¿Qué quiere decir Questlove, también conocido como Ahmir Khalib Thompson, cuando titula su último libro Hip-Hop es historia? Al menos dos cosas: que el hip-hop como género forma ya parte sustancial e incuestionable de la historia musical del ser humano y, al mismo tiempo, que a estas alturas es posible de un modo profundo establecer una cronología y una sucesión de hechos y personajes de este estilo musical que retrate al género con todas sus aristas, sus sombras y sus brillos. Lo mejor del asunto es que la auctoritas de Questlove es indiscutible. Músico (seis Grammys en su haber), compositor, DJ, productor, periodista musical, actor, director de cine, profesor, director musical del late night de Jimmy Fallon y escritor, además de formar parte, como baterista y creativo, de la que para muchos es la mejor banda orgánica de hip-hop de todos los tiempos: señoras y señores, con todos ustedes, The Roots. No escatimen aplausos, por favor. Cuidado, no se dice que sea el grupo más sobresaliente o la personalidad más indudable en el transcurso del más de medio siglo que este arte cuenta a sus espaldas —hay postores indiscutibles, se admiten nombres, seguro que entre ellos aparecen A Tribe Called Quest, Public Enemy, Gang Starr o Kendrick Lamar—, pero sí el que desde 1987 mejor han trasladado al escenario como instrumentistas reputados la estética, rimas y ritmos del género. Y eso, amigos, también es historia (perdóneseme el tono, se le pega a uno la chulería de la posse de The Roots, pese a que ellos no eran ni de lejos los peores malotes del barrio).
Questlove o ?uestlove, como prefieran (Filadelfia, 1971), además de líder de la banda, ha formado parte de grupos musicales como los irrepetibles Soulaquarians o los Soultronics, y se ha codeado con la flor y nata del espectro musical de las tres últimas décadas, especialmente a partir del ingreso de su producción en el siglo XXI y, cómo no, tras haberse alzado entre otros premios significativos con el Oscar de la Academia por su documental Summer of Soul (2021), a propósito del Festival Cultural de Harlem de 1969. Con su anterior entrega bibliográfica se adelantó a las perlas sintéticas y al aforismo trascendente de Rick Rubin en el análisis de los procesos que conciernen al acto de creación, dando lugar al interesantísimo volumen Ponte creativo (Temas de hoy, 2019). Ya puestos, el tipo cocina de maravilla, sabe contar cuentos infantiles y se mueve como pez en el agua en eventos adrenalínicos como es el caso del homenaje al primer medio siglo de vida del hip-hop, celebrado en el Crypto.com Arena de Los Ángeles, durante la celebración de la entrega de los Premios Grammy de 2023, cuya gestación analiza con brío, humor e intriga al inicio del volumen. El conocimiento enciclopédico de Questlove y el hecho de ser contemporáneo del nacimiento de este movimiento musical hacen de Ahmir Thompson la figura predilecta para afrontar el reto de poner un poco de orden desde las mismas entrañas a todos estos años en los que la música y sus aledaños cambiaron para siempre, dando lugar a un análisis por lustros en el que las cimas artísticas y las corrientes principales corren paralelas al detalle secundario, obligado siempre cuando se desea establecer un mapa pormenorizado y fiel de la materia sujeta a desmenuzamiento radiográfico.
Las secciones por lustros le sirven además a Questlove para enmarcar los avances del género, que se mueve por olas de cinco años, la sección temporal suficiente para establecer cambios en las técnicas vocales, los recursos instrumentales, las fuentes renovadas y, mira por dónde, la predilección estupefaciente que pasa por la hierba y acaba en el fentanilo, sin olvidar otros narcóticos analgésicos o estimulantes de alto poder adictivo, a excepción de los alucinógenos tan connaturales a los tiempos preDEA pero ajenos a la atmósfera urbana (¿los hippies ruralistas de Arrested Development acaso? ¿Tal vez De La Soul?). Luciendo su sempiterno peine para ahuecar el pelo al estilo afro —marca de la casa—, el baterista y compositor de The Roots se erige cronista de gran calado. Aprovecha su condición de chico listo al límite del frikismo para montar un historia que es su historia y la de muchos otros. Tras esta biografía intelectual y sentimental a un tiempo, el lector europeo, ajeno por obvia lateralidad geográfica y cultural a las andanzas episódicas del hip-hop estadounidense, habrá de congratularse con las batallitas, los fragores y los microrrelatos de lo acontecido en las bambalinas durante el transcurso de ese medio siglo feliz, a pesar de las desgracias sufridas cuando los bandos (memorable la batalla Este-Oeste), la ignorancia y la pretensión de poder se han adueñado de la escena y las rencillas acabaron en el peor de los casos en guerras sin cuartel, con Tupac y Notorious B.I.G. como mártires profanos del movimiento cultural. Recuérdese: hip-hop es la matriz en la que entroncan el baile, el grafiti y el canto. El rap (el cante), por el contrario, es uno de los brazos, el más lucrativo y poderoso sin duda, de toda la industria alrededor del hip-hop. Por cierto, pese a tratarse de un fenómeno ya globalizado, ni rastro del hip-hop fuera de las fronteras del reino norteamericano. ¿Historia completa pues? No, desde luego. Habrán de venir otras voces, retratar otros ámbitos…
De lectura obligada para todos los amantes de la música contemporánea, más allá de géneros, lo que Questlove y Ben Greenman (que se encarga de condensar en cada uno de los diez capítulos una intro que resume las características, el alcance y hallazgos del lustro en cuestión) ofrecen al relamido lector es un modelo de proximidad a la hora de acercarse a la historiografía musical con apasionamiento, sin complejos y desde el protagonismo por artífice de primera mano de su autor principal. Las llamadas al narratario convierten a la obra en un descarado diálogo con quien lee las páginas de esta apabullante historia del hip-hop, que se completa de la mejor forma posible, con un gracioso epílogo futurista y unos apéndices que ordenan las querencias y favoritismos de Ahmir Thompson en cuanto a canciones, como si nos ofreciera el acceso privilegiado a su discoteca particular y a su colección de listas de reproducción: la cosa va desde Chief Rocker Busy Bee (1980) a 21 Savage (2024). Tampoco tienen desperdicio los índices onomásticos, obligados en este tipo de obras.
Así, entre una presentación de vértigo digna de los mejores thrillers y un colofón repleto de humilde sabiduría creativa, el libro de Questlove sobresale por altura de miras (no es un chiste, el artista mide 1,93 m.), amplia perspectiva y excelente documentación a cualquier otra obra aparecida en estos lares sobre el género. En el camino uno aprende, se reencuentra y revive. También esta historia es la historia de muchos de nosotros, pálidos pardillos ávidos de participar de un mundo que se nos escapaba segundo a segundo. Dolorosamente ajenos a los entresijos y la intrahistoria de nuestros héroes discográficos, descoyuntados por celebrarlos con entusiastas torpezas de breakdance y consolidarlos a modo de apropiación en paredes de solares y tranvías con nerviosas firmas al spray. Qué tiempos. Por suerte el hip-hop sigue haciendo historia. Bienaventurados los que saben de lo que hablo. Afortunados los que acaban de descubrirlo.
—————————————
Autor: Ahmir ‘Questlove’ Thompson. Título: Hip-Hop es historia. Traducción: Ladislao Bapory. Editorial: Alianza Editorial. Venta: Todos tus libros.


Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: