“Pregunto a Kaltenbrunner quién era, en su opinión, más sádico, si Himmler o Heydrich”
“Himmler no era sádico, era mezquino, un individuo pequeño. Había sido maestro y nunca perdió la mentalidad de los maestros. Disfrutaba castigando a los demás, como un maestro de escuela que pega a un niño con una vara más de lo que se merece y disfruta con ello. Pero eso no es verdadero sadismo. Himmler se creía el responsable de la educación y mejora de otras personas. El extermino de los judíos en los campos de concentración no tiene nada que ver con esto, en mi opinión se debió a la obediencia propia de un esclavo que Himmler debía al Führer.”
Ernst Kaltenbrunner, director de la RSHA (1943/5).
Entre la montaña de documentos usados como pruebas por los aliados en los conocidos juicios de Núremberg, todavía aparecen algunos inéditos como este. A lo largo de los más de dos años que transcurrieron, desde su detención y hasta que se dio por terminado el proceso, veinticuatro lideres nazis fueron sometidos a exhaustivos controles físicos y psiquiátricos semanales. A las distintas prisiones y centros por los que estaban repartidos, la mayoría en zona de control estadounidense, fueron llegando cientos de técnicos encargados de su vigilancia y custodia. Su tarea no solo pasaba por evitar que se suicidaran. Era común, por entonces, la creencia de que los nazis habían urdido un plan a escala planetaria, y, fueron varios los médicos que publicaron sendos libros sobre sus impresiones con los acusados validando esta idea. Buscaban la patología del mal, pero envejecieron rápidamente, porque tanto la ciencia médica como la historiográfica pasaron pronto a plantear esta cuestión desde otros parámetros muy distintos.
Leon Goldensohn, un joven psiquiatra que llegó a Alemania a punto de terminar la guerra, cambió las pautas de sus predecesores. Tomó cientos de notas de las entrevistas, que transcribió, analizó y revisó personalmente, pero nunca trató de escribir nada parecido a un ensayo o un libro sobre su experiencia profesional más determinante. Tras su muerte en 1961, su hermano comenzó a recopilar todo ese material, que, junto a los cuadernos de campo que conservaban sus hijos, aparece ahora en forma de libro gracias a un cuidado trabajo editorial de compilación, selección y traducción; la obra cuenta, además, con la contextualización e introducción de uno de los mejores especialistas en la materia, el profesor Robert Gellatelly. Con esta breve guía y sin muchos más preámbulos para el lector, comienzan las páginas de un libro descarnado, directo, sin más intermediarios que la relación médico-paciente. Por eso es un documento histórico de primer orden, y ahí está su valor fundamental: la descripción, el diálogo íntimo y sosegado, con los máximos dirigentes vivos del nazismo. A lo largo de los meses, mientras preparaban sus propias defensas, el psiquiatra les fue preguntando a todos, sin variación, las mismas cuestiones sobre su infancia, juventud, sexualidad, su ingreso en el ejército, el partido o las SS. El perfil generalizado y común de sus respuestas resulta apabullante. Todos, con independencia de su posición social o familiar, habían cumplido con un deber que consideraban sagrado, creían entusiasmados en lo que habían hecho y seguían sintiéndose parte de un proyecto y de una comunidad superior. Eran el resultado de una evolución histórica, política y cultural, que la guerra terminó de envilecer, pero no eran el fruto de ninguna “patología sádica”, anotaba Goldensohn. Compartían una “personalidad autoritaria”, como la definieron Adorno y Horkheimer, que el lenguaje político y la propia competencia dentro del organigrama jerárquico de la administración nazi, desarrollaría hasta el extremo. Un aspecto que se ve muy bien en las entrevistas y que el propio doctor describió con detalle. Aunque tenía claro que la base de su estrategia exculpatoria era decir que solo cumplían ordenes, todos reconocieron que nunca las cuestionaron, aunque supieran que eran dañinas o erróneas, por temor a que no acataran las suyas. Discernían perfectamente el bien del mal y, en realidad, competían por el grado de eficiencia y productividad, aunque aquello, como todos sabían, implicase aumentar el número de vidas humanas que podían segar de manera más rápida y menos costosa.
La entrevista de Rudolf Hoss, comandante de Auschwitz, es, en este sentido, la más espeluznante de todas, pues muestra el importante grado de autonomía e innovación que tenía cada campo, dentro de una estrategia planificada y sometida a la economía de guerra. Pero no son solo los diálogos con los SS, los policías o los encargados de Interior los que muestran ese ángulo oscuro. La violencia era una práctica cotidiana fomentada oficialmente mucho antes de la guerra, como demuestran prácticamente todas las entrevistas, desde el Ministro de Economía al de Exteriores, o los distintos jefes de operaciones del Estado mayor, pasando por intelectuales como el propio Rosenberg, que vendió millones de libros mitificando una limpieza política que derivó en racial, y que ahora el resto de los acusados aseguraban no haber leído nunca “por aburrido”.
En la última parte del libro, el doctor logra identificar todos esos hitos o “testigos” en la propia conciencia de los dirigentes nazis. Al final de las entrevistas, con el paso del tiempo y del propio proceso, muchos de ellos se preparan para su inminente final y confiesan. Se arrepienten de una serie de actos, pero no de muchos otros, la mayoría crímenes contra la humanidad. No los reconocen como tal, niegan su validez, como su propia raíz democrática, que consideran un sistema incapaz o un campo abonado para el comunismo. Al final, por tanto, aflora su lógica de la violencia. La importancia de este libro, que hay que leer y releer detenidamente, no solo está en su enorme valor documental como fuente de época, sino en que demuestra, en sus propios términos, cómo la banalidad del mal, con permiso de Arendt, no descansa tanto en valores, sino en actos.
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Autor: Leon Goldensohn. Título: Las entrevistas de Núremberg. Traducción: Teresa Carretero, Amado Diéguez y Miguel Martínez-Lage. Editorial: Taurus. Venta: Todos tus libros.


NUREMBERG, 2025
“Si hay un alemán, ¿qué tienes?, un buen hombre; dos alemanes, Bund; tres alemanes, una guerra. Un inglés, tienes un idiota; dos ingleses, un club; tres ingleses, un Imperio” – Hermann Göring (Brian Cox), Reichsmarschall des Grossdeutschen Reich; Nuremberg (2000).
He afirmado, y escrito, no pocas veces que Vencedores o Vencidos, es uno de los grandes guiones de la Historia, si no el mejor. Por consiguiente tenía auténticas ganas de ver Nuremberg (2025), para comparar, esperando que negativamente. Además los encabezamientos que había encontrado en la prensa digital no eran muy positivos. Entré en la sala de cine sin grandes expectativas, lo cual me vino bien: el producto no está nada mal.
Empecemos por lo menos brillante, concretamente la fotografía mate; encuentro en ella falta de nitidez, figuras difuminadas con contornos imprecisos. Es que en este campo defiendo el arte apolíneo, y no lo dionisíaco, indefinición en los perfiles. Tonos apagados, incluso “sucios”; sí, se entiende que dan aspecto de realismo, pero en tal caso prefiero la “ficción” (bella) del Arte. Tampoco descuella por la configuración del encuadre, ni por el aspecto pictórico de éste; demasiado primer (primerísimo) plano, y poco general & panorámico de los que te hacen exclamar ¡guay! En fin, ¡qué fácil es criticar, amigos!, en especial si tus patrones son D. Lean, Ford, G. Stevens, W. Anderson, Sorrentino, D. Villenueve, Fincher etc.
En seguida tomé conciencia de que Nuremberg (2025) no entraba en mi línea estética, añadiéndose que la edición de las tomas (creación del tempo) tampoco me impresionaba… ¡El Maestro!
Por otro lado estoy convencido (y los encargados de las nominaciones de Bosque de Acebos adivino que también) de que a Vanderbilt le importa ante todo y sobre todo el argumento y diálogos. Éstos (vamos al lío) sí que captaron mi atención, y mi aprecio; en esta área sí que encontré las huellas de Vencedores o Vencidos, su poderoso hálito ético.
Ciertamente es arduo alcanzar las cumbres de esta última, pero nuestro director & guionista sale bien parado aquí, apoyado en muy solventes intérpretes. Uno de ellos es desde hace decenios de los Mejores a todas luces (y sin sombras, a pesar de su gordura), australiano/Hispano/gladiador.
Hay un par de escenas que te empotran un nudo en la garganta, son casi del nivel de las de Lancaster con M. Schell, y con S. Tracy. Esto son palabras mayores, muy mayores, y por ahí `podemos calificar nuestra película de acierto, de notable. Por otro lado dudo de que sea un éxito de público, en especial con el joven; barrunto que muchos paisanos catalogarán la historia, como manida, muy tratada, y de escaso interés contemporáneo, esto es, casi Historia antigua. Quiero manifestar aquí mi total, incondicional, absoluta discrepancia con tal posición, cinematográfica, histórica y política.
¿Cuál la tesis del psiquiatra, y por tanto del largometraje? Pues lo podemos resumir con celeridad, y sin perder muchos ápices.
Göring y sus correligionarios (por llamarlos de algún modo y manera) no son dementes, no se les ha ido la olla, eran muy conscientes de lo que hacían, y por tanto responsables…, ergo, pueden ser colgados sin ninguna objeción legal o moral. Kelley asevera que toda esa banda de jerarcas de Herr Adolf era lisa y llanamente gente ambiciosa, obsesionada con agarrar el Poder; las circunstancias se lo pusieron en bandeja, como una Germania humillada y presa de la crisis económica y la inflación galopante de un corcel desbocado. Sumamos a ello un impresionante rearme, y toda una generación joven dispuesta a combatir hasta el fin para restaurar la gloria del antiguo Reich. El odio a los hebreos estaba presente en el Volk, y esos líderes nazis lo aprovecharon para apropiarse aún más a fondo de la voluntad de los germanos. Poblaciones de éstos existían en Polonia, Sudetes, Austria por supuesto; de hecho los había en todas las naciones eslavas (uno de esos individuos por cierto nadaba y lanzaba el yodel estupendamente), incluyendo el Volga ruso. Regiones que se encontraban fuera del (futuro) Reich. Sarre ocupado para pagar la “factura” de la P.G.M., que no se terminaba de cobrar nunca, hiperinflación… humillados y ofendidos. Deutschland (¡über alles!) era barbecho magnífico para que creciera exuberante el odio, el ansia de revancha contra los opresores de Versalles. Sí, todos hemos escuchado en muchas ocasiones las causas (¿subterfugios?) de la S.G.M. Un cóctel de impredecibles (¿o quizás bien deducibles?) consecuencias, en que nuestros “personajes” se zambulleron, para aumentar su gloria y peculio.
Es la conducta de los codiciosos y sin escrúpulos, y según nuestro galeno de éstos hay muchos, pero que muchos, en todos los pueblos y naciones. Incluso en EE. UU. haylos, y si atrapan el Poder, habría una Yanquilandia fascista. ¡Cielo santo!; son estas conclusiones, al final de la película, la que produjeron un frontal rechazo al libro del psicólogo, y a su persona.
Pues sí, esto es el núcleo argumental/tesis de Nuremberg (2025). En los Estados hay muchos lobos hobbesianos, muchos del Egoísmo de Stirner (¡que era alemán!), muchos inmorales; y si les das rienda suelta, el Holocausto se repetirá. No, no es que los Alemanes sean una raza aparte, una mutación, una subespecie del Sapiens (como lo fue el neandertal); son como Vd. y como yo, como todos…, pero con las circunstancias apropiadas llegaron a las atrocidades del Tercer Reich. También nosotros seríamos capaces de hundirnos en algo semejante, si el hábitat es el apropiado, sentencia nuestro doctor.
¡Difícil ser más pesimista sobre la naturaleza humana!
Lord Jim…, Si la cobardía puede apoderarse de uno de nosotros, ¿por qué no de otro, de cualquiera, de todos? Si embrujó a Hitler, Göring, Himmler, Hess, Goebbels, Streicher, Speer, von Ribbentrop, von Papen, Kaltenbrunner…, ¿por qué no a otros, no arios incluso, no europeos, a Vd., a mí, a su vecino, a mi vecino? ¡Glub!
-Poli bueno: Me he preguntado mil y veces, y Vds. también, cómo es posible que la Edad Oscura nazi se adueñara de Das Land der Dichter und Denker (que sí, suena estupendamente en Deutsch). El Pueblo de: Kant, Leibniz, Bach, Beethoven, Goethe, Schiller, Gauss, Hölderlin, Durero, los Grimm, Guttenberg, Kepler, Koch…, que será posteriormente el de Hitler, ¡inconcebible!
-Poli malo: de impensable nada, querido poli. Es muy verdadero el aserto de homo homini lupus; si al Sapiens se le presenta la oportunidad de imponerse, dominar, explotar, apabullar, humillar, incluso torturar a otros de su especie, ¡lo hará! Porque todos perseguimos la riqueza, y ante todo el Poder, sin consideración ni conmiseración.
-Poli- bueno: Eres tan derrotista como el Psiquiatra. Por otro lado a esos criminales hitleriano se les juzgó y condenó en Nuremberg, por tanto comunidad internacional consideró que tales comportamientos no son naturales, no son humanos.
-Poli malo: Los tribunales y jueces de los Vencedores, para mostrar a todo el planeta su Ideología/Máscara, falsa conciencia lo expresaría El Treviriano. ¡Todo fachada! Rami no puede ser más diáfano al final de la proyección: también en América podría haber sucedido, ¡o podría ocurrir! Insistir en lo que enuncian los propios magistrados aliados, que no se puede juzgar a unos ciudadanos con las leyes de otro Estado, a las que no están sujetos…
-Poli bueno: Los Derechos Humanos Universales, el Derecho Natural…
-Poli malo: ¡No existen! Son invenciones de escolásticos, empapados por sus creencias cristianas; y de ingenuos optimistas de Las Luces. Los derechos son sencillamente generados y otorgados por una colectividad (Estado moderno habitualmente), y sólo es aplicable a sus miembros, y no a otros. Si ese Estados desaparece, “sus” derechos se extinguen con él, y punto pelota. De modo que el mariscal y Cía. están privados de ello: los angloamericanos pueden colgarlos, ¡y ya ésta!
-Poli bueno: Conozco tu posición ética y epistémica en esto, poli amigo, porque la hemos debatido en no escasa ocasiones. ¡Pero es que no me has permitido acabar mi párrafo! Derecho Natural & Universales son esgrimidos esencialmente por las democracias burguesas ilustradas como su Esencia, y por consiguiente fuente nutricia de todos sus códigos. En base a ello otorgan derechos igualmente (como seres humanos) a los malhechores germanos, les demandan responsabilidades evidentemente, ¡y los ajustician!
-Poli malo: Sigo insistiendo, compañero poli, que los Derechos Humanos son entia fictionis; acuerdos convencionales alcanzados por los promulgadores de leyes. No son más “naturales”, universales, que las normas de tráfico, conducir por la izquierda o la derecha, el código Morse, medir con metros o yardas etc. Podemos cambiarlos o eliminarlos cuando nos dé la santa gana. El mariscal del Reich y el resto de la panda no tienen Estado, por lo cual no tienen derechos, ¡bye bye Fräulein!, ¡al patíbulo!
-Poli bueno: Por el contrario, mi estimado poli, reconocerás que nuestras patrias occidentales están construidas sobre los cimientos de esos principios “ecuménicos”: todos somos iguales, libres… Si los perdemos, ¡se nos derrumba el edificio!
-Poli malo: En el Principio fue la Convención… Sí, compañero, es razonable tu línea de razonamiento. Vivimos en/dentro/por los consensos; si no fuera el caso retornaríamos a la jungla lupina. Por otra parte, y disculpa que persista en mi negativismo, los “reglamentos” de EE. UU., Francia, Reino Unido y la URSS eran muy diferentes a los del Reich, ergo, no aplicables a los ciudadanos de éste.
-Poli bueno: El Führer privó de casi todos sus derechos a los mosaicos…
-Poli malo: Estaba en su “Derecho”, como Jefe del Estado.
-Poli bueno: ¡He ahí la cuestión, Horatio! ¿Es que los judíos no son seres humanos como los arios?; ¿son una subespecie, Untermenschen? ¿Es el caso de que son poco más que utensilios en manos del ergaster/faber/habilis germano? Si hablan, es que son seres racionales, morales, son humanos…, y Herr Adolf no puede privarles de esa Condición.
-Poli malo: Retornas otra vez a ese gran alemán, el bajito de Montaña del Rey. Valoro l,a coherencia de tu cadena deductiva, aunque sabes que disiento respecto a los primeros principios de donde extraes (euclidiniamente) tus inferencias.
Si aceptamos la Ley Divina indubitablemente los facinerosos del III Reich deben ser condenados. En estos tiempos volterianos, los Derechos Humanos acabarían en lo mismo: el cadalso, que es lo que ocurrió en la realidad (y en la película). ¡Ay!, si sólo existen los sistemas legislativos nacionales, no se les puede “tocar”; ¡hum!, no lo veo tan concluyente. Creo que Todos los pueblos, hasta el Volk nazi, implícitamente aceptan que la persona humana (incluso hebrea, eslava, romaní…) nunca puede ser tomada como Medio por otro Homo sapiens (incluso si es un Übermensch).
Por otro lado atendiendo a las res scriptae hemos de dar su crédito a Hobbes; es el caso que la Historia universal indica que no sólo los centroeuropeos de Herr Adolf manifestaron tamaña inhumanidad: persecuciones religiosas, exterminio de poblados enteros, Inquisición, genocidio, Holodomor, jemeres rojos…, y muchos muchos más. Sí, sí, y sí, por supuestísimo que se puede juzgar (¡y colgar!) a asesinos de otros países & leyes, cuando estas últimas no pueden tomarse de ningún modo o manera como máxima universal de conducta política/social/individual… ética.
… NUREMBERG, 2025…
-Poli bueno: Desde que el hombre es hombre, y el tiempo es tiempo (¡el asociado a nosotros evidentemente!) hemos sido capaces de reconocer a los que comparten nuestra identidad zoológica. Es miembro de ésta sí, diferenciada entre las diferentes, en el mundo de la vida. Si el ser enfrente emplea un sistema convencional de signos para comunicarse, en ese instante & situación el tal ente individual es racional; sólo debido a ello merece, no digamos Derechos (término ampliamente expandido en su significado, hasta incluir chuchos & micifuces, y por ello impreciso a veces), pero sí consideración. Esto es, debe ser objeto (sujeto en verdad) de una cierta apreciación, porque usa el lenguaje natural…, y sí es el artificial (e. g. matemáticas), ¡con más Razón todavía! Concedido sí, los conquistadores siempre han esclavizado, desde que el hombre es soldado y el tiempo bélico; pero el esclavo era a menudo escuchado (¡dialoga!), atendido, consultado, y hasta manumitido. Ni más ni menos, ni lo uno ni lo otro, ni esto ni aquello, sino todo lo contrario…, los Sapientes siempre hemos “conectado” entre nosotros, antes del ius gentium, Derecho natural, derecho de gentes de la Escuela de Salamanca, Derechos Humanos de la Ilustración, Declaración Universal…, y todo eso.
-Poli malo: Sigo en mis trece, catorce… y un millón, de que los Derechos no son naturales, sino convencionales; no son universales, sino generados por una colectividad específica, hoy diríamos que son “nacionales”. Por lo tanto los gerifaltes hitlerianos, incluyendo al obeso mariscal del Reich, no pueden ser juzgados ni por el magistrado Haywood (S. Tracy), ni por Jackson (A. Baldwin, M. Shannon).
-Poli bueno: Por otra parte, todos esos hombres de leyes del Tribunal de Nuremberg no pueden afirmar que no hay precedentes, ley internacional para penalizar a toda esa gente (gentuza) nazi: se encuentra incluso en el derecho romano.
-Poli malo: ¡Hum!, ¡eso es para debatir! No olvidemos tampoco que el Derecho anglosajón es esencialmente jurisprudencia, no código napoleónico (civil, racional ilustrado). En cualquier caso lo requetemachaco, ese ius peregrinorum lo creó el Imperio (sociedad, comunidad) romano, no es consustancial al Homo, ni cayó del cielo enviado por Yahveh.