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2066, el apocalipsis comienza en Reus

2066, el apocalipsis comienza en Reus

Después de más de ocho años de trabajo, el escritor Pablo Martín Sánchez ha concluido en 2020 su «trilogía del yo» con Diario de un viejo cabezota, una novela que lleva al lector hasta su Reus (Tarragona) natal, convertida en una ciudad apocalíptica en el año 2066.

Mientras que en las celebradas El anarquista que se llamaba como yo y Tuyo es el mañana viajaba hasta finales del siglo XIX y principios del siglo XX y a la Transición española, en marzo de 1977, en esta ocasión apuesta por la distopía. Quien se enfrente a estas páginas, publicadas por Acantilado, se adentrará en un mundo que ha vivido la Tercera Guerra Mundial, que recuerda las epidemias de SARS de los años veinte del siglo XXI, aunque la realmente atroz será la epidemia de «marburgo» iniciada en 2056 y que acabará con la vida de treinta millones de europeos.

En una entrevista con Efe, Martín Sánchez explica: «Aunque en estas tres obras me haya alejado en el tiempo, en el fondo siempre estoy hablando del presente, de lo que me interesa ahora». A la vez, está convencido de que «las novelas dicen más del momento en el que han sido escritas que del momento del que hablan», con cuestiones como la alteridad, la identidad, el choque de civilizaciones o alusiones al procés sobrevolando estas páginas. En la novela, su autor relata que la Península Ibérica, en verano de 2066, está siendo desalojada por cuestiones geoestratégicas, mientras hay un grupo de personas resistiéndose a ello, ancianos y mutilados de guerra principalmente, atrincherados entre los muros del Instituto Pere Mata de Reus, un antiguo manicomio, donde no tienen ni luz, ni agua, ni suministros. El narrador es un escritor de un «florilegio fáctico» (un diario en el que anota los hechos más relevantes de cada jornada), llamado Pablo Martín Sánchez, de 89 años de edad, viudo, y que acabará estableciendo una más que íntima relación con una traumatóloga de 52 años que también está en el lugar, Audrey Lourenço.

El novelista ha estado trabajando en la obra entre 2017 y 2019, con un «confinamiento» incluido en una cabaña suiza en verano de 2018, para «tener la sensación de encierro y reclusión y escribir casi en tiempo real» como hace su personaje, aunque, precisa, «allí me hacían la comida y me lavaban la ropa». En aquel momento no se imaginaba «por nada del mundo que habría un confinamiento como el que ha ocurrido este año», y con las galeradas ya en imprenta no quiso «tocar nada, más allá de incluir una alusión a una pandemia en los años veinte, y de pensar que el texto se podría recibir de una manera diferente por lo que nos está sucediendo». Precisa que en su historia «la evacuación de la Península Ibérica no ha sido por un virus que hace un tiempo ha estado en su máximo esplendor, sino que es por una cuestión política».

El interés que tenía a la hora de sentarse ante el ordenador era que toda la acción transcurriera en un espacio, «con unos personajes colocados muy teatralmente, a la antigua, concentrados en un solo lugar, y poder hacer aflorar todo lo que serían sus miedos». «Además me gustaba mezclar lo que sería una trama más narrativa, novelesca, un poco Walking Dead, con otros tipos de intereses más analíticos, formales y estéticos, con una reflexión sobre la alteridad, mostrar esa idea de cómo en circunstancias desfavorables tendemos a intentar protegernos y vemos al otro como un enemigo, en vez de verlo como una salida y una ayuda». Describir, ahonda Martín Sánchez, «cómo nos convertimos en un nosotros frente a unos foráneos. Cómo unos quedan fuera y otros dentro, porque unos hemos llegado antes que otros a un sitio, lo que no deja de ser la historia de la humanidad. Hubo un día en que unos africanos llegaron los primeros a Europa y ahora somos los europeos los que decimos a otros africanos que no pueden venir».

A pesar de las temáticas que trata la obra, algunos de los que la han leído le han comentado que se acerca al Pablo Martín Sánchez de Ficciones, su primer libro de relatos, con momentos «muy gamberros» y en los que se nota que se lo ha pasado muy bien, siendo «juguetón, con autoironías incluidas». Con apariciones, por ejemplo, de la protagonista de la canción de Estopa «La raja de tu falda», o cameos de reusenses ilustres como Andreu Buenafuente y el futbolista Sergi Roberto.

Preguntado sobre nuevos proyectos, bromea que, según el libro, Pablo deja de escribir a los cuarenta y pocos (ahora tiene 43) y no volverá a la hoja en blanco hasta pasados los ochenta. «No sé, tengo ganas de dejarme sorprender. Tengo ganas de volver al relato. Me parecería una cadencia bonita tener un libro de relatos, tres novelas, un libro de relatos, tres novelas y así hasta que me muera…», concluye el escritor.

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