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Alucinaciones más que razonables

Alucinaciones más que razonables

¿Cómo dice? ¿Que después de todo —de los altibajos emocionales, de las noches robadas a su familia, de los lacerantes silencios editoriales, del ínfimo retorno económico (y de casi cualquier otro tipo)— todavía quiere usted dedicarse a escribir? Bien. Póngase a ello. A escribir, digo. Siéntese frente al teclado, abra una hoja de Word, aporree la barra espaciadora. Sacie el prurito. No hace falta ser muy original en su planteamiento, solo escriba. O bueno, no: mejor sea original. Si puede, claro. Porque, en literatura, la originalidad es un bien más escaso de lo que cabría imaginar. Que sí, que todo está contado, que sabemos que B bebe de A; C, a su vez, lo hace de B; que nadie va a inventar la rueda a estas alturas y bla, bla, bla. Pero la originalidad no es solo contenido, sino forma, actitud, visión autoral. Y cuando un libro aquejado de esta condición recala en tu mesilla de noche, toca celebrar.

Javier Echalecu (1981) demuestra carácter de rara avis con Sin noticias del mundo animal (Mr. Griffin Editor, 2025): una colección de piezas breves en tono alucinatorio, obsesivo y divertidísimo que oscilan entre el cuento, la premisa teórica, la metaliteratura, la reflexión narrativa y lo gozosamente inclasificable.

"El tono, hiperpreciso y serio en su aparente insensatez, entronca sin despeinarse con las Instrucciones para subir una escalera, de Julio Cortázar"

Si no me creen, díganme en qué universo literario caben cincuenta y cinco desvaríos —que no son tales, no se vayan ustedes a creer— en torno a lo finito de la condición humana, nuestra ignorancia respecto del todo, lo paradójico de las relaciones humanas, los pensamientos (in)confesables que albergamos día sí y día también, nuestra lucha sempiterna contra el tedio, la percepción alterada de nuestra identidad que impone el devenir moderno, el despiadado paso del tiempo, nuestro potencial infinito para el deseo, las trampas de la incomunicación y la memoria… en suma, y por si no había quedado claro, sobre lo ridículo y maravilloso de estar vivos.

"El libro de Echalecu es un hallazgo inesperado. Por un lado, sorprende —y para bien— que se sigan publicando cosas así; más llamativo, por desgracia, es que propuestas como esta no tengan mucho más predicamento"

Echalecu agrupa sus dardos en siete secciones de título tan sencillo como descriptivo —especulaciones, alegorías, colisiones, intermedio, ecuaciones, autoficción y epílogo—, y los lanza con tal habilidad que habremos leído más de medio libro antes de darnos cuenta. Porque si una herramienta maneja con maestría el autor no es otra que la del extrañamiento; una de las armas más potentes —sino la que más— de quienes escriben para forzarnos a nosotros, sus lectores, a ver las cosas desde una nueva óptica. El tono, hiperpreciso y serio en su aparente insensatez, entronca sin despeinarse con las «Instrucciones para subir una escalera», de Julio Cortázar. Podría también haber nacido de un feliz cruce entre el humor de los Monty Python —tan inglés como universal— con la escritura fragmentaria y estilosísima del venerado Georges Perec en su vertiente más humorística —si no han leído ya El aumento, seguido de El arte de abordar a su jefe de servicio para pedirle un aumento (La Uña Rota, 2009), no sé a qué esperan—. Y, ya que hablamos de Perec, el uso de fórmulas lógicas, listados, definiciones literales y otros recursos provenientes de la técnica aproxima Sin noticias del mundo animal a los principios de la OuLiPo, siempre a la vanguardia de la experimentación formal. Si nos fijamos en las diferentes hipótesis —la posibilidad de concebir un animal extremadamente lento y agresivo, el horror que habita en caminar al mismo paso que un desconocido por la calle, un futuro de los juguetes sexuales más aparatosos y menos digitales posibles—, incluso sería posible emparentarlo con la patafísica de Alfred Jarry, en tanto que ciencia ficticia que regula las excepciones y lo absurdo. ¡Y hasta hay espacio para un curiosísimo y desternillante caso de autoficción!

El libro de Echalecu es un hallazgo inesperado. Por un lado, sorprende —y para bien— que se sigan publicando cosas así; más llamativo, por desgracia, es que propuestas como esta —atrevida, personalísima y llena de frescura— no tengan mucho más predicamento en un panorama editorial dominado por la planicie y la predictibilidad. Pero para eso hemos subido a esta tribuna: para reivindicar lo que debe ser reivindicado.

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Autor: Javier Echalecu. Título: Sin noticias del mundo animal. Editorial: Mr. Griffin. Venta: Todos tus libros.

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