Es incuestionable que su poesía decadente y simbolista, su transgresora vida, atravesada por la relación amorosa con Paul Verlaine, y el hecho de que escribiese su obra en su juventud, han retratado a Arthur Rimbaud como un poeta maldito, cuya influencia no sólo es evidente en el surrealismo. Casi cuarenta años después de su muerte, su huella poética pervive lejos de Francia, en la obra del poeta búlgaro Aleksándar Vutimski (1919-1943). Conocido como el “Rimbaud búlgaro” por las similitudes entre ambos, debido no sólo al decadentismo en el estilo poético, sino a la homosexualidad, la temprana escritura y muerte, ninguno de sus escritos fue publicado en vida, más allá de algunos poemas en revistas; y aún hoy sigue siendo un autor cuya obra, por causas diversas, no siempre literarias, no ha sido en su totalidad difundida ni publicada. Ojos que lloran (Caleidoscopio – La Tortuga Búlgara, 2025) es una novela a contracorriente y lúcida en el contexto de entreguerras, que sólo conoce una edición búlgara de 2002, razón por la cual esta mimada publicación española, con diseño a cargo de María Vera Avellaneda convierte a esta traducción del búlgaro de Marco Vidal, en una apuesta por arrojar luz sobre literaturas y lenguas de escasa difusión y una joya: “Una vez alguien lo llamó —no recuerdo dónde— «decadente» y, desde entonces, amaba los versos de Rimbaud y Baudelaire”.
“El mundo estaba intranquilo. Las ciudades trepidaban con guerras, epidemias y revoluciones. Las masas indómitas estallaban en las plazas. El aire sofocante mataba. La gente, agonizante, abría el pecho en busca de aire y luchaba desesperada por la vida. Se avecinaba algo terrible y grandioso; algo que nadie conocía. Solo se intuía, se sentía en el aire, como cuando en el insoportable bochorno del verano se espera la tormenta: con miedo, con esperanza, con impaciencia”.
El ambiente bohemio y decadente, de tabernas y cabarets, prostitutas y alcohol en la Sofía de finales de los años 30, donde la tuberculosis se extiende como una epidemia y diezma la salud de los protagonistas, enmarca unos complejos vínculos y afectos para esbozar un amor homoerótico sutil y delicado, que no centra la trama, pero tampoco la rehuye, especialmente entre Grisha y Víctor:
“De pronto, Víctor tomó la cabeza de Grígori entre sus manos y lo besó en silencio; lo besó en los labios, con un leve quejido, temblando entre fuertes abrazos. Cuando Grígori volvió en sí, pudo ver a lo lejos la figura de Víctor sumida en la oscuridad.”
Vutimski traza una historia con rasgos autobiográficos en la que entrelaza la escritura de su libro de “relatos” Cuaderno azul (La tortuga búlgara, 2025, edición con cianotipias): “Grígori leyó un relato suyo dedicado a Víctor que se llamaba El muchacho azul. Y Víctor dijo: «Es extraordinariamente bello»”, y su poesía El muchacho azul (sin traducción al español). Porque esta novela, precursora de un género híbrido, va más allá de la narración, siendo un hondo testimonio de las inquietudes de una generación. Asoma, en una grafía azul, la poesía, el diario, las cartas, y las reflexiones literarias, filosóficas, artísticas y políticas palpitantes de un mundo cuya anatomía se descompone:
“En la habitación del joven pintor Grígori oía el viento salvaje de noviembre de Verhaeren. Rimbaud tensaba junto a su corazón los cordones de sus zapatos al borde del camino. Guillaume Apolinaire y los surrealistas enloquecían en la noche (…) La poesía es el mundo ideal al que aspiramos con nuestros corazones y solo alcanzamos en nuestra imaginación… Y ahora quieren hacer arte realista y social, una lírica alegre y activa, poesía proletaria. (…) la poesía que los escritores ‘sociales’ de hoy en día maldicen persistirá… Muy pronto, de toda aquella ‘poesía por el pueblo’ quedará solo un triste recuerdo, en cuanto el pueblo se cultive con el tiempo y afine sus gustos y percepciones.”
No le es ajeno a Aleksándar Vutimski un humanismo enraizado en un ideal de ser humano clásico, donde reverbera su formación en filología clásica. Se advierte a lo largo de la novela un deseo constante y consciente por hacer confluir los ríos que sustentan la cultura europea de principios del siglo XX y en los que la música ocupa un lugar nada secundario, desde la Rhapsody in blue de Gershwin al jazz o los tangos rusos (existe en YouTube una playlist), que intensifica la atmósfera bohemia.
El amor y la amistad fraguan y tensan la trama entre los cuatro amigos, cada uno de los cuales esboza los recónditos abismos emocionales, y en sus preocupaciones individuales resuena la esencia humana y, por tanto, dúctil al contacto con la vida y sus accidentes. La celebración de la amistad golpea la soledad y el mundo íntimo de cada uno de ellos. Vutimski se descubre como un magistral creador de caracteres por medio de la textura de una prosa lírica y un estilo fragmentado, en parte fruto de no haber podido revisar el manuscrito. Especialmente destacable es el personaje de Nikolái, quien encarna los ideales políticos. Sus reflexiones en torno al fascismo y el socialismo siguen aún vigentes y es él el héroe trágico de esta novela, es él el ángel caído cuyos ojos lloran en la soledad cuando ha alejado a todos de sí:
“Y si por casualidad algún transeúnte se hubiera fijado en su rostro, habría vislumbrado dos ojos, bellos y solitarios, mirando el horizonte nocturno e invisible y la nieve; dos ojos humanos enormes de los que brotaban lágrimas lentas y silenciosas”.
Pero los ojos que lloran también son los de sus amigos, aquellos que abrazaron la desesperanza sumidos en el desasosiego e incertidumbre, mientras ebrios despojaban de la vida su belleza: “Más aprender a correr tras la belleza y menos argumentaciones científicas es lo que necesitan estos imbéciles y sinvergüenzas”. Porque hay una búsqueda incesante de la belleza entre estas páginas, una belleza que se despliega como contemplación y acogimiento del otro, amor y literatura, pues sólo se existe en el arte ante el cual el ser humano presiente lo sublime, como ante un universo desconocido, la naturaleza o Dios.
Leer Ojos que lloran es dejarse sorprender por una literatura que se desborda en su lírica y su estética, que cristaliza las preocupaciones e intereses de un efervescente y agitado periodo histórico y cultural en Europa desde una perspectiva periférica, marginal. Esta novela es una elegía y un canto a la vida y a la libertad. Leer a Aleksándar Vutimski es aprender que la actualidad de un autor está más allá de la recepción en su tiempo, está en la capacidad de presagiar a través de la palabra un mundo que estaba por venir, que ya está aquí.
_________________
Autor: Aleksándar Vutimski. Título: Ojos que lloran. Traducción: Marco Vidal González. Editorial: Caleidoscopio – La Tortuga Búlgara. Venta: Todostuslibros


Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: