El primer editor

He conocido ya a muchos editores, he trabajado con muchos, y, si lo pienso, todos me han enseñado algo o mucho; todos eran, o son, inteligentes y capaces. He publicado ya muchos libros que me han llenado de felicidad, en efecto. Pero he decir que el primero de estos editores, aunque finalmente no me publicara ningún libro, fue Javier de Juan.

Fue al primero al que yo le di textos míos para que los leyera. Fue el único con el que he jugado al tenis —y muchas veces—, en la urbanización Montepríncipe, donde vivíamos. O a las palas, cuando pedía un sparring para practicar, para entrenar. Incluso fui babysitter de sus hijos algunas noches. Y siempre hablábamos de literatura, de sus libros, de sus autores. De lo que yo iba leyendo entonces.

Siempre aprendía de él, de su muy amena conversación. Javier tiene el don de la palabra, sobre todo de la palabra oral, en mi opinión, que ejerce magistralmente. Por escrito se defiende bien, pero cede ese magisterio a los escritores con los que trabaja, como pudo ser Antonio Gala en su momento, del que publicó varios libros.

Fue editor de Espasa-Calpe durante años, y la renovó y la modernizó, según recuerdo. Me regaló bastantes libros de Espasa, y otros los compré, como La verdad sobre el caso Savolta, de Eduardo Mendoza (Austral Contemporáneos), que acaba de ganar el Premio Princesa de Asturias.

Era un hombre siempre atento a la sociedad, a lo que la sociedad hacía y ofrecía. Y lo estaba como persona curiosa y viva, y por supuesto como profesional. A chicos muy jóvenes como yo nos daba sus libros para saber nuestra opinión y tenerla en cuenta. Todo era importante para Javier de Juan.

Ahora que están montando las casetas de la Feria del Libro de Madrid cerca de mi casa, en el Retiro, y que ya estamos en época de libreros, de editores y de autores, me he acordado de Javier de Juan, el primer editor que yo conocí, y que sin duda ha marcado la imagen que tengo de este oficio, hermoso y difícil, “divino, si encubriera más lo humano”, como dijo Cervantes de La Celestina.

Hace años montó una editorial independiente, muy personal, que ha derivado sobre todo en libros de fotografía, aunque publica muchos otros libros. Hace poco me dijo que para qué se iba a retirar si la editorial iba bien. Y tenía mucha razón.

Tanta que acaba de crear una nueva colección de ensayo sobre fotografía, con un primer título llamado Las mujeres disparan, de Carmen Dalmau, un libro sobre las mujeres fotógrafas de la Historia de España que tiene un aspecto estupendo.

Yo he hecho un poco de memoria de mi vida con Javier. He recopilado algunos libros editados por él, libros que tengo por casa: Antonio Gala, José Antonio Marina, Saul Bellow, Juan Ramón Jiménez, Cristina García Rodero, el Quijote… Es probable que sólo con los grandes nombres que ha editado Javier ya se pudiera llenar este artículo.

Siempre el libro fue el mejor regalo que me podían hacer, y bastantes libros me los regaló Javier de Juan o su mujer María Dolores Bagudá, que trabaja con él.

Siempre lo recuerdo dinámico, contando una anécdota, un encuentro interesante, un nuevo proyecto, o escuchando con los cinco sentidos a su interlocutor. También con la raqueta de tenis en la mano, corriendo por la pista, con la agilidad del que ha hecho deporte toda su vida.

Desde aquí le doy la enhorabuena por su nuevo proyecto y le deseo mucha suerte. En realidad le doy la enhorabuena por toda una vida dedicada a los libros, con tanta dedicación, con tanto acierto.