Querido y admirado Juan:
Roma, la biblia, la Revolución Francesa, los Nazis, la Historia de España… Es impresionante cuánto has abarcado, lo bien que lo has hecho, lo bien que se leen tus libros y lo que se aprende de ellos.
Es un gozo volver a ellos y disfrutarlos sin prisa, leerlos y retomar el principio, porque siempre tienen algo que enseñarnos y siempre conviene ir atrás para volver a leer y reflexionar, entender mejor.
Es verdad que te tiene que gustar su tono, socarrón, sarcástico a veces, y ahora me refiero a la serie de Historia para escépticos. Pero es este tono, en gran medida, el que le da gracia y dinamismo a tus obras. En buena parte por eso se leen tan bien.
Te imagino trabajando desde muy pronto, madrugando mucho. Una vez me dijiste que si el escritor consigue trabajar dos horas de madrugada, aprovecharlas bien, ya había ganado gran parte del día. Yo doy fe de que esto es así.
Creo que te echas la siesta, o yo lo he visto en alguna foto de alguna entrevista, supongo que para compensar los madrugones. La siesta acaba siendo el complemento perfecto, necesario, para el trabajo a primera hora del escritor, si es que este se produce. Por lo menos así lo he vivido yo muchas veces. Siempre que se puede, por supuesto.
La verdad es que me has dado buenos consejos para escribir, tú que eres zorro viejo en estas lides, como aquello que me dijiste en una ocasión, que era bueno, antes de empezar un nuevo libro, crear un “armazón” con lo básico que sepamos del libro, y luego irlo completando con lo aprendido, con lo documentado, con lo escrito. Me decías que así se ahorraba mucho tiempo y los libros salían mejor.
Eliges muy buenos temas, grandes temas, aquellos sobre los que todos, en el fondo, queremos saber, que no son otros que aquellos sobre los que tú quieres aprender, como me dijiste en una entrevista que te hice. Me dijiste que ésos eran los temas de tus libros, aquellos que querías estudiar para aprender de ellos.
Recuerdo que en otra entrevista me dijiste que a tu edad lo que más te gustaba, o divertía, era aprender. Y que por eso hacías estos libros de Historia “para escépticos”.
Tú empiezas con un conocimiento general sobre estos temas, porque, como afirmas, eres Doctor en Letras, en Historia, pero es luego, investigando en un sinfín de libros y artículos (también viajes), que empiezas a saber, a profundizar.
Yo te he entrevistado, hasta la fecha, sobre tu libro acerca de la Biblia, más exactamente sobre el Antiguo Testamento, también sobre el libro que hiciste a partir de tu viaje a Tierra Santa con Antonio Piñero, sobre tu libro acerca de Roma, y el de la Revolución Francesa… Son bastantes entrevistas. En realidad la entrevista del libro sobre Roma no llegué a hacerla, porque estabas terminando la promoción de ese libro y me pareció que estabas muy fatigado. Entonces decidí no hacerla. Y me lo agradeciste porque habías hecho ya muchos trabajos para promocionar ese libro.
Pero lo leí. Quizá esta carta viene a sustituir, o a completar, aquella ocasión, aquella entrevista que preparé pero no pude hacer.
Me gustó mucho ese libro sobre Roma, en general todos los de la serie. Puede que el que más me guste sea el de la Revolución Francesa, pues está todo magníficamente contado, como es habitual, pero encontré el libro más contenido que otros, en absoluto largo, muy medido.
Pero el de los nazis es excelente, que es muy extenso, y me lo corroboró el escritor Ignacio del Valle, que ha escrito un libro sobre este tema de la Historia. Yo le decía a Ignacio sobre tu libro: “Pero es muy largo…”. Porque es un tomo de alrededor de mil páginas, si no recuerdo mal. Y él me decía: “Si te interesa el tema lo lees entero”. Yo de vez en cuando lo cojo y leo por aquí y por allí. Ésa es otra cosa buena que tienen tus libros, que se pueden leer así, que se pueden leer de muchas maneras, y todas buenas.
Los escritores sabemos cuán importante es el “tono”. Sobre el tono prácticamente sólo hablan los escritores, a lo sumo algunos profesores de literatura, quizá escritores ellos mismos. Cuando el escritor encuentra el tono de su libro, o de su narración, sabe que la mitad del trabajo está hecho, quizá más. Es como si el propio texto hubiera encontrado la forma de decirse, el modo de desarrollarse, de contarse.
Digamos que el tono es la forma de la narración, o de la escritura, el pasado, el presente y el futuro del texto. Es una forma profunda de expresar la forma que tiene el escritor de escribir su libro, de acuerdo con las necesidades del propio libro.
En fin, yo sólo quería decir que tú debiste de encontrar muy bien el tono de estas obras “para escépticos” en tu libro sobre la Historia de España, que fue el primero, si no me equivoco. ¿Cómo es ese tono? Desenfadado, informal, simpático, a veces sarcástico o irónico, dinámico, pero todo ello aliado con un formidable conocimiento de la Historia y de la documentación que cada tema requiere.
Quizá el tono en este caso se corresponda contigo mismo, con tu personalidad y conocimientos.
Nos hemos visto varias veces, sobre todo en presentaciones de libros, o en fiestas de Zenda. Recuerdo la presentación de tu libro sobre la conquista de América, y la de Sidi, de nuestro amigo Pérez-Reverte en la Real Academia Española. Creo que las entrevistas que te he hecho plasman bien lo que eres, tus conocimientos pero también tu carácter. Sobre todo, estoy pensando, la que te hice sobre el libro del viaje a Tierra Santa, que fue una entrevista muy larga y que tú, amablemente, me dijiste que era la entrevista más completa que te habían hecho.
Aquel día nos sentamos a hablar en una terraza cerca de la Plaza Mayor, y me acuerdo que no nos sirvieron nada, no tomamos nada ni tuvimos que pagar nada por estar sentados y hacer la entrevista. No advirtieron nuestra presencia, o eso pareció, y tú dijiste que eso se debía a que no estaba el jefe. La verdad es que nos pusimos a hablar durante una hora aproximadamente y no nos dimos cuenta de nada. Para mí fue apasionante, aunque también tenía cierta tensión por hacer bien la entrevista.
Me parece que eres una persona exigente con el mundo y con tu entorno, pero de gran sentido del humor. Me acuerdo que una vez me dijiste que vivías fuera del mundo y que no te enterabas de nada de “la movida”, es decir, de la actualidad política, fundamentalmente. Es muy posible que se escriba mejor así, mucho mejor, a no ser que te dediques al periodismo político, o de actualidad.
Me dijiste también aquel día que apenas salías de casa, sólo para hacer la compra. Creo que tus lectores, los lectores en general, se pueden hacer a la idea del sacrificio que supone vivir de los libros y ser un gran escritor, como lo eres tú en mi sentir y pensar. De acuerdo que tienes vocación, como la tengo yo, que te apasiona, sí, pero eres una persona totalmente entregada a la escritura desde que se levanta, supongo que muy pronto, por lo que hemos hablado, hasta que se acuesta.
Y los escritores consagrados que yo he conocido son así, o los que se ganan la vida escribiendo, como Sánchez Dragó, Vázquez-Figueroa… Se puede decir que viven para escribir. No hace mucho Gonzalo Grandes, amigo mío, marido de una prima mía y hermano de Almudena Grandes, me decía que su hermana le echaba muchas horas a la escritura, todos los días.
En fin, el que quiera entender que entienda. Mientras, tenemos tus libros, que nos instruyen y nos entretienen, nos divierten, por no decir encandilan. Cuando has terminado de leer uno ya te apetece empezar otro. Eso es mérito tuyo, ni más ni menos. Y te lo agradecemos. Mis mejores deseos, querido Juan, en tu vida y en tu obra.


Hoy, don Eduardo, no le voy a contestar poniéndome en la piel de don Juan Eslava ya que está con nosotros y tiene que seguir con nosotros muchos años más. Así se lo deseo.
Leer a Juan Eslava es un placer. Tanto cuando escribe de historia como cuando escribe novela de ficción. En este último género he disfrutado con obras como “Señorita”, “La burra” (que además parece que es una biografía de su padre), etc. Hay obras que ya tienen muchos años pero que se leen de nuevo con mucho placer: sus enigmas históricos o sus libros de viajes, por ejemplo.
Este historiador, escribe de historia como si ya estuviera de paso de todos los academicismos historiográficos. Eso sí sin llegar a las absurdas posverdades y deconstrucciones históricas. Critica con vitriolismo a las élites de todos los tiempos, sean del régimen que sean. Es una delicia. Los desnuda, dejándolos en su ridiculez y en sus absurdos.
Es un historiador, es un filósofo, es un sabio.
Saludos.