Este ensayo clarifica las características del arte y la cultura que vivimos en los inicios del siglo XXI, los modos peculiares que le definen, sus riesgos y sus aportaciones. Una reflexión sobre la decadencia y el futuro, escrita por un autor que muestra a la cultura como la auténtica solución en estos momentos de cambio.
En este making of Diego Martínez Torrón explica de dónde surgió la idea de El viejo librero: Cultura del tiempo perdido (Renacimiento).
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La idea de lo que llamo el Tiempo de la Impostura, aplicada a los modos de la cultura literaria actual, aparece ya en mi novela Éxito, (prólogo de José María Merino, Sevilla, Ed. Alfar, 2013, está en mi página de cervantesvirtual en acceso directo). Y luego en El alma de los libros: La literatura como refugio (Córdoba, Berenice, 2024), donde teorizo el tema y lo aplico al análisis de la obra de algunos autores clásicos. Y ahora en El viejo librero.
Cuando era joven, en la universidad franquista apenas se daban clases, porque era una época políticamente conflictiva. Cursé Filosofía Pura y luego Filología Hispánica en la Complutense, y también me formé en Valencia y Sevilla. Pero, aunque se daban pocas clases, los estudiantes eran autodidactas: acudían a seminarios con pocos alumnos, en los que los profesores debatían sus ideas, cada uno con su perspectiva cultural. Aprendíamos neopositivismo, existencialismo, estructuralismo, marxismo, tomismo, fenomenología o kantianismo. Hoy los profesores se dedican a rellenar incansables formularios electrónicos y a impartir tópicos de lo políticamente correcto.
En esa universidad, cuando se rumoreaba que venía un conferenciante importante, los alumnos atiborraban las aulas. Hoy acuden pocos y si les pasas lista.
Y en aquella época los alumnos compraban libros y libros, y debatían sobre ellos en reuniones privadas. Hoy solo quieren ver películas y utilizar la IA para los trabajos de investigación. Todo porque desde bachillerato han sufrido planes de estudio cada cual peor. Y sin embargo están ávidos de la verdadera cultura, doy fe de ello.
Desde los 70 a los 90 se publicaron en España una gran cantidad de obras de clásicos españoles que no se podrían hoy editar. Hoy malviven las editoriales de clásicos, cuando con la francesa tenemos la mejor literatura del universo. Comparad los catálogos editoriales de sellos de esa época con los de ahora y queda claro.
Hoy prima el mercantilismo en el mundo editorial, y no el valor del libro, y más si se trata de un libro diferente y creativo. Y las librerías parecen kioskos de estación. Y no son culpables los editores y libreros, que bastante tienen.
De este modo se destruye el concepto de las Humanidades, que siempre nos enseñaron que era un saber no útil.
Ha sido el pragmatismo anglosajón el que ha generado esta situación. Admiro a Estados Unidos y he trabajado en muchas de sus universidades. Pero recuerdo dos estancias en la Universidad de California, en la bonita y selecta ciudad de Santa Bárbara: en 1992 había una multitud de pequeñas librerías a las que habrías comprado todos sus libros; en 1996 habían cerrado todas, y solo había un gigantesco Barnes & Noble donde solo te habrías llevado las obras completas de Edgar Allan Poe y de Walt Whitman, porque el resto de los libros eran basura.
Respeto los buenos best sellers, pero no todo puede ser esto. Aunque haya algún escritor como el gran Arturo Pérez-Reverte, que es capaz de escribir novelas de masas con calidad literaria. Pero, si hoy vivieran Valle-Inclán, Baroja o Azorín, tendrían que escribir solo novelas policíacas para sobrevivir.
Es así el Tiempo de la Impostura. Y en este libro contrapongo el concepto de cultura de mi juventud al de ahora. Así compongo un testimonio que enfrenta dos modos diferentes de cultura, o de falta de cultura. Pero es la estructura educativa y cultural la que falla, no las personas: la juventud siempre es el futuro.
La clave está en las nuevas tecnologías, enormemente útiles, pero que han desmantelado todo el rico engranaje de las Humanidades. Aunque, sabiendo de la enorme vitalidad de la civilización occidental, si pervive, auguro una época futura mejor que la nuestra, cuando el péndulo de la Historia haya corregido nuestros errores.
Por eso he escrito este libro, de modo que he querido ser ameno, con breves apuntes, a veces casi aforísticos, que pueden ayudar a los jóvenes lectores y escritores a valorar la cultura de un tiempo que se desvanece.
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Autor: Diego Martínez Torrón. Título: El viejo librero. Cultura del tiempo perdido. Editorial: Renacimiento. Venta: Todos tus libros.


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