Inicio > Blogs > Crónicas de Syldavia > Colección Cantonet: Las joyas de la corona (I)

Colección Cantonet: Las joyas de la corona (I)

Colección Cantonet: Las joyas de la corona (I)

Iba pasando el tiempo en el que en Cantonet nos fuimos sumergiendo por las distintas callejuelas que componen el coleccionismo de Tintín y sus diversas especialidades.

En Cantonet fuimos acaparando un gran número de disciplinas a coleccionar, y un buen día caímos en la evidencia de que ante la magnitud de figuras, documentos y objetos a conseguir, lo mejor era ni intentarlo. Tanto el valor crematístico que supone tener al completo este universo como el espacio necesario para mantenerlo a la vista hacían que el desafío fuera inalcanzable.

Observando este collage difícil de enmarcar por la gran cantidad de producto que insertar en su interior, en Cantonet decidimos sencillamente poder tener algún día como poco una pieza de cada una de las categorías con licencia Tintín.

"Preguntando al responsable del stand en cuestión sobre su procedencia, nos explicó que eran los dibujos hechos por Studios Hergé que se utilizaron para ilustrar la revista especializada en merchandising llamada Tintin et Milou Modeles"

Digamos que con el tiempo, en Cantonet dicha decisión se fue consiguiendo y consolidando, llegando a ser una de las colecciones más brillantes de producto derivado que existían en España. No es menos cierto que el conseguir tener como poco una pieza representativa de cada categoría requería de por sí un considerable espacio para tenerlo todo bien engalanado a ojos de quien se paseara por las dos plantas que Cantonet tenía reservada para ese menester. Dos plantas compuestas por seis vitrinas de gran formato con sus respectivas luces y otras ocho de formato más reducido.

Una vez acaparado todo el espacio referido, en Cantonet decidimos seguir nuestra afición, centrándonos en piezas realmente exclusivas. Lo que llamaríamos ir “en busca de la joya de la corona”. No voy a engañar al lector con que esa determinación no era otra cosa que hacernos “trampas al solitario”, ya que siempre aparecían piezas exclusivas para ser codiciadas por nuestro impulso como coleccionistas. De dichas piezas sólo haré mención a tres o cuatro de ellas, a cuál mejor.

Dibujo encre de Chine en revista Tintin et Milou Modeles

Sería en el FICómic (Feria Internacional del Cómic) del año 2007, celebrado en el recinto ferial de Montjuic en Barcelona, cuando decidimos hacer acto de presencia en el mismo, y paseando por los distintos stands expuestos nos dimos de bruces con un tenderete de dimensiones reducidas en el que se ofrecía a los curiosos y a los coleccionistas toda una serie de dibujos a tinta china enmarcados con su paspartús incluido, todos ellos de tamaños similares colgados en sus paredes con una delicada sencillez. Preguntando al responsable del stand en cuestión sobre su procedencia, nos explicó que eran los dibujos hechos por Studios Hergé que se utilizaron para ilustrar la revista especializada en merchandising llamada Tintin et Milou Modeles.

"El hecho de que esos dibujos fueran realizados por Hergé ya nos ponía en alerta y en guardia, ya que estábamos delante de uno de esos productos que adquieren la titulación de joya de la corona"

Dicha revista era de los años sesenta, y se destinaba a ser ofrecida a los fabricantes de producto con licencia Tintín para que siguieran toda una serie de pautas y proporciones a cumplir en la impresión o serigrafiado de cualquier imagen tintinesca. A la vez, ofrecía toda una serie de dibujos ilustrados para que sirvieran como modelos para posteriores recreaciones en la fabricación de distintos objetos.

Pues bien, llegados a ese punto, en dicho stand, cuyo responsable era ni más ni menos que el famoso especialista en producto Tintín llamado Thibaut van Houte, estaban a la venta dichos dibujos.

El hecho de que esos dibujos fueran realizados por Hergé ya nos ponía en alerta y en guardia, ya que estábamos delante de uno de esos productos que adquieren la titulación de “joya de la corona” y que su precio nos auguraba un decaimiento emocional morrocotudo pero momentaneo. Nada que no se pudiera subsanar mediante una financiación adecuada.

Efectivamente, fue así, y aunque consideramos la afrenta como una pequeña locura, el precio de cualquier dibujo allí expuesto era un buen motivo de reflexión. Le pedimos al bueno de Thibaut que nos apartara un cuadro en concreto por espacio de una hora para poder reflexionar sobre la adquisición del mismo, mientras dábamos un paseo por el espacio ferial y nuestra cabeza como poco daba un par de vueltas al asunto.

"Era un momento de tremenda decisión ya que la afrenta suponía unos cuantos miles de euros a invertir en dicha joya, y a la vez su adquisición suponía unos nuevos retos a conseguir"

El dibujo mostraba a un buen número de personajes preminentes de las aventuras de Tintín. Haddock en postura malcarada junto a Tornasol, Milú y el mismo Tintín con cara y posición corporal expectante. Todos ellos dibujados, entintados y acompañados con una línea de guach blanco formando un cuadrado que pasaba por debajo de los cuerpos de los personajes dibujados y entintados, recordando al típex actual, producto que servía para retocar partes que se pretendía que no aparecieran o que redirigiera la vista del que lo está observando. El acabado de los dibujos de los personajes, junto a la intersección de dicho típex en ellos, era de una calidad abrumadora, propia de un maestro de maestros en el noveno arte.

El subidón era evidente y la adrenalina afloraba por nuestros poros. Era un momento de tremenda decisión ya que la afrenta suponía unos cuantos miles de euros a invertir en dicha joya, y a la vez su adquisición suponía unos nuevos retos a conseguir. Esos no eran otros que, dando tiempo suficiente a poder digerir el dispendio que ocasionaba la compra del dibujo, acto seguido el salir a la caza de la revista donde salía ilustrado el mismo y, por qué no, la búsqueda de algunos de los objetos con los que dicho dibujo hubiera servido para ser plasmado.

Habiendo aceptado el coste monetario de dicha joya, nos dirigimos al stand de Thibaut y entablamos pequeñas negociaciones hasta llegar a un acuerdo de pago de la cifra requerida, hasta la culminación del importe final. Se acordó una paga y señal considerable al contado y distintos pagos hasta que, llegado el último plazo, nos comprometíamos a ir a recoger el dibujo a Bruselas y liquidar su importe. Le preguntamos por la viabilidad de conseguir la revista donde quedaba ilustrado el dibujo y nos comentó que no era nada fácil adquirirla. En todo caso nos prometió una fotocopia de la misma una vez finalizada la transacción.

"Ese viaje era la excusa necesaria para visitar en su tienda a Thibaut van Houte, situada en la plaza Jeu de Balle en Bruselas, donde cada domingo se celebra el famosísimo Marché aux puces"

Por otro lado, Mª Carmen entró a formar parte de la junta directiva de la que todavía era Tintincat, en calidad de tesorera, y no pasaron más de unos cuantos meses hasta que Moulinsart se puso en contacto con dicha directiva, invitándola a un cocktail en celebración del nacimiento de Hergé; se aprovecharía la efeméride para ofrecer a los asistentes una visita guiada por las obras del futuro Museo Hergé que se estaba construyendo en Lovaine la Neuve.

Dada la invitación de Moulinsart, la directiva de Tintincat consideró necesaria su presencia, y finalmente decidieron viajar el presidente y la tesorera de la entidad, acompañados de sus respectivas parejas. La asociación cubriría los gastos de viaje a los dos miembros de la junta.

Ese viaje era la excusa necesaria para visitar en su tienda a Thibaut van Houte, situada en la plaza Jeu de Balle en Bruselas, donde cada domingo se celebra el famosísimo Marché aux puces (mercado de las pulgas) y, previo pago de la última cuota, recogerle el dibujo enmarcado que nos tenía custodiado, así como la fotocopia de la revista donde aparecía.

Todo iba muy rodado, y pasado el verano fuimos informados por el bueno de Thibaut de que la sala de ventas Piaza llevaría a cabo una subasta en París en la que se licitarían gran cantidad de objetos; uno de ellos era precisamente la revista Tintin et Milou Models. Para más inri, Thibaut era el experto independiente que comisariaba dicha subasta, dando fe y acreditación a los objetos que se licitaban.

Pues nada. París bien vale una misa. Raudos y veloces, nos lanzamos a por la adquisición de billetes de ida y vuelta del mismo sábado en el que se celebraba dicha venta, a la cual nos acompañó para conocer los entresijos de una subasta nuestro amigo Pedro Martín.

"Al margen de la medallita financiera que se puso el bueno de Bernard, me preguntó el motivo por el que nos sentíamos interesados en la revista referida anteriormente"

Llegados a París, y acudiendo a la sala donde estaban expuestos los productos a subastar para ser observados por posibles interesados en adquirirlos, pedimos a uno de los ordenanzas que vigilaban los artículos el poder visualizar personalmente la revista ansiada, a lo cual me ofreció inicialmente unos guantes y luego, una vez incorporados en mis manos, me ofreció la revista para que pudiera ser analizada y apreciada.

Merodeaba por la sala un señor que, al ver nuestro interés en la revista y nuestra lengua castellana, se dirigió a nosotros, presentándose con el mismo idioma. Se trataba de Bernard Soetens, propietario de Librerie Scripture de Luxemburgo, reconocido especialista de la obra gráfica de Hergé y a la vez experto en servicios financieros, a lo cual arrancó la conversación, informándome de que él había sido uno de los expertos que llevaron a cabo la venta del Banco Urquijo.

Bien. Al margen de la medallita financiera que se puso el bueno de Bernard, me preguntó el motivo por el que nos sentíamos interesados en la revista referida anteriormente. Le expliqué el interés, enseñándole el dibujo que se encontraba ilustrado en la revista, y se quedó con cara de incredulidad. Me dijo:

—¿Es tuyo este dibujo?

Le respondí que sí, explicándole la historia, y me contestó:

—En la Galería de Arte Brafa de Bruselas, de la cual soy director, podría venderlo por X euros —cifra que multiplicaba por siete la que desembolsamos por su adquisición.

Le insistí mencionando la información de Thibaut con respecto a la procedencia del dibujo (Studios Hergé), a lo cual me contestó que sí, que en parte era correcto, pero que en dichos dibujos de los años sesenta, Hergé no dejaba a sus colaboradores hacer la cara y las manos de Tintín. Esos dos aspectos los finalizaba él mismo en persona, para que nadie cuestionara su autoría.

"Finalmente, debido a unos lances acontecidos en la misma, que un día ya explicaré con detenimiento, no adquirimos la revista soñada"

Esa misma información también me la corroboró Jacques Hiron de Leucate, gran especialista en la obra de Hergé relacionada con los dibujos de tipo marítimo, en especial los dibujos de los cromos Voir et savoir, en los que Tintín aparece costumizado en función de la época del pecio descrito. Pues bien, repito, Hergé no dejaba dibujar a ninguno de sus colaboradores ni la cara ni las manos de nuestro entrañable personaje.

Mª Carmen y yo nos quedamos de piedra, de aquellas situaciones que si te pinchan no te sacan sangre, quedando por unos momentos en fuera de juego. Decidimos tranquilizarnos, relajarnos y esperar a la subasta para intentar conseguir la revista en cuestión.

Finalmente, debido a unos lances acontecidos en la misma, que un día ya explicaré con detenimiento, no adquirimos la revista soñada. Cuando nos dimos cuenta, su precio ya reflejaba la cifra de 600 euros más derechos de sala. Desistimos, pensando que ya llegarían mejores momentos, como así fue.

No fue fácil. Pasaba el tiempo y no aparecía ninguna en el mercado. Ni en eBay, ni Catawiki, ni Séptimus, ni Artcurial. No había forma de localizarla.

"Está claro que entre el saber y la suerte, mejor quedarse con la suerte. Eso sí, la suerte te tiene que pillar trabajando. Haciendo el perezoso difícilmente se consiguen retos"

Pero un buen día, dado el interés de Marta, una de las hijas de Conchita Zendrera —traductora de Tintín al castellano de la mano de Editorial Juventud— en llevar a término el vaciado del piso de su madre, situado en la calle Muntaner de Barcelona, nos citamos en dicha morada para valorar la posibilidad de organizar una subasta de todo el producto que había en una de las habitaciones.

Empezamos a mirar y a inventariar todo lo que iba apareciendo, y de golpe me encontré en mis manos con la preciada revista que tanto habíamos perseguido. Le dije:

—Esta revista no quisiera que saliera a subasta. Esta revista la quiero para mí. ¿Cuánto quieres por ella?

Me miró y me dijo:

—¿Cuánto me das?

—Doscientos euros —le respondí, a lo que me contestó:

—Es tuya. Ya pasaremos cuentas.

¡Eureka! ¡Qué suerte! Está claro que entre el saber y la suerte, mejor quedarse con la suerte. Eso sí, la suerte te tiene que pillar trabajando. Haciendo el perezoso difícilmente se consiguen retos. Había que estar en ese piso ese mismo día para que se unieran los astros y me ofrecieran la oportunidad de conseguirla.

"Existe en Bélgica una asociación ya comentada en alguna ocasión llamada Les Amis de Hergé. En ella se albergan las mejores espadas del mundo hergeniano"

Finalmente, nos faltaban algunos objetos en los que nuestro dibujo hubiera servido para ser aplicados. Este lance fue más fácil de lo previsto, y en días diferentes, buceando por eBay, topé con un pañuelo y un cojín, fabricado por Lombard a principios de los años setenta. También localizamos un grabado tipográfico, el cual, dada mi profesión, me hizo mucha ilusión adquirir.

Por el momento tenemos cerrado el círculo que cualquier coleccionista quisiera conseguir: el dibujo a tinta china, la revista en la cual se ilustró, los productos fabricados con la imagen del dibujo y, finalmente, un grabado con el que seguir las pesquisas que nos lleven a otro nuevo producto.

La adquisición del dibujo fue motivo de interesantes conversaciones con grandes especialistas de la obra de Hergé.

Existe en Bélgica una asociación ya comentada en alguna ocasión llamada Les Amis de Hergé. En ella se albergan las mejores espadas del mundo hergeniano. Mª Carmen y yo, desde hará más de catorce años, asistimos a su encuentro anual —primer sábado de marzo—, en el cual se reúnen todo este grupo de expertos para deliberar y compartir durante un fin de semana en un hotel situado en Nivelles, todo ello hablando de nuestra pasión tintinesca.

"Más que satisfechos quedamos ante la acreditación de personas tan válidas como son los comensales con los que desde hará años compartimos mesa en dichos encuentros"

En la cena que se lleva a cabo el sábado de dicho fin de semana, acostumbra a compartir mesa con nosotros Gaetan Laloy y su señora, dado que ella, al ser natural de Brasil, habla mucho mejor el castellano que el francés y siempre le pide a su marido el departir cena con nosotros.

En la sobremesa acostumbramos a hablar de las novedades surgidas en el mercado, o de las adquisiciones personales como coleccionistas. En una de estas veladas le enseñé a Gaetan el dibujo que le habíamos comprado a Thibaut.

Me cogió el móvil, mirándome fijamente me preguntó si era mío y, una vez contestado, fijada y ampliada la imagen en la cara de Tintín, me dijo:

—¡Sí, es de Hergé!

Le pregunté:

—Gaetan, ¿como lo sabes?

Y me contestó:

—Por los errores.

—¿Por los errores? —contesté.

—Sí, porque al ampliar la imagen se detectan errores. Piensa que Hergé hacía la cara de Tintin a mano alzada y casi de un trazo, por lo que la equidistancia entre ojos e incluso las proporciones entre ellos, al ser ampliados, denotan ciertas diferencias. Sus colaboradores, como Bob de Moor, tiraban líneas a lápiz para poder equilibrar la altura de los ojos.

En aquel momento pasaba por el lado de nuestra mesa el prestigioso hergeólogo Jacques Langloy, a lo que Gaetan le dijo:

—Jacques, mírate este dibujo.

Jacques cogió el móvil, amplió la cara de Tintín y luego lo redujo todo para visionar a Milú. Finalmente le dijo a Gaetan:

—¿Lo has comprado?

—Lo ha comprado nuestro amigo Enric de Cantonet —le contestó.

Jacques contestó:

—¡Ah! ¡Felicidades, Enric! Buen dibujo de Hergé. La cara de Tintín y las proporciones que se sostienen entre Milú y el resto de personajes demuestran claramente la creación del maestro.

Más que satisfechos quedamos ante la acreditación de personas tan válidas como son los comensales con los que desde hará años compartimos mesa en dichos encuentros.

Algunos se preguntarán el motivo por el que no llevamos a Studis Hergé el dibujo para ser certificado. En otro artículo explicaré los motivos, aunque para empezar puedo decir que las condiciones que exigen para tal certificación y los expertos que acreditan los dibujos no son viables.

Momentos de gran satisfacción que nos llevan a determinar que por suerte… siempre nos quedará Tintín.

4.8/5 (32 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

2 Comentarios
Antiguos
Recientes Más votados
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios
Juanma
Juanma
1 mes hace

Genial Enric.

Enrique Reverté Llorca
Responder a  Juanma

Seguiremos enseñando joyas.