55 años después de su publicación llega esta edición completa bilingüe de Cuervo (Kriller 71), el mítico libro de Ted Hughes, que contaba con una versión más reducida y sin apenas notas en Hiperión (1999). Ambas traducciones son obra del poeta Jordi Doce, quien señala que estamos ante «un nuevo libro a todos los efectos. La traducción ha sido revisada y modificada en su totalidad, y además se añaden treinta poemas del ciclo que fueron excluidos en su día por Hughes y que conocemos gracias a la edición de su poesía reunida en 2003». Doce incluye un magnífico prólogo y una detallada sección de notas.
Hughes construye a lo largo del libro un universo donde las categorías tradicionales del pensamiento occidental se desmoronan. Su Cuervo no es un animal o una deidad, sino una fuerza elemental que habita en los intersticios entre la génesis y la destrucción, entre lo sagrado y lo profano. Esta ambivalencia recorre todo el volumen y genera una tensión que desafía constantemente las expectativas del lector y replantea nuestra comprensión de lo que puede ser la poesía mítica en un contexto contemporáneo. Como escribe Doce, estos textos mezclan «ironía, sarcasmo y humor negro, uso de elementos de los cuentos populares, gusto por la fábula y la alegoría, empleo muy dosificado de imágenes provenientes del expresionismo e incluso del surrealismo, y… mezcla de pasión expresiva y escepticismo vital… que los acerca al terreno de la antipoesía».
Entre los poemas más significativos, Dos leyendas establece desde el inicio el tono primordial de la obra. El autor nos sitúa en un tiempo anterior al tiempo, un espacio pre-creacional donde las fuerzas elementales batallan por definir la realidad. La violencia forma aquí parte del tejido mismo del ser. Dos leyendas funciona como portal hacia el universo particular de Cuervo, donde la física y la metafísica obedecen principios ajenos a nuestra experiencia cotidiana, convocando un tiempo geológico y un espacio simbólico: «donde el sol y la luna alternan sus climas / para incubar un cuervo, un arcoíris negro / inclinado en el vacío / sobre el vacío / pero volando».
Interrogatorio a la puerta del útero presenta uno de los momentos más intensos de todo el volumen. Estructurado como una secuencia de preguntas y respuestas rituales («¿Quién posee estos pulmones aún operativos? La Muerte»), el poema transforma el nacimiento en rito y la muerte en respuesta constante. Hughes logra aquí una síntesis entre un formato catequístico y una visión nihilista del conocimiento, sugiriendo que toda sabiduría verdadera debe pasar por el reconocimiento de la mortalidad como principio organizador. El hecho de que Cuervo supere el interrogatorio en la pregunta final es, de acuerdo con las notas de Doce citando a Sagar, la manera en que Cuervo entra «una vez más en el ciclo de la vida física».
Una travesura infantil reimagina el mito edénico desde una perspectiva grotesca. Cuervo, más trickster (personaje arquetípico de diversas mitologías que embauca mediante la astucia y subvierte todo orden establecido) que nunca, ante los cuerpos inertes de Adán y Eva («Los cuerpos del hombre y la mujer yacían sin alma, / la mirada perdida, embobados e inertes / sobre las flores del Edén»), inventa la sexualidad como una broma macabra. El poema expone una demolición sistemática de las narrativas consoladoras sobre el origen de la humanidad, presentando nuestra naturaleza sexual no como caída sino como una farsa cósmica y violenta, desarmando cualquier repertorio de genealogías piadosas y rescatando, como cita Doce, «mitos de los tártaros negros de Siberia».
La primera lección de Cuervo despliega una parodia devastadora del acto creativo divino y una anti-génesis de la sexualidad humana. Cuando Dios intenta enseñar a Cuervo a pronunciar la palabra amor, lo que emergen son criaturas monstruosas, y finalmente, cuando Dios insiste por última vez, surge la cabeza descomunal del hombre con ojos giratorios balbuceando protestas, seguida de la vulva de la mujer que cae sobre el cuello del hombre. El texto subvierte la tradición del Logos creador, sugiriendo que el lenguaje puede ser el origen del caos y del desencuentro entre el hombre y la mujer.
Cuervo más negro que nunca presenta uno de los momentos más brutales del ciclo: cuando Dios, asqueado del hombre, se vuelve hacia el cielo, y el hombre, asqueado de Dios, se vuelve hacia Eva, Cuervo interviene clavando cielo y tierra juntos. El poema reinterpreta la crucifixión como acto fundacional de una alianza corrupta e irreparable. Hughes intensifica el negro como si ajustara un diafragma hasta cerrar del todo la apertura: expulsa la retórica, reduce el lenguaje a lo imprescindible y deja solo la constatación seca: «El hombre no podía ser hombre ni Dios Dios». Cuervo, lejos de redimir, perpetúa la agonía mientras ondea «la bandera negra de sí mismo»
La inclusión de poemas no presentes en las ediciones de 1970 y 1972 enriquece la textura del libro. Estos textos adicionales no funcionan como apéndices; al contrario, reabren el ciclo con nuevos registros —balada, himno, sátira, salmo— y expanden el universo más allá del protagonista. Aparecen otras criaturas (osos, lobos, tigres, búhos), escenas de violencia política o pesadillas domésticas que pervierten formas reconocibles como la nana. El resultado es un conjunto más poroso y polifónico, que mantiene la brutalidad y extrañeza del núcleo original mientras incorpora perspectivas y tonos diversos.
La obra entabla diálogos complejos con múltiples tradiciones literarias y mitológicas. Como señala Doce, la mayor influencia en Cuervo es «la figura clásica del trickster», que representa «el absurdo que se introduce una y otra vez en el designio humano y hace peligrar su obra». Además, diferentes leyendas chamánicas, que el autor estudió con intensidad, se perciben en la estructura episódica y en la figura del protagonista como mediador entre mundos. La sombra de William Blake asoma especialmente en la voluntad de crear una mitología personal que dialogue con las grandes narrativas religiosas occidentales, pero mientras Blake persigue una visión totalizadora y redentora, Hughes ofrece fragmentos que no pueden recomponerse. Como explica Doce, «la larga y hermosa saga solo se revela en fragmentos que no acaban de concordar entre sí». La influencia de Dylan Thomas es perceptible en la densidad sonora y en el uso de la aliteración como principio estructurante, aunque aquí la técnica se desplaza hacia territorios más oscuros y despojados de la exuberancia vital thomasiana. Es imposible no percibir también el diálogo implícito con T.S. Eliot, aunque, si bien en Eliot aún asoma la esperanza de algún tipo de salvación a través del mito y el ritual, Hughes presenta un universo postapocalíptico.
En la traducción, Doce opta acertadamente por una fidelidad rítmica y sintáctica al original que preserva la parataxis martilleante de Hughes y su anáfora obsesiva, fruto de su gusto por la poesía medieval. El traductor no suaviza el léxico: combina registros duros y directos con elecciones cultas cuando el verso lo pide, buscando una fricción equivalente a la del inglés. En los pasajes de imaginería cosmogónica, prioriza soluciones que sostienen la claridad del objeto sin perder extrañeza. Allí donde la traducción es especialmente compleja, la versión ajusta el sentido para conservar el efecto acústico, decisión que privilegia oído y ritmo por encima del calco semántico. El resultado es una brillante voz española, áspera y precisa, capaz de reproducir la sequedad percutiva de Cuervo y sus cambios de tono sin diluir la energía del original.
Cuervo permanece como uno de los logros más singulares y perturbadores de la poesía en lengua inglesa del siglo XX. Nace de una brutal crisis personal en la que los demonios que Hughes venía alimentando se volvieron contra él. El resultado es un universo poético autónomo con sus propias leyes y su lógica interna. La figura de Cuervo trasciende su función como personaje para convertirse en un principio poético, una forma de ver y articular la realidad que descoloca nuestras categorías de comprensión.
La relevancia contemporánea de Cuervo se ha intensificado. En tiempos marcados por crisis ecológicas, agotamiento de los grandes relatos y una sensación generalizada de apocalipsis inminente, los poemas resuenan con una urgencia renovada, independientemente de su trágica genealogía personal. El libro nos interpela desde un pasado que es también presente, y recuerda que nuestras construcciones culturales son defensas frágiles ante fuerzas que no controlamos. Por eso resulta tan importante que Doce nos ofrezca por primera vez en castellano el ciclo completo, en una exquisita edición, tan cuidadosamente prologada, traducida y anotada.
El logro fundamental de Hughes radica en su capacidad para crear una obra que es simultáneamente primitiva y sofisticada, brutal y refinada, mítica y absolutamente contemporánea. Cuervo no ofrece consuelo ni respuestas, pero sí algo quizá más valioso: un lenguaje intuitivo capaz de articular nuestra condición en toda su complejidad y contradicción. En última instancia, estos poemas nos colocan frente a la pregunta fundamental sobre qué significa ser humano en un universo que no fue diseñado pensando en nosotros.
—————————————
Autor: Ted Hughes. Título: Cuervo. Traductor: Jordi Doce. Editorial: Kriller 71. Venta: Todos tus libros.


Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: