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Elogio del sudapollismo

Elogio del sudapollismo

Rebeca Argudo no soporta, entre otras muchísimas cosas, el vayapordelantismo en el columnismo patrio. La quiero como amiga, la admiro (moderadamente) como articulista y hasta le perdono que use palabras imposibles como quien se pide un gintonic con sus botánicos. Pero su guerra santa contra el vayapordelantismo me la paso, con cariño, por el forro de mis prioridades, porque, a mi edad, he tecnificado algo muchísimo más importante: el sudapollismo. Una filosofía de vida, un credo, un plan de pensiones emocional. Una vacuna contra la estupidez —ajena y propia— que debería ponerse el país entero.

Creo que todos tenemos que entregarnos con delectación al sudapollismo, porque rebaja tensiones, elimina dramatismos y delimita con un feroz realismo la verdadera importancia de determinadas cosas y de no pocos congéneres. El sudapollismo es como ponerse unas gafas nuevas graduadas para la indiferencia selectiva. De pronto ves con nitidez que no todo merece tu energía, ni tu mala leche, ni tu tiempo, ni tus noches en vela pensando por qué ese capullo de mierda no respondió al WhatsApp.

"Carlitos lo de que le dieran el coñazo lo llevaba fatal. Fatal, modo a mí no me jodes un viernes noche con tus polladas"

Obviamente, el sudapollismo es nominativo. Cada uno tiene el suyo, lo personaliza y lo ejecuta según sus propias necesidades, sus filias, sus fobias, sus almíbares y sus bilis. A mí, por ejemplo, me detonan el karma esas cosas modernas tipo “primer turno en los restaurantes”, como si la vida fuese un internado suizo o una residencia donde te llaman a comer con campana; o ese espanto de hacer cola para entrar en una tienda. Una tienda. Que no es la consulta del oncólogo, ni el templo de Luxor, ni el backstage de los Rolling. No, una tienda donde probablemente solo venden sudaderas que parecen pijamas.

Pero yo eso ya ni lo sufro: me pongo el traje de neopreno del sudapollismo y, flop, resbala todo.

Mi auténtico gurú, mi sensei, mi Obi-Wan Kenobi del sudapollismo, ha sido siempre Carlitos, un amigo de los de toda la vida. Un referente. El más grande de los pioneros. Si hubiera una Universidad Complutense del Sudapollismo, él tendría una cátedra vitalicia y un busto en la entrada.

Cuando éramos veinteañeros —y aunque a esa edad el tiempo todavía te sobra, no te come el almanaque y el puto reloj no te recuerda cada mañana que estás más cerca de suplicarle que no marque las horas porque, esta vez sí, tu vida se acaba— a Carlitos lo de que le dieran el coñazo lo llevaba fatal. Fatal, modo “a mí no me jodes un viernes noche con tus polladas”.

"No escuchar dramas de gente que, seamos sinceros, ni era su mejor amigo ni le había pedido permiso para traumatizarle el aperitivo"

Carlitos tenía una brújula interna calibrada con precisión militar para detectar el cansinismo. Entraba en un bar, decía “¿qué tal?”, que era pura cortesía de colegio de pago, y para nada una invitación a que el receptor de ese saludo le contara que sus padres se estaban separando, que tenía una fístula del tamaño de un garbanzo o que estaba pensando dejar a Pilar porque últimamente como que no había feeling. Feeling. Esa palabra que siempre aparece en los momentos donde hace falta todo menos una palabra inglesa y que solo quedaba bien cuando la pronunciaba Rocío Jurado.

Porque Carlitos, en realidad, solo quería pillarse un pedo de arder a lo bonzo —que es el único pedo digno de juventud— y descojonarse con la cuadrilla. No escuchar dramas de gente que, seamos sinceros, ni era su mejor amigo ni le había pedido permiso para traumatizarle el aperitivo.

Así que, cuando el interlocutor —digamos que se llamaba Pablo— empezaba con el relato trágico de su penosa vida, Carlitos lo miraba fijamente a los ojos, con ese respeto que solo se le tiene a los perdidos, y le entregaba una tarjeta. Una de las de cartón. De las de antes. Como un señor serio.

En la tarjeta ponía:

CARLOS XXXXX XXXXX

ME ALEGRA SABER DE TI,

PERO NO LO ESTROPEES.

QUEDEMOS COMO LO QUE SOMOS:

SIMPLES CONOCIDOS.

CUALQUIER COSA, LLÁMAME EL MARTES Y COMEMOS… O NO.

La primera vez que se lo vi hacer casi me atraganto con una aceituna. Pensé que era una performance, una broma, una intervención artística contra el socialrealismo del coñazo. Pero no: era su manera de vivir, de proteger su paz mental antes de que se inventara ese concepto que ahora venden los coaches en libros de título tan largo como de contenido insufrible.

"El sudapollismo es vivir sabiendo que no todo te incumbe, que no hace falta opinar de todo"

De mayores, entendí que Carlitos no era un borde. Era un adelantado a su tiempo. Un precursor del autocuidado. El Dalái Lama del “mira, no me cuentes tu vida, que no me da la mía ni para llegar al jueves”.

Porque el sudapollismo no es mala educación. El sudapollismo es un sistema filosófico que debería tener libros (estos sí, de interés y título corto, al pie), documentales en La 2, una app oficial, un día internacional y una taza con frase cuqui. Es el arte de saber cuándo decir “mira, no, majete, hoy no, mañana tampoco, y pasado ya veremos”.

El sudapollismo es vivir sabiendo que no todo te incumbe, que no hace falta opinar de todo, que no estás obligado a escuchar a todo el mundo ni a ser simpático con quien te roba energía como quien te roba un mechero.

Practicar sudapollismo es entender que la vida es corta, la paciencia finita y los pesados infinitos.

Por eso lo defiendo con pasión. Porque es sanísimo. Porque te alarga la vida. Porque evita infartos, sarpullidos y reuniones absurdas. Porque, si se extiende, este país podría recuperar el PIB y la alegría.

Si logro expandir el concepto o no, sinceramente, me suda la polla. Uno tiene que ser fiel a sus principios.

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ricarrob
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17 ddís hace

Sr. Pery, me va a permitir que disienta totalmente de usted. Pero sin acritud, solamente diciéndole lo que pienso.

No sé si a esta expresión se la puede llamar metáfora o metafórica, ya que cuando evoca tan claramente algo, la metáfora ya no es aplicable. Tampoco conozco la historia social de esta expresión pero creo que nace con los de su generación que no sé si es la X, la Y, la Z, la milenials o la poyenials. Me inclino más por esto último.

En mi caso nunca la he entendido. Claro que soy de otra generación, con una edad provecta y en mis tiempos jóvenes se decían otras cosas: me importa un pito, me importa un pimiento, me importa un comino, etc. O, como dice la excelente canción de la excelente cantante Luz Casal, “Y no me importa nadaaaaaaa”. ¿Se imagina usted que Luz Casal, con esa voz inigualable que tiene, cantara lo siguiente¿: “Y me suda la p….aaaaaaaaa”.

Al filo de mi madurez se empezó a poner de moda lo de “pasar de todo”, el pasotismo y el pasota, No es que sea una expresión feliz pero, por lo menos, no es procaz. Habría que hacer un estudio sociológico sobre este tema de cómo la degeneración del lenguaje trae consigo o va de la mano con la degeneración y la decadencia sociales.

Física o fisiológicamente la expresión es un sinsentido ya que no sé de nadie que realmente le sude esta parte del sistema gonadal masculino. Quizás alguien sea capaz de hacer que se la sude con algún ejercicio gimnástico. No digamos a las féminas, a las que les sería imposible tamaña hazaña, por lo que la expresión no deja de tener un profundo sentido machista. Algunas lo han solucionado con una expresión también procaz y malsonante: “me suda el c…”. ¡Por eso de la igualdad, oiga! Así, entre todos y todas hacemos del castellano un estercolero.

Además, es desagradable al oído, es cutre, es antiestética. Si se la oigo a alguien alguna vez me produce tremendo rechazo. Es procaz, es despectiva para quien la escucha, es impúdica, indecorosa. Malsonante.

Quizás yo sea un pesado infinito y mi vida ya le quede poco recorrido pero la paciencia debería ser una virtud, como siempre lo ha sido. ¿Se imagina usted a la Úrsula von der Leyen decirle a Zelensky “cállate que me suda la p…”?

Un tanto impropio, sí.

Saludos.

John P. Herra
John P. Herra
17 ddís hace

No es sudapollismo, es la edad. O la experiencia de haber visto muchas veces que, aunque el mundo se caiga a trozos, al día siguiente sale el sol con precisión de Creador.

ricarrob
ricarrob
17 ddís hace
Responder a  John P. Herra

Lleva usted razón, sr. Herra. La edad hace que las chorradas, solamente las chorradas, se relativicen. No así el sufrimiento humano que es lo que parece promocionar el sr. Pery. Quiero decir que, a veces, la gente tiene necesidad de contar sus cuitas y debería haber siempre alguien dispuesto a escuchar sin que le sude el glande o la vulva. ¡Qué horror!

Además, por escuchar al otro, no es inevitable que te dé un infarto o te salga un sarpullido. Alargar la vida, cosa que no sé si es recomendable sobre todo si se vive como un gilipollas, se puede conseguir con relajación, empatía y estoicismo y, como usted dice, pensando que el Creador nos ha regalado con los amaneceres y con toda la naturaleza que nos estamos encargando de destruir.

Empatía.

Saludos.

John P. Herra
John P. Herra
16 ddís hace
Responder a  ricarrob

Las mejores personas que he conocido son las que saben escuchar y sentir lo que siente el otro. Eso puede ser una carga… O una virtud que les hace capaces de amar y dignos de ser amados. Cada cual elija. Saludos.

Pablo75
Pablo75
17 ddís hace

El gran Montesquieu, uno de los escritores franceses más lúcidos, ha escrito: “C’est une chose extraordinaire que toute la philosophie consiste dans ces trois mots : je m’en fous ! ” (Es algo extraordinario que toda la filosofía consista en estas cuatro palabras: me importa un bledo).

ricarrob
ricarrob
17 ddís hace
Responder a  Pablo75

¡No caía yo en la cuenta! Así es que los políticos actuales aplican esta frase a su mejor invento: la división de poderes.

basurillas
basurillas
16 ddís hace

Cuando el tal Carlitos me entregó su tarjeta (arriba citada), yo (en un perfecto acto reflejo, recíproco y sinalagmático) le entregué la mía:
PERO TRONCO ¿A QUÉ VIENE LO DEL SUDADO IMPOSIBLE (SALVO QUE LO CONFUNDAS CON UNA DESCARGA BLANQUECINA) SACANDO A COLACIÓN A OBI WAN KENOBI, EL MAESTRO QUE DA SU VIDA PRECISAMENTE PORQUE TODO Y TODOS LE IMPORTAN?
¡ANDA Y QUE “LA FUERZA” TE PENETRE POR DETRÁS!