos años en los libros de no ficción. Primer punto de éxito: elegir un tema que interese al público, y empezar con la parte más conocida, como son las experiencias extracorporales. A partir de aquí, solo tienes que robar el manuscrito, hacer desaparecer a su autora y encadenar carreras, disparos, secuestros, saltos a ríos helados y alarmas a destiempo para lograr que el lector se sienta en una carrera contrarreloj para terminar la novela.
Pero no es solo eso. Uno no puede leer El último secreto sin ir recogiendo datos, otra marca de la casa del autor, que en ese caso se ve acentuada, y es que no puede o no quiere evitar ir dejando píldoras de no demasiada sabiduría que buscan hacer que el lector sienta que está ante literatura seria, para que así olvide que la trama es en muchos momentos improbable. Pero seamos serios: tampoco lo fue en su primera novela, y realmente a nadie le importó. Porque Dan Brown es divertido, y no ha perdido ese punto en su novela. Sus científicos parecen actores, las comillas irrumpen en capítulos que terminan muchas veces con frases lapidarias propias de aquellas series de los años 90 que dejaban a los telespectadores (no había plataformas y se decía así) preguntándose qué iba a suceder en el siguiente capítulo. Y para todo ello se vale del perfecto protagonista recorriendo Praga en 24 horas, en la que es posiblemente su novela más ambiciosa, con golem incluido, que incluye un no demasiado oculto mensaje sobre la importancia de los libros y del mundo literario.
Si tuviera que hacer el resumen perfecto de El último secreto, diría que es el hijo perdido de Ethan Hunt (Misión imposible) y Sheldon Cooper (The Big Bang Theory), porque toda la novela es Robert Langdon, o lo que es lo mismo: ha vuelto Dan Brown. Pura diversión.
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Autor: Dan Brown. Título: El último secreto. Traducción: Aleix Montoto y Claudia Conde. Editorial: Planeta. Venta: Todos tus libros.


Venga, me has convencido! Como siempre, una reseña impecable!