Inicio > Poesía > 5 poemas de Padre polvo, de Juan Carlos Elijas

5 poemas de Padre polvo, de Juan Carlos Elijas

5 poemas de Padre polvo, de Juan Carlos Elijas

Padre Polvo es el título de una trilogía formada por los poemarios Atlántida, Constantes mortales y Su carne en llamas. Hay en estos versos influencias de César Vallejo y Rubén Darío, entre otros, además de un deseo de mostrar la poesía como un género sereno y preciso. En palabras del crítico José María Balcells Doménech, este libro “hace bien explícita una de las principales características de su práctica poética, la carnavalización con fines satíricos, pero también el gran influjo de poetas americanos, tanto de los Estados Unidos como de Sudamérica, que gravitan en sus versos”.

En Zenda reproducimos cinco poemas de Padre Polvo (Huerga & Fierro), de Juan Carlos Elijas.

***

DESCUBRIENDO LA HERIDA

E livres habitamos a substância do tempo

SOPHIA DE MELLO BREYNER ANDRESEN

El cuerpo es una isla sola en la memoria.
En el pecho el salitre, la boca en el pecho,
en la boca el sol que abre la desnuda almendra.

El cuerpo en los acantilados acaricia
la plenitud de la señal en los pulmones.

Cómo generosas las piernas se separan
descubriendo la herida para tanta luz.

(Berlenga)

***

HASTA EL ORIGEN DE LA FUENTE Y LO CADUCO

ouve-me
que o dia te seja limpo e
a cada esquina de luz possas recolher
alimento suficiente para a tua morte

AL BERTO

Remontar el río hasta el arce y sus cenizas,
hasta el convento anegado por las mandíbulas
de tiempo y agua en arcos, rosetones, bóvedas.

Remontar el río en meandros apacibles
y la ciudad en alto piedra sobre piedra,
palabra de poros solariegos, palabra
con una mirada anterior a la escritura.

Y el tiempo todo contra un instante de voces
que reclaman seguir subiendo hasta las sierras,
hasta el origen de la fuente y lo caduco.

(Coimbra)

***

LA CABELLERA DEL AGUA BAJO LA LLUVIA

El paisaje es una lenta masticación de piedra

EDUARDO MOGA

Llueve. Llueve en la frontera, sobre los nombres
ataviados para ser quizá texto y llueve
sobre los estorninos y las albas piedras.

En el pensamiento llueve, por territorios
de embalse y retama, de arquitectura y jara.
Llueve sobre el lirio del sendero ancestral,
sobre las lascas de pizarra y las magarzas
que en los pulmones se instalan como los péndulos.

Llueve en la choza de la majada, en la boca
sagrada del sexo, la herida en que un vencejo
aletea con las arterias extendidas
hasta la extenuación. Llueve en las siluetas
de la identidad que arde, pira incombustible,
porque águila fuimos en la memoria y llueve.

Cómo se ahoga la vida bajo los ojos
del puente, y en el río tan audaz se esparce
la cabellera del agua bajo la lluvia.

(Alcántara)

***

CONTRA TODA AMENAZA DEL OLVIDO

si hasta entonces había ignorado su pasado quizá se debiera a la poderosa inercia del presente, que lo había embaucado con la patraña de los apremios cotidianos

LUIS LANDERO

Habíamos llegado a media tarde
con la intención de visitar el alma,
si así puede decirse, o el espíritu,
de aquella antigua amiga de la abuela.
Hace de esta amistad más de un siglo,
cuando se divertían ambas yendo
a jiras, romerías, en su infancia.
Habíamos entrado al cementerio
a mediodía, con un sol en llamas,
ya se sabe: cipreses, las afueras,
cancela, tapia, lápidas y nichos,
y ese espeso silencio de necrópolis.
Cumplimos un atávico deber,
sudando, sin palabras, reverentes.
Hubo incluso alguien que dejó una flor,
la muerte como cómplice del sueño.
Por la tarde, en la sierra, caminamos
hasta alcanzar un punto desde donde
pudimos contemplar llanos y embalses,
intuir las estaciones como el ciclo
de la creación del cosmos nuevamente.
El calor desde arriba fue tomillo
o fue hinojo en los labios cuando hablamos.
Fueron los días de un conjuro amable
contra toda amenaza del olvido,
arando la tristeza como araron
hace ya una centuria los sequeros
aquellos que hoy por hoy nos pertenecen.
Junto a las mansas aguas, venció el día
y venció el tiempo eterno en la mirada
entre robles, pedruscos y poblados
de soledad desierta como el viento
que helado anuncia el agua de las nubes.
Las águilas planeaban en los páramos,
serenas, con paciencia magistral,
hasta caer su vuelo en el instante
sobre un conejo, una perdiz o sobre
un espíritu, un alma, de una antigua
amiga de la abuela, hace un siglo,
el camposanto, etcétera y etcétera.

(Cañaveral)

***

ENTERO RETORNO

alimentando con resignación la desesperanza

GONZALO HIDALGO BAYAL

Hay un áspero espíritu en las calles
de casinas humildes, ya abatidas,
regadas por arroyos hoy resecos.

Es el áspero espíritu de quienes
fundaron a los que hoy pasean, huérfanos,
por estas correderas, melancólicos,
en busca de algún rastro que vincule
nostalgias del ahora con la estirpe.

Aquí la extraña entraña irreparable,
el tiempo que se fuga en lo innombrado.
Los fragmentos de la memoria invocan
un entero retorno de la ausencia.

En estas callejuelas cara a cara
el dios del páramo y la breve fábula
de la extinción, el pozo espeso, gélido,
del ayer, y en la cumbre el firme templo
inexorable de los días ásperos.

(Murania)

—————————————

Autor: Juan Carlos Elijas. Título: Padre polvo. Editorial: Huerga y Fierro. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

4.1/5 (21 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

0 Comentarios
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios