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Colección Cantonet: Las joyas de la corona (III)

Colección Cantonet: Las joyas de la corona (III)

En los artículos anteriores dedicados al apartado de coleccionismo en Cantonet, hice una mínima mención sobre el papel que jugaba la empresa que preserva los derechos de autor de la obra de Hergé. Antes de seguir este escrito con las distintas joyas de la corona que se integran en dicha colección, daré mi punto de vista acerca de los medios que en su momento puso a disposición Moulinsart para poder verificar las posibles obras de Hergé dispersadas entre los coleccionistas.

STUDIOS HERGÉ. Comité d’authentification des Ouvres d’Hergé.

A raíz de la fuerte evolución ascendente que tuvo el interés en el mercado la obra gráfica de Hergé a partir de la película de Tintín dirigida por Steven Spielberg, los herederos de dicha obra, representados por la marca Moulinsart, decidieron crear un comité de expertos hergenianos que pudieran autentificar, o no, la avalancha de dibujos crayonés, encres de xine, firmas, bleu de coloriage, etc, que les vino encima.

Dicho Comité creó un pliego de condiciones y requisitos a cumplimentar por parte de los peticionarios y empezaron a estudiar y valorar la autenticidad de los distintos elementos gráficos que les iban llegando. Lamentablemente no conservo el pliego de condiciones que en su momento nos facilitó nuestro buen amigo Fernando Rodríguez y tampoco me ha sido posible conseguirlo tras dirigirme por correo a la responsable jurídica de Tintinimaginatio, la cual tenía la responsabilidad de acreditar con su firma los documentos que en nombre de dicho comité autentificaban dichas obras.

"Una de las condiciones que comentábamos era que el dibujo o lo que fuere lo tenías que depositar en Studios Hergé, sin fecha de devolución"

La respuesta de dicha jurista fue, con fecha del 9-10-2025, que dicho comité estaba disuelto, ya no existía, no había fecha de restablecimiento del mismo y que por tanto el pliego de condiciones y requisitos que en su momento existió no tiene ninguna validez a día de hoy para poder verificar ninguna obra de Hergé.

Recuerdo las conversaciones con Fernando acerca de dichas condiciones, las cuales, como poco, nos parecían inviables de asumir. Contenían demasiados flecos negativos, provocando una buena dosis de desconfianza por parte de los propietarios de las hipotéticas obras de Hergé a autentificar.

Una de las condiciones que comentábamos era que el dibujo o lo que fuere lo tenías que depositar en Studios Hergé, sin fecha de devolución y tenía que ir acompañado de un seguro a favor de Studios Hergé, el cual les exonerara de toda responsabilidad en caso de cualquier siniestro que pudiera padecer el producto depositado para su verificación. O sea, ante rotura, quemado, mojado o desaparición de la obra, Studios Hergé quedaba exenta de toda responsabilidad y ese hecho se tenía que hacer constatar dentro de la póliza del seguro mencionado.

Se iba aderezando el tema de forma negativa. Dado el tiempo que llevamos en este mundo tintinesco viajando y conociendo distintas personas, recibimos la información de que uno de los integrantes del comité de validación era un conocido nuestro, y no precisamente por sus dotes de empatía y amabilidad. Nos referimos al que fue antiguo director del Museo Hergé, gran conocedor de su obra gráfica pero también poseedor de unos humos, arrogancia y delirios de grandeza impropios de un amante de la obra hergeniana; mas bien al revés, muy propios de todo un elenco de personajillos que se mueven como rémoras alrededor de Fanny Remi y Nick Rodwell. Vamos, deslizándose en plan divo debajo de palio cual mejor Bianca Castafiore.

"Para finalizar con el tema de las autentificaciones, otra de las condiciones exigidas era el pago de una cifra considerable"

El personaje en sí ya se merece el etiquetado expuesto, pero después de conversaciones con la esposa de Jordi Tardà, la cual ya me explicó en su momento que le llegó a dejar en depósito a dicho individuo toda una colección de postales firmadas por Hergé y éstas desaparecieron por arte de magia sin recibir ni compensación ni explicación alguna, todas las alarmas estaban abiertas para que uno determinara negarse en redondo a depositar en manos del comité citado ninguna obra de Hergé que se preciara, estando este tipo presente dentro de él. Encima solo nos faltaba tener conocimiento de que, a veces de forma individual y otras asociado con otros tintinófilos, actuaba como marchante (compra-venta) de dichas piezas artísticas con la firma de una empresa creada ex profeso.

Para finalizar con el tema de las autentificaciones, otra de las condiciones exigidas era el pago de una cifra considerable (+- 500 €) para poder acceder al registro de entrada de obras a verificar, cifra determinada en función de una serie de criterios dispuestos por el comité autentificador.

Como bien puede entender el lector, ante tanta desconfianza provocada en el seno del marco acreditativo es de agradecer que se haya disuelto, aunque entristece que una obra gráfica tan importante como la de Hergé haya quedado en manos de un mercado libre cuya interpretación de las autenticidades esté en duda. Vamos, que te tienes que mirar bien lo que compras, porque en cualquier momento te venden una falsificación sin opción a ser autentificada por técnicos entendidos y te quedas con una cara de bobo de las que hacen época.

Para finalizar, con anterioridad he mencionado a un elenco de personajillos que vivían alrededor de Fanny Remi. Es bien cierto que dan la sensación de que sean como un escuadrón de rémoras con mirada altiva y pedante.

Por contra, lo que sí puedo aseverar es que la señora Fanny Remi es toda una dama. Las dos o tres veces que hemos tenido el placer y honor de tratar con ella siempre nos ha transmitido una gran dosis de agradecimiento, dignidad, humanidad, serenidad y la suficiente empatía como para no marcar ningún tipo de postureo con los aficionados a Tintín. Si tuviera que buscar algún personaje de las aventuras  con quien poderla asemejar, la bautizaría con el nombre de Sra. Cantonneau (Las siete bolas de cristal).

DIBUJO ORIGINAL M. MOPS.

En su faceta de publicista y diseñador gráfico, en el año 1932 Hergé, al frente de L’Atelier Hergé, recibió el encargo de los grandes almacenes llamados Au Bon Marché para llevar a cabo la ilustración del catálogo-almanaque anual, con una serie de ocho páginas de un personaje que ya había salido con anterioridad de la mano de los gamberretes Quick et Flupe. Dicho personaje tiene como nombre M. Mops. Estas ocho páginas, bajo el título “Cet amable M. Mops”, fueron incorporadas en dicho catálogo como símbolo de buena conducta hacia los demás ante las distintas vicisitudes que se va encontrando y que es un fiel reflejo y homenaje a Charles Chaplin, del cual Hergé era un ferviente admirador.

Una vez hechas las presentaciones de dichos dibujos encre de xine soy informado de que en los escaparates de una joyería situada en el barrio de Sant Gervasi (Barcelona) se encuentran expuestos un buen número de artículos y productos tintinescos.

"En ese stock había muchas litografías enmarcadas, las cuales Jordi tenía preparadas para llevar a término exposiciones aunque todas eran reproducciones de originales"

La joyería estaba regentada por un señor llamado Toni Carbó, y en su interior se publicitaba una sala de subastas llamada Setdart mediante un cartel propagandístico. Toni Carbó, joyero de profesión, su local, a la vez de taller de montaje de joyas, ejercía de sucursal de dicha casa de subastas, con sede central en la calle Aragón de Barcelona.

Dicha sala de subastas me era conocida porque en ella se llevó a cabo la venta de una buena parte de artículos de la colección de música y rock que la viuda de Jordi Tardá puso en depósito para ser subastados. Con años de anterioridad ya tuvimos relaciones comerciales con la esposa de Jordi, llegando a comprarle su biblioteca tintinesca personal.

Me puse en contacto con Toni Carbó y nos emplazamos en día y hora para poder ver el producto que custodiaba para ser vendido. Visitamos la tienda en tres ocasiones, constatando que en su almacén había mucho más producto que el que pudiese colocarse de forma atractiva en el escaparate de su tienda. Resultó ser que todo ese producto tintinesco era propiedad de la viuda de Jordi Tardà, había estado en subasta en la sede central de Setdart, quedó desierto de licitaciones, lo que supone el nulo interés del mercado hacia el mismo, y finalmente todo lo no vendido se llevó a la joyería de Toni para irlo ofreciendo al detall.

En ese stock había muchas litografías enmarcadas, las cuales Jordi tenía preparadas para llevar a término exposiciones, aunque todas eran reproducciones de originales. Todas menos alguna que otra sorpresa que apareció, como veremos.

En aquellas visitas a la joyería, cada vez que íbamos salíamos con la adquisición de algún que otro lote, la mayor parte de veces litografías (copias) enmarcadas que hicieron el disfrute de los tintinólogos apasionados a aventuras concretas (amantes del Tibet, joyas de la Castafiore, esbozos del Museo Imaginario, etcétera).

La mayor parte de cuadros valían, como me dijo mi amigo Patrice Cardon, “une bière, deux bières” como mucho. Meras reproducciones cuyo enmarcado podía valer casi como su contenido. Eso sí, reproducciones de alta calidad (pruebas de grabador) que nadie más había ofrecido y dispuesto en el mercado.

"Entre todos esos lotes de reproducciones aparecieron dos originales. Dos cuadros que no eran reproducciones"

Entre todos esos lotes de reproducciones aparecieron dos originales. Dos cuadros que no eran reproducciones y que gestioné su adquisición directamente con la mujer de Jordi.

Uno de ellos era un encre de xine del título del libro El cetro de Ottokar en castellano. Aunque tenía todas las guisas de ser un prototipo del titular del libro citado, solo por el hecho de ser cónsul de Syldavia ya me provocaba una cierta atracción personal. Después de entablar con Romy un cierto mercado persa de cifras que satisficiera a ambas partes, llegamos a un acuerdo y se lo compré. El otro cuadro, al no ser de Tintín ni de sus aventuras (M. Mops), la negociación fue más fácil, dado que tampoco sabíamos ni de lejos la transcendencia que pudiera tener. Ni Romy ni nosotros.

Todo este cambalache de compras y negociaciones se produjo durante un mes de febrero, a puertas de nuestro viaje anual a Bélgica para hacer acto de presencia en la asamblea de Les Amis d’Hergé.

Ante la escasa confianza que nos producía el Comité de Autentificación de Studios Hergé por lo explicado con anterioridad, Mª Carmen y yo decidimos cargar en el coche unos cuantos cuadros referidos para poder ser enseñados y si cabe evaluados por los distintos expertos que en dicha reunión se concentran.

Así pues, el jueves anterior a la asamblea tomamos ruta hacia la frontera con Francia, pasamos por Perpiñán, Lyon y finalmente llegamos a Troyes, ciudad en la cual pernoctamos después de unas buenas diez horas de viaje y sus correspondientes paradas de descanso. El viernes por la mañana, una vez bien desayunados, reemprendimos la marcha, llegando a Bruselas antes del mediodía. Tiempo suficiente para hacer visita obligada a toda una serie de librerías en donde poder escudriñar entre montones de libros la posibilidad de obtener algún que otro ejemplar de aquellos que en España sea inútil buscar y encontrar. No sé cómo nos lo hacemos (los tintineros me entenderán), pero de dichas tiendas siempre acabamos saliendo por su puerta con un buen número de libros.

"Llegados al cuadro del título de El cetro me dio a entender que podría estar hecho por algún colaborador externo de Studios Hergé"

Una vez finalizadas nuestras pesquisas en plan ratoncillo de biblioteca volvimos a coger carretera y manta hasta nuestro destino final, que no era otro que el hotel de Nivelles, en el que se iba a celebrar la asamblea comentada. Acostumbramos a llegar a primera hora de la tarde para gestionar la entrada en el hotel y con posterioridad empezar a departir con todos los tintinólogos que ya te encuentras en la cafetería o en salas adyacentes del hotel, muchos de los cuales, al venir desde distintos puntos de la geografía europea e incluso asiática, se reencuentran físicamente tras un largo año plagado de noticias tintinescas a poder comentar, departir y compartir.

Haciendo acto de presencia en la cafetería del hotel nos encontramos con un grupo ya de amigos a los cuales saludamos. Jean Michel Noseda (tesorero de ADH), Olivier Roche, Phillipe Fontaine, Harry Edwood y el estimado Patrice Cardon. A éste último le requerimos para que nos acompañara al parking y poderle enseñar los cuadros que habíamos transportado desde Barcelona para que me pudieran dar opinión sobre ellos. Al margen de los dos comprados de El cetro de Ottokar y el de M. Mops, había unos cuantos que eran propiedad de Romy, ya que me dio el olfato de que simplemente eran buenas reproducciones sin más, pero le acepté el compromiso de llevarlos a este encuentro tintinesco para poder tener una opinión profesional sobre ellos.

Efectivamente, Patrice, al ver los de Romy, me dijo que como mucho el precio del marco, para ser condescendientes, ya que eran reproducciones sin más. Llegados al cuadro del título de El cetro me dio a entender que podría estar hecho por algún colaborador externo de Studios Hergé y aunque el Comité de Autentificación me ocasionara todos los recelos del mundo era el único órgano que me lo podría acreditar. Evidentemente, la diferencia de prestigio y consideración que hay entre lo dibujado en Studios Hergé y lo dibujado por externos es abismal.

Finalmente llegados al encre de xine de M. Mops, tras hacerle una revisión ocular me dijo:

—Enric, voy a llamar a Fontaine (responsable de Archives Hergé) para que venga y se lo mire.

Así lo hizo y en unos quince minutos ya estaba junto a nosotros. Patrice le ofreció en mano el cuadro, estuvieron analizando diferentes aspectos técnicos del mismo y finalmente Fontaine me dijo:

—Enric, te propongo coger el cuadro e ir al despacho de Phillipe Goddin para que le eche un vistazo.

Evidentemente cerré el coche, cogí el cuadro y les acompañé al hotel donde se celebraría al día siguiente la asamblea y en donde Goddin estaba trabajando en su despacho. Llegados al mismo, nos presentamos, ya conociéndonos por distintos lances tintinescos compartidos, y Fontaine le invitó a visualizar el cuadro suscitado. Se sentaron en una mesa de reuniones mientras que Patrice y yo nos quedamos de pie, con la expectación que provocaba la situación. Estuvieron contrastando diferentes aspectos del dibujo enmarcado y finalmente veo que Goddin se levanta y me dice:

—Monsieur, c’est bon!

Me quedé atónito y estupefacto. Entonces me explicó la historia de ese dibujo.

—Es bueno, pero no es el de 1932 hecho por Hergé en su empresa de diseño y publicidad L’atelier Hergé.

El tema es que el dibujo de 1932 consta como desaparecido, ya que cuando se le precisó para ser utilizado ilustrando la enciclopedia de Les Archives Hergé editada a mediados de 1970 (cuatro tomos en negro, azul, rojo y verde inglés), se encontraron que dos de dichos dibujos habían desaparecido. Ante tal desaguisado Hergé decidió rehacerlos y redibujarlos de nuevo bajo toda una serie de pautas exactas a los dibujos de la serie de los seis que sí quedaron bien guardados. Así se hizo, así los firmó Hergé y uno de estos dos dibujos redibujados es el que se encontraba en nuestras manos.

"Ante la satisfacción que me había provocado tal autentificación le pedí al bueno de Goddin el poder hacernos una fotografía conjunta acompañados del dibujo enmarcado"

No sin querer cuestionar su criterio profesional, le pregunté si podría ser una falsificación del dibujo mencionado y me contestó que habiendo verificado las técnicas de entintado y letreado del mismo era muy improbable.

Aparte, había un aspecto que era irrefutable. La marca del papel utilizado para ser dibujado y entintado. Marca SCHOELLER PAROLE, impresa en el papel mediante la técnica de relieve en seco.

Claro. Cuando me enseñó el relieve en un extremo del cuadro, cosa que ni yo mismo había percibido y habiendo sido mi persona profesional de artes gráficas, entendí la imposibilidad de falsificar dicho dibujo.

Finalmente, y ante la satisfacción que me había provocado tal autentificación, le pedí al bueno de Goddin el poder hacernos una fotografía conjunta acompañados del dibujo enmarcado, a lo cual accedió gustosamente.

Le agradecí enormemente a Goddin su autentificación y en ese momento me preguntó dónde había adquirido dicho dibujo. Le expliqué su antigua pertenencia, a lo que con gesto de aprobación me reafirmó su autenticidad. No en vano Goddin y Tardà fueron muy buenos amigos.

Saliendo del despacho, Patrice me felicitó y me comentó que guardara como oro en paño la fotografía con Goddin, ya que si no está muy seguro de la autenticidad de una obra, rechaza de plano el fotografiarse con la misma. Demasiado prestigio en juego como para ir fotografiándose con reproducciones y falsificaciones.

"Me pidió ver el dibujo y una vez se lo enseñé se me quedó mirando un par de segundos"

Salimos tan contentos del desenlace que invitamos a todo el grupo donde estaba Patrice a une bière, e informados de lo acontecido, lo explicado se extendió como un reguero de pólvora provocando que más de un tintinólogo presente en la cafetería se acercara, interesándose por el cuadro y su precio en caso de querer venderlo, a lo cual nos negamos porque decidimos que ese cuadro tenía el honor y el privilegio de ocupar otra joya de la corona de Cantonet.

Al día siguiente, una vez finalizada la asamblea de la asociación y dispuestos a disfrutar de la cena con gran parte de los tintinólogos presentes, una vez aposentados en la mesa y ya llegados a la hora del café, le expliqué a Gaëtan Laloy la experiencia con el dibujo enmarcado en el despacho de Goddin. Me pidió ver el dibujo y una vez se lo enseñé se me quedó mirando un par de segundos y acto seguido me soltó:

—¡No me digas que tú eres poseedor de este dibujo!

—Sí, ¿por qué?

Y después de una prolongada carcajada me contestó:

—Porque yo soy propietario del otro dibujo desaparecido y posteriormente redibujado.

Las risas y los brindis por nuestra fortuna se hicieron virales en la sala, siendo felicitados por muchos de los presentes. Siempre dispuestos a ser felices con nuestras experiencias personales al entorno de este mundo en el cual, por suerte… siempre nos quedará Tintín.

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Juanma
Juanma
1 mes hace

Genial Enric.

Enrique
1 mes hace
Responder a  Juanma

Ahí estamos Juanma !!! Tintineando !!!