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Redención y perdón en Cuba

Redención y perdón en Cuba

La fotografía de la cubierta de Morir en la arena (Tusquets, 2025), de Leonardo Padura, en la que tres niños están echados boca arriba sobre la arena a orillas del mar, evoca una de las fotografías más icónicas del continente africano: “Three Boys at Lake Tanganyika”, de Martin Munkacsi. En esta última tres niños de espalda corren desnudos hacia la orilla del mar, listos para zambullirse, imagen que representa gracia, espontaneidad, inocencia y sentido de libertad. En ambas fotografías los rostros de los niños están ocultos pero sabemos que, en el caso de la novela de Padura, se trata de una representación de la infancia de tres de los personajes de su última novela: Geni, Raymundo Fumero y Pablo el Salvaje; amigos incondicionales que gozan con inocencia una libertad que ya les había sido arrebatada por la Revolución Cubana pero que, por su edad, ignoraban o no comprendían.

El autor, nacido en La Habana, emplea en la mayor parte de la novela un narrador omnisciente en tercera persona que alterna con capítulos en primera persona a través de la voz de Raymundo Fumero, un escritor que aspira a ser el Truman Capote tropical. Fumero se pliega al sistema burocrático comunista, lo publican en pequeñas editoriales de países aliados de Cuba y resguarda la apariencia estereotipada del escritor: “barba mal cuidada, camisolas anchas; jeans gastados pero de marca, chanclas, sombrero Panamá en verano y boina francesa en invierno”. Aunque mucho dista de Leonardo Padura, Fumero el personaje tiene algunos rasgos similares a los de Padura el escritor: ambos escriben novelas negras, conocen de criminología y revelan técnicas de escritura del oficio. Fumero cuenta con Mario Conde como fuente de información, personaje por excelencia de las novelas de Padura, y piensa escribir una novela basada en hechos reales (tal como reza el inicio de Morir en la arena: “Novela basada en hechos reales”). Es, además, el autor del epílogo fechado en marzo de 2025 en Mantilla, la misma localidad en la que Padura escribe su nota de advertencia y agradecimiento en mayo de 2025, que sigue a la del epílogo. Hay sin duda un juego metaliterario.

"La trama tiene como epicentro el supuesto asesinato de Geni a Fermín, un padre maltratador. Decimos supuesto dado que el convicto no quiere contar con sus propias palabras lo que ocurrió el trágico 22 de marzo de 1992"

Esta novela está dividida en tres partes, “El horizonte”, “La orilla” y “Morir en la arena”. Con sus 382 sólidas páginas, es un retrato de una generación, la de aquellos nacidos en los años cincuenta del siglo pasado. El manejo del tiempo narrativo huye del presente para relatar las vidas de diversos personajes desde la infancia hasta el inicio de una vejez destinada a la miseria (la pensión de recién jubilado de Rodolfo apenas alcanza para comprar un cartón de huevos). La vida de los abuelos, padres e hijos de Rodolfo, Nora y Raymundo giran como una constelación de planetas en torno a estos principalísimos personajes.

La trama tiene como epicentro el supuesto asesinato de Geni a Fermín, un padre maltratador. Decimos supuesto dado que el convicto no quiere contar con sus propias palabras lo que ocurrió el trágico 22 de marzo de 1992. Geni cumple una condena de veinte años más unos cuantos años más por la agresión a un guardia al que le quitó un ojo en una trifulca en la cárcel de Combinado del Este. Ahora bien, a Geni se le desarrolla un cáncer de páncreas, y las autoridades, luego de treinta y un años en prisión, quedándole pocos meses de vida, deciden soltarlo antes para que vaya a morirse fuera de la responsabilidad del Estado en una Habana que le parece, ya en libertad, un mundo distópico.

La inesperada salida de la cárcel acecha a Rodolfo (hermano de Geni) y a Nora, quien había sido la mujer de Geni pero que siempre estuvo atraída por Rodolfo. Las hijas de ambos, aunque a distancia por el exilio, temen por sus padres. Nora y Rodolfo (que luchó en la guerra de Angola en 1986 y regresó con la necesidad de acudir a ayuda psiquiátrica) viven en la humilde morada dividida por un muro que la convierte en la “casa” y la “casita”, escena del horrendo crimen. Allí Nora vivía con Geni y con su hija Violeta hasta que esta se marchó del país. Del otro lado del muro Rodolfo vivía con Yolanda, su esposa, antes de que esta lo abandonara para irse con un guagüero y él se quedara a cargo de la crianza de Aitana.

"Como en otras novelas de Padura, el desarrollo de la trama tiene tanta importancia como la propuesta estética del lenguaje; a veces ambas debaten entre sí, lo que añade tensión e interés en el lector"

Como el título de la novela de Wendy Guerra, el ambiente que retrata Padura es el de que Todos se van. Aunque en Morir en la arena algunos regresan cuando no deberían hacerlo, como Pablo el Salvaje, diplomado en ingeniería atómica en la Unión Soviética con la intención de trabajar en una planta termonuclear en Cuba que quedó solo en planos y tuvo que resignarse a ser guía turístico, o el propio Geni, que consiguió irse a la República Democrática Alemana con un contrato de trabajo de cuatro años. El regreso a veces se produce por los miedos. Son los miedos de distintos orígenes los que gobiernan a los personajes hacia el fracaso.

Padura ha hablado de la novela como “la crónica de una generación perdida”. La familia de Padura, en la vida real, era muy cercana al niño convertido en asesino de adulto. En nota de “Opinión” publicada en El País el 3 de agosto de 2025, titulada como la novela, el autor afirma: “Conocí a T. cuando coincidimos en el aula del cuarto grado de primaria. Él era uno de los 40 muchachos del barrio que serían mis compañeros de curso durante aquel año remoto”. Suponemos que T. es Geni. Más que una crónica, no obstante, prevalece el uso de la ficción.

Como en otras novelas de Padura, el desarrollo de la trama tiene tanta importancia como la propuesta estética del lenguaje; a veces ambas debaten entre sí, lo que añade tensión e interés en el lector. Este libro, si se quiere, es el más crítico retrato del fracaso de la Revolución entre los libros de Padura. Esta vez se centra en una novela sobre los vencidos, los derrotados, los que fueron indiferentes y aceptaron las calamidades; los que no se fueron del país, que no fueron contestatarios, Nora, Rodolfo, Pedro el Salvaje, los que al morir desparecerán sin dejar rastro alguno en un entorno plagado de corrupción.

"Hay un misterio nunca develado, insinuado por Pedro el Salvaje, de lo que ocurrió realmente esa noche cuando Geni mató a su padre de ocho martillazos"

Morir en la arena no da tregua, no despliega sutilezas: es una gran fotografía en alta resolución de la miseria creada por el sistema cubano. Padura brilla una vez más por su habilidad en las descripciones de atmósferas situadas, por lo general, antes de los diálogos propios del habla cubana, convincentes y genuinos. Su destreza también se despliega en hilvanar tramas, muchas veces complejas, que se van esclareciendo (o no) con la sabia administración de recursos propios de la novela negra o policial y que perfilan a Padura como un maestro en estas artes. En la entretenida y concurrida presentación de la novela en Barcelona el 4 de septiembre en la biblioteca Jaume Fuster, el editor de Tusquets, Juan Cerezo, inquirió a Padura sobre la afirmación de que para sobrevivir en Cuba hay que tener fe. Padura respondió afirmativamente. ¿Qué quiere decir “fe” en Cuba? Tener un familiar en el extranjero (F. E.). Así, Rodolfo sobrevive con las remesas que le manda Aitana desde Barcelona y Nora por las que le envía Violeta desde Tampa.

La única alternativa al mal vivir, a los continuos apagones que aparecen todo el tiempo en la novela, la escasez de productos, el sometimiento político, las condiciones de misera extrema, es irse de un país venido abajo. Muy pocos logran hacerse con una microempresa (legalizadas por decreto en 2021 ante la debacle económica); las llamadas “MiPymes”. Uno de los pocos privilegiados es Humbertico, hijo de Raymundo Fumero, que es babalawo, comerciante, y conduce un Audi en una Habana desvencijada. Este también mantiene económicamente a su padre, que logra vender como mucho doscientos ejemplares de cada novela.

"Aitana es la voz más entrañable de toda la novela entre tantos personajes estupendamente construidos. El de Aitana sobresale en congruencia y se perfila como la voz más nítida"

Humbertico y Aitana, de cuarenta y ocho años en el presente narrativo (Rodolfo de sesenta y siete y Nora con sesenta y cinco años), tienen un amorío temporal cuando ella viaja a Cuba tras diez años de su último regreso. Lo hace para confrontar a Geni apenas salga de la cárcel. Hay un misterio nunca develado, insinuado por Pedro el Salvaje, de lo que ocurrió realmente esa noche cuando Geni mató a su padre de ocho martillazos. Como el muro de Berlín, el muro que separa la casa y la casita (que era una sola casa construida por los abuelos) debe ser derribado.

Aitana es la voz más entrañable de toda la novela entre tantos personajes estupendamente construidos. El de Aitana sobresale en congruencia y se perfila como la voz más nítida. Ella es la bisagra que une mundos: los que se quedaron y los que se fueron. Su crítica al mundo de los indecisos, los que no tienen arrojo y valentía, es devastadora; aquellos que se quedan atrapados en sus propias dudas y cavilaciones. Como ejemplo su propio padre que, tras una vida dedicada a servir al Estado cubano e incluso de luchar en Angola, se jubila en la miseria: “Tanto nadar… para morir en la misma mierda”. Con ella entendemos que el único camino que queda en Cuba es la redención y el perdón. La redención en cierto sentido la logran Nora y Rodolfo, unidos en pareja tras superar sus miedos, juntos al final, aunque al inicio de su vejez. Cuando Rodolfo decide perdonar a Geni por el asesinato de su padre es demasiado tarde. El mensaje que deja el libro, o mejor dicho, la conclusión que saca el lector para la sociedad cubana en el futuro: la redención y el perdón entre bandos opositores es el único camino posible para recobrar un país perdido.

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Autor: Leonardo Padura. Título: Morir en la arena. Editorial: Tusquets. Venta: Todos tus libros.

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