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5 poemas de Tiempos oscuros, de Lina Buividavičiūtė

5 poemas de Tiempos oscuros, de Lina Buividavičiūtė

El segundo poemario de Lina Buividavičiūtė es una obra intensa que refleja las complejidades y las sombras del mundo de la mujer. La autora aborda con atrevimiento experiencias poco presentes en la poesía lituana, como son los límites de la sexualidad, una maternidad difícil o problemas de salud mental.

En Zenda ofrecemos cinco poemas de Tiempos oscuros (La Tortuga Búlgara), de Lina Buividavičiūtė.

***

Resplandor

¿Qué encontrarás en los recortes de la memoria, papá?
¿Cómo explicarás las mutaciones negras de los sueños,
las monstruosas bestias ocultas tras los setos?

Todo estuvo en nosotros desde el principio, siempre
necesité una luz para mirar dentro – largos los derroteros
de la historia, hinchados nervios de la casa –
lo recuerdo todo, por eso por las noches me
llama el hermano oscuro de la tierra – – –

¿Oyes las pezuñas de las bestias, papá?
Tus paredes son demasiado finas, ya respiras con dificultad –
mi hueso del tiempo sigue abierto, el nervio de mi miedo
sigue vivo.

Deambulo en tu purgatorio, soy un niño extraviado,
dicen que nací en domingo, que tenía seis sentidos,
pero qué duro el mazo, con qué fuerza marca el ritmo –

cómo reprende el trueno, papá,
cómo destruye la ira nuestras ventanas –
¿de qué nos sirve brillar con tanta desesperación?

***

La espuma de los días

Plantas desconocidas envuelven mis pulmones.
No puedo respirar — crecen extrañas flores,
brotes que huelen a brea — respiro humo,
soy un pequeño dragón ajeno a su pueblo.

Soy la amada, enferma del mal de los renegados,
en un pequeño jardín bebo té chino en tazas
amarillentas, quién sabe — tal vez de pronto
expulse mis raros síntomas, toda esa
anormalidad.

A veces me visitas a altas horas de la noche,
cuando nadie te ve deslizarte por los espesos
setos de mis cabellos, por la porcelana de mi piel ajada —
temes ser demasiado tradicional, demasiado predecible,
temes que el indicador del termómetro interno
alcance el frío extremo —

qué cómodo aprovecharte de mi enfermedad, de mi soledad,
para sorprender a otros con tormentas nunca vistas,
que aplaudan ante tanto arte — sin enfermar tú mismo,

cultivarás una hiedra de fuelles pulmonares — qué más
quieren las personas normales, con eso les basta — que no
les contagie mi podredumbre, que no infecte mi fragilidad
a todos los sanos.

***

Síndrome de un noviembre. Y se nublará.

El mundo sumido en el sueño, una ventana y la mirada
nublada, nada que te despierte, la creciente oscuridad
envuelve el día, y a veces no distingues siquiera
la hora, todo parece alejarse, la niebla, el cristal,
necesito gafas de más aumento, necesito rituales más claros.

No quiero levantarme por las mañanas, gruño bajo la manta,
construyo una carpa como en mi infancia, sólo hay eco,
ya no siento la alegría de ese juego. La sopa está sosa, nadie
ahuyenta las sombras de los rincones, ahora pienso: mi vida
siempre ha sido igual de gris, ni noviembre ni nada.

Bosque y árboles, lechos marchitos, aún carecen de color
bayas y pájaros de invierno, avanzo con torpeza por senderos
vacíos, empapada por la fría lluvia de otoño,
gotean mis cortas pestañas – – –

Intento provocar eco, grito, aúllo de risa en el umbral
de la muerte, necesito revivir de las cenizas, necesito
sangre y leche, mis venas ya están secas.

Tengo que echar atrás la cabeza, emborracharme con la lluvia,
besar a un callado transeúnte en la ciudad, honrar la desnudez,
alabar a todos los santos, crear una letanía del hambre,
sobrevivir este mes.

***

Tiempos oscuros

Tanta belleza quita el habla, y yo
hablo conmigo misma por las noches,
me digo que aquí no hay nada, que todo
pasó, se lo llevó el agua salada,
que treparé fortalezas, beberé copas
de vino de Cerdeña, rodearé a nado
rejas secretas y saldré libre; mis tiempos oscuros
habrán terminado, terminado sin dar comienzo de verdad,
cuánto hablo por las noches hasta el primer canto de los
flamencos, cuánto me enfado cuando mi hijo de tres años
no ve esa belleza y se forman nubarrones de resentimiento – quiere irse
a casa, a casa con sus gatos, yo me encrespo cual vendaval:
por qué no quieres ver este mundo, por qué necesitas esa
maldita tríada – seguridad-constancia-mamá tranquila;
¿Qué necesito yo? ¿Qué me falta? Dijimos a todos: viajamos
juntos, queremos mostrarle al niño el mundo, el viento
de Italia, los montes, cómo somos allí, expulsados de la rutina
en nuevas orillas. No a ti quería mostrarte el mundo, sino a mí,
para que pasaran mis tiempos oscuros, imposible escapar
de ellos una vez que entiendo – si te doy a ti, de mí quito.

***

Miedos

Mi psicoterapeuta pregunta
cuál es mi mayor miedo, dudo
entre Escila y Caribdis —la muerte
y la locura— pero luego recuerdo
cómo gritaba mi madre
fuera de mi vida puta
de mierda, y entiendo:
mi mayor miedo es que algún día
acabe hablando así a una pequeña
semilla que crezca en mis entrañas.

—————————————

Autora: Lina Buividavičiūtė. Título: Tiempos oscuros. Traducción: Margarita Santos Cuesta. Editorial: La Tortuga Búlgara. Venta: Todos tus libros.

BIO

Lina Buividavičiūtė es una poeta de la generación joven de su país, crítica literaria, cronista cultural, profesora universitaria y creadora de textos. En 2017 publicó su primer libro de poemas, Síndrome de Helsinki. La escritora colabora con asiduidad en la prensa cultural lituana y ha participado con éxito en diferentes festivales de literatura de Lituania e internacionales.

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