Juan Tallón: “Ya nadie sabe qué es importante”

“La acumulación de acciones, ese estrés existencial, laboral, personal, doméstico nos ha ido distrayendo de las cosas importantes. Ya nadie sabe qué es importante. Vamos de un lado a otro sin cuestionarnos adónde vamos realmente”, dice en entrevista con Efe.

Al principio, el escritor tenía solo el final de la historia, pero en medio del trabajo para otra novela encontró la respuesta a “cómo pueden llegar a pasar ciertas cosas en la vida de unas personas que nunca creyeron que pudiese pasarles a ellas”. Mil cosas relata lo que le sucede a una pareja de existencia hiperactiva, Anne y Travis, en la víspera de sus vacaciones, que coincide además para él con el día de cierre de la revista mensual de la que es subdirector, una jornada especialmente agobiante.

“Siempre hay alguien conspirando para que nos mantengamos continuamente ocupados. Estamos alienados y mis personajes tenían que estar también así“, explica Tallón, que escribió la novela “de una sentada”, en apenas 20 días, porque estaba convencido de que “escribirla rápido era lo que interesaba al ritmo narrativo” y a “generar ese estrés” que experimenta la pareja. Una ansiedad que el lector puede llegar a sentir y reconocer como propia al leer la extenuante vida de sus personajes, que no pueden desconectar de las mil cosas que tienen que hacer y que incluso les impiden disfrutar de pequeños placeres cotidianos, como el de una ducha, por no poder sacarse de la mente lo que viene luego. “No puedes deleitarte en nada, porque sabes que después de lo que te produce placer viene algo que te produce ansiedad. Con la cabeza en la siguiente acción, los días ya solo se entienden como una sucesión agotadora, desesperante de nuevas acciones”.

Tallón no cree que la solución para salir de esta forma de vida “pase por una decisión individual”, ya que “quizás uno puede reconducir su estilo de vida, pero estás sometido a una vida laboral y no puedes cortar por lo sano. El modelo de sociedad capitalista, que no hemos elegido expresamente sino que nos hemos visto abocados a él, nos ha enredado de tal forma que es muy complicado salir de eso”. Y cree que los poderes públicos “deberían ser capaces de poner límites a ese modelo”, aunque el turbocapitalismo “ha generado unos monstruos tan poderosos que están más allá de lo que los gobiernos nacionales pueden hacer”.

La novela no solo plantea la vorágine, la inercia y la dispersión; también “la angustia que nos generan nuestros trabajos. Te vas empobreciendo pese a tener trabajo, lo que antes era inconcebible. Hay gente que necesita dos trabajos para salir a flote. Tememos a la conflictividad laboral, a los jefes, a los compañeros… Hay algo en el trabajo que si antes nos proporcionaba tranquilidad, ahora nos genera tensión”. Una tensión laboral que también vivió Tallón, que se pasó “unos cuantos años sometido a todo lo que implica una redacción”, aunque su “más intensa” vocación literaria “se las ingenió para salir de la cadena del periodismo de las redacciones”.

Ahora lleva una docena de años como autónomo, colaborando con algún medio y sobrelleva “la precariedad” de que lo puedan echar y de que su estabilidad se desmorone “caminando en el alambre a varios metros de altura” sin mirar “hacia abajo para no sentir el vértigo”.

Travis, su personaje, dice en un momento de la novela que le gustaría “vivir como si nada”, pero “vive como si todo”. Al escritor ourensano, que reside en su provincia natal, le ocurre lo contrario. “Vivo serena, livianamente, tengo tiempo para mí. Estoy instalado en una vida en la que no me acechan más que unas pocas cosas. Ahí reside el éxito, en que no estés atosigado por mil cosas, sino por solo unas pocas, y disfrutarlas claro. En vivir como si nada”.