El escritor madrileño José Carlos Rodrigo Breto acaba de publicar Michel Houellebecq: La corrosión de lo humano (Ediciones del Subsuelo), un libro que repasa la narrativa completa y publicada hasta la fecha del escritor francés.
José Carlos Rodrigo Breto nos ofrece en Michel Houellebecq: La corrosión de lo humano un ensayo creativo, en la línea de sus dos anteriores ensayos, dedicados también a autores contemporáneos (Cărtărescu y Kadaré), que no solo nos invita a descubrir y redescubrir la obra houellebecquiana, sino que propone toda una galaxia de lecturas que nos sirven para situar la obra del francés en el contexto de la literatura del último siglo.
Para entender un poco mejor la obra de Houellebecq, e invitar al mismo tiempo a su lectura y relectura, Koldo Concejo y José de Montfort conversan con el ensayista y escritor madrileño sobre todas las claves de la narrativa houellebecquiana: las cancelaciones y la pérdida de lo humano, la soledad, la tristeza, la desesperación y las ideas de suicidio, los no lugares y la incomunicación, entre otras.
Michel Houellebecq se ha ganado una reputación diabólica como agente provocador, pero lo cierto es que produce un deslumbramiento literario como muy pocos han conseguido en los últimos tiempos. Afrontar la obra de este autor descomunal, de los mejores de la literatura francesa de todos los tiempos, y eso es mucho decir, desde su imagen pública o desde los prejuicios personales de cada uno, es otro error que se comete con demasiada facilidad. Muchos se aproximan a la obra de Houellebecq sin comprenderla, sin entender que el planteamiento general del escritor francés es la decadencia del ser humano, en concreto el individuo de la segunda mitad del siglo XX y el de comienzos del XXI. Lo acusan, por tanto, y lo odian, por los temas que trata: sexo explícito, violencia, machismo, racismo, islamofobia… Pero todos ellos son elementos con los que construye una obra que se interconecta y desemboca en un solo punto: la distopía cercana, próxima, porque mucho de lo que anuncia como apocalíptico ya convive con nosotros.


Un placer escucharlos .