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5 poemas de ‘Grunge’, de Andrés García Cerdán

5 poemas de ‘Grunge’, de Andrés García Cerdán

A lo largo de los años García Cerdán ha ido componiendo esta extraordinaria colección de poemas, Grunge, vertebrada en torno al ritmo y a la música. Su conocimiento y erudición en los clásicos, perfectamente enchufados a la música popular de los años recientes, da lugar a pasajes y versos tan atípicos como memorables. Pocos autores pueden escribir nuestra peripecia vital apoyados en una poética tan sólida: siendo absolutamente contemporáneo, remontarse por entero a la prehistoria de lo que late en cualquier mito que intacto atraviese el tiempo: el ritmo. Como dice Agustín Fernández Mallo, con este libro la poesía pierde su obviedad y se traduce en verdaderos relámpagos que el lector no solo sentirá suyos sino atemporales.

Zenda adelanta cinco poemas del libro.

***

B MINOR

En aquel tiempo, Kurt enchufó la guitarra,
se inclinó hacia su izquierda, habló
con el lenguaje de los ángeles
y, de un zarpazo,
cambió el curso del río Wishkah.

Cayeron catedrales. El mundo fue vendido
como si no importara nada.

Nosotros aprendimos a no pedir perdón,
a no tenerle miedo al ruido,
a revolcarnos en el suelo eléctrico.
Y aprendimos a enloquecer con calma
y a amar a aquella chica rubia
que –como todo– aún estaba por llegar
y ya se había ido.

***

DENTRO

No cantas, no: tu propia voz te infundes
como un veneno delicioso. La haces
girar dentro –como una piedra dentro–,
conteniendo su furia, estampándola
sin compasión entre los dientes
y el cielo de la boca, reteniéndola
para ti. No acaban los labios
de despegar, de abrirse nunca
del todo. No hay destello ni explosión
alguna mientras callas, mientras dices:
solo implosión salvaje, desatada.
No, no cantas, nunca has cantado. A solas
contigo mismo en tanto desenfreno,
te limitas a perseguir los ruidos
entre la imantación y la pureza.
Dentro crece la luz de la mañana.
Dentro se oxida el cielo. El mundo
tiembla en la punta herida de tu lengua.

***

AMANECER EN LA IGUANA BAR   

El amanecer -como escribía Dylan Thomas-
se rompe ahora en los ojos, nos chupa la cara,
y nos descubre en la luz frágil de una canción
que llega del fondo del bar. Son las seis y media
en la calle. Apenas hay nadie aquí, con nosotros,
y apenas somos nosotros quienes permanecen
ebrios contra la puerta y disparan por instinto
en busca de un pájaro o un cuadro de Modigliani.
Contra los filos del día que viene del aire.
Contra la juventud que nos estamos jugando.
Sigue siendo necesario ser joven contra las
cuerdas y presagiar de alguna forma el final
detrás de la risa y el humo de los cigarros.
Hay una tía de Alicante con los vaqueros
a la altura de las rodillas: la hemos amado
y había un puñado de cristales en el suelo.
Los últimos chicos se han ido y llegan (como si
volvieran de repente en un vaso de cerveza)
aquellas trece noches iguales a este exilio
en las afueras de la droga y la escarcha. Ya es
catorce de octubre y no hemos visto a Beatrice
ni a María bailando en el centro de la pista
You are a rock and roll suicide. El idealismo
nos nace en las manos como marihuana, el agua
necesaria hierve y llega el momento de entrar
al insomnio a menos nunca, a menos dulcemente.

***

ELLA SUEÑA CON NUBES

Ella sueña con nubes altas. Sueña
con Joe Strummer, con Londres, con Keith Haring,
con las noches del punk. Sueña que Joe
le ha regalado un banjo: pesa tanto
que no puede llevárselo a casa, se le cae
siempre. Despierta. Piensa en Patti Smith
y, con trazos de niña, dibuja una escalera
increíble, perfiles de una ciudad, muñecos
que juegan solos en habitaciones
abiertas al vacío, chicas rubias muy tristes.
Sueña que toca el banjo con Joe Strummer.
En los escaparates de las tiendas
las matriuskas la esperan, los juguetes
de otro siglo, los clicks antiguos.
Sueña con Malta. Allí no hay banjos.
Allí no está Keith Haring. Solo hay nubes
muy altas y un vestido transparente
con el que puede alzarse sobre el mundo.
En secreto la oigo cantar una canción
que habla de sueños, de países, de hijas.
Quiere morir un día en el abrazo
de un guerrero de plástico irrompible.

***

ORANIENSTRASSE

Berlín mi capital destartalada.

Jorge Riechmann

Esta ciudad es undergound.
Las bicis y las Beck’s en la mano.
Los grafitis en los contenedores.
El Spree. Dos niñas turcas: velos fucsia,
pins antinucleares. Todo el mundo
es joven, muy joven. La inteligencia
vive más allá de Görtlitzer Park.
Ella llega del mundo subterráneo,
del temblor que estremece una camisa
habitada por fresas y sirenas.
El noise detiene la espiral de un golpe.
Nos ofrece su sexo el laberinto.

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Autor: Andrés García Cerdán. Título: Grunge. Poesía 1997-2022. Editorial: Reino de Cordelia. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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Jorge Oliver
Jorge Oliver
1 año hace

Parece que alguien ha bebido más de la cuenta en los poemas de Benjamín Prado.