Repetimos la Década Ominosa, quién sabe si como farsa o como tragedia. En España el lamenalgas se alza triunfal mientras el esforzado doctor le sirve las copas o se larga; siempre habrá otro esforzado más menesteroso que se las ponga y se quede, con la vaga esperanza de que esto no puede ir a peor. La receta del éxito en nuestro nuevo ascensor social se reduce a una cuestión de atención: no perder detalle de las nalgas de quién está encima en la cadena y comerse al momento cualquier marrón, en la seguridad de que hay alguien debajo que hará lo propio en busca del anhelado ascenso. El ¡vivan las caenas! del siglo XXI hace años que ha tomado forma de ciempiés humano en las organizaciones políticas e instituciones y, mutatis mutandis, va impregnando al resto de la sociedad. ¿Toda? No. Una pequeña aldea letrada resiste al invasor. El antídoto tiene que ser cada vez más fuerte y la poción mágica, racional.
La edición revisada por pares, 300 páginas, con un rigurosísimo aparato crítico, pretende —y lo consigue— ser una puerta de entrada a la sabiduría de Plutarco. Lo hace de forma accesible, con un estilo claro y conciso, sin desdeñar notas y referencias para aquel que desee profundizar en las fuentes y estudios.
Mis luces cortas me impiden hacer una reseña técnica; tendrán que conformarse con tres pinceladas de las enseñanzas de los tratados traducidos por Lesage y una coda sobre la editorial.
A contracorriente del sistema colonizado por pedabobos que sufrimos, en De liberis educandis Plutarco nos advierte: “Tal como las plantas crecen con un riego moderado pero se ahogan con uno excesivo, de la misma forma el alma aumentará con tareas apropiadas, pero se hundirá con las excesivas. En efecto, se debe dar a los niños un respiro de trabajos constantes, teniendo en mente que toda nuestra vida está dividida entre descanso y esfuerzo. Y por eso no solo fue creada la vigilia sino también el sueño; no solo la guerra, sino también la paz; no solo la tormenta, sino también el buen tiempo; no solo los días de actividad, sino también los festivos; en una palabra, digo que el descanso es el condimento del trabajo”.
Cambien ustedes “poesía” por “internet”, y a Soclaro y Cleandro por sus hijos en la siguiente cita de De audiendis poetis: “Puesto que no es, quizá, ni posible ni ventajoso mantener alejados de la poesía a quienes están en la edad de mi Soclaro y tu Cleandro ahora, debemos velar por ellos muy atentamente, porque necesitan a un guía más en las lecturas que en las calles”. Verán por qué lo clásico siempre permanece como actual.
La tercera perla, último verso de De audiendo: “escuchar bien es la base de vivir bien”. Sublima a la perfección esto que les traigo hoy: sabiduría occidental. Hay que defenderla.
Mi rabino y yo, que somos herejes, es decir, hairetikos, libres de elegir, elegimos el otro día presentar su libro Introducción al judaísmo concluyendo que lo primero es la palabra, en griego rhema, plural rhemata: las palabras. Así le han puesto a la editorial del libro que les traigo hoy. El silencio es neutro y difícil de mejorar, las palabras son la fuente del mal y del bien. Preceden a la acción; son poderosas, pueden cambiar el mundo —incluso crearlo— y pueden destruirlo todo.
Tras la destrucción en Valencia, mientras los (ir)responsables empezaron a menear el fango —siempre ellos, ellas y elles más felices que un cochino/a/e en un charco—, la gente se remangó y, cada uno dando lo mejor de sí, empezaron a reconstruir. Los amigos de Rhemata, editando Mito, arte y cultura para la reconstrucción y la esperanza, una obra benéfica y coral donde las palabras importan. Permítanme el agradecimiento a la editorial por la audacia y a los autores por su trabajo desinteresado. He aquí los temas, los autores y sus perfiles, por si les quieren mandar un abrazo:
Aquiles, el Poyo y mis Ateneas, María Engracia Muñoz-Santos, @MEngraciaMunoz
La mañana, Ana Carrasco-Conde, @ACConde_
Los magníficos fracasos del arte, Miguel Ángel Cajigal Vera, @elbarroquista
Los dioses que nos permiten amar, Pol Gise, @pol_gise
Tiempo para el duelo: El llanto como reconocimiento del otro, Carlos Javier González Serrano, @Aspirar_al_uno
Piedad, Jordi Corominas, @corominasjordi
Cuidados, Marga Sánchez Romero, @ArqueoInquieta
Descubrimiento, Marina Escolano-Poveda, @HypatiaHeuresis
Imperturbabilidad, Luis Manuel López Román, @antigua_roma
Consuelo, Fernando Lillo Redonet, @LilloRedonet
Belleza, Néstor F. Marqués
Esperanza, Meritxell Blay, @txellblay
Resiliencia, Javier Traité, @JavierTraite
Identidad, Andrea Marcolongo, @AndreaMarcolong
Tenacidad, Lidia G. Merenciano, @lidiamerenciano
Honor, Jonathan López-Vera
Felicidad, David Hernández de la Fuente
Honestidad, Mikel Herran, @PutoMikel
Rendición de cuentas, Marta González González
Solidaridad, Patricia González Gutiérrez
Disciplina, Ángel Narro, @AngelNarroUV
Verdad, posverdad y desinformación, Mario Agudo Villanueva, @meditantiguo
Ucronía, o sobre el «no-tiempo» en la Antigüedad, Alberto J. Quiroga Puertas, @ajquiroga1
Responsabilidad, reconstrucción y resistencia, Carmen Sánchez-Mañas.
Anegados, Círculo Hernando Colón, @CirculoHC
«Ahora debes darte a ti mismo la orden de vivir»: Una carta de Luisa Sigea, Aurora Luque, @AuroraLuque3
Recomenzar, Rubén Montoya González, @rubsmontoya


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