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Pícaros en la literatura (V): Tom Sawyer y Lázaro de Tormes: Aventureros frente al espejo

Pícaros en la literatura (V): Tom Sawyer y Lázaro de Tormes: Aventureros frente al espejo

Mark Twain afirmó en Following the Equator: A Journey Around the World, Capítulo XV (1897): “Truth is stranger than fiction, but it is because fiction is obliged to stick to possibilities; truth isn’t”. “La verdad es más rara que la ficción, porque la ficción está obligada a ajustarse a las posibilidades; la verdad no”. En este juego de espejos entre realidad y ficción es donde Tom Sawyer y Lázaro de Tormes —dos personajes separados por siglos, océanos y culturas— encuentran insospechadas similitudes. Ambos son niños pícaros e ingeniosos que, en contextos muy distintos, desafían las normas de los adultos y convierten sus vivencias en aventuras.

Tom Sawyer, el muchacho travieso de las orillas del Mississippi, y Lázaro de Tormes, pícaro superviviente en la Castilla del siglo XVI, construyen su identidad desde la rebeldía y el ingenio. Desde niños se enfrentan a un mundo adulto a menudo indiferente o corrupto, y lo hacen con armas similares: astucia, humor y una tierna pero cínica manera de mirar el mundo desde abajo hacia arriba. En el caso de Tom, criado por su tía Polly en un pequeño pueblo de Missouri, su espíritu libre e inquieto lo lleva a chocar con la disciplina impuesta; Twain hace que Tom proclame con ironía: “Nunca dejé que la escuela interfiriese en mi educación”. De igual forma, Lázaro —huérfano desde muy joven— aprende sus lecciones más profundas lejos de maestros formales, en la escuela dura del hambre y el engaño cotidiano. La novela Lazarillo de Tormes (publicada anónimamente en 1554) narra cómo este muchacho de bajo origen debe enfrentarse desde niño a una sociedad llena de adversidades y desigualdades. Su primer amo, un ciego astuto y cruel, le enseña con violencia que debe valerse por sí mismo; sin embargo, Lázaro pronto demuestra que puede “engañarlo en varias ocasiones” y ser “más inteligente que él”. Tanto Tom como Lázaro, cada uno en su ambiente, sobreviven a una niñez difícil convirtiendo la infancia en un campo de batalla donde la picardía es su mejor arma, eso es picaresca, héroes de la supervivencia.

"Mientras Tom convierte la cotidianidad en aventura, Lázaro convierte la necesidad en arte de supervivencia"

Mientras Tom convierte la cotidianidad en aventura, Lázaro convierte la necesidad en arte de supervivencia. Un ejemplo emblemático es el episodio de la valla encalada: Tom, castigado a pintar la cerca de su tía, logra dar la vuelta a la situación con ingenio. Fingiendo que pintar es un privilegio y un juego divertido, consigue que otros niños del barrio hagan su tarea por él, e incluso le paguen con sus valiosos juguetes por la oportunidad de ayudar. Como señala un resumen de la novela, Tom Sawyer “es capaz de sacar provecho a cualquier hecho cotidiano, como pintar una valla”. Esta hazaña cómica refleja la misma habilidad que emplea Lázaro al burlar a su amo ciego con pequeños fraudes —por ejemplo, robando sorbos de vino de la jarra con una paja, o sustituyendo una longaniza por un nabo para comérsela sin ser descubierto—, convirtiendo lo mundano en épico. Ambos muchachos exhiben una temprana madurez disfrazada de inocencia: han comprendido ya que el mundo adulto suele ser hipócrita y cruel, y actúan en consecuencia. Twain advierte satíricamente que “la verdad es lo más valioso que tenemos; economicémosla”. Lázaro, por su parte, aprende a “economizar la verdad” en carne propia durante su vida. Después de servir a varios amos corruptos (un clérigo avaro que le mata de hambre, un escudero arruinado que finge hidalguía, etc.), Lázaro alcanza un modesto ascenso social al final de la novela. Se casa con la sirvienta de un arcipreste, a sabiendas de que ella es realmente la amante del clérigo, pero decide callar y aceptar la situación para no perder la estabilidad lograda. En otras palabras, oculta la “verdad incómoda” con astucia y la disimula hábilmente en beneficio propio, encarnando el consejo de Twain de no derrochar la verdad. Esta actitud refleja la dura enseñanza de su vida: en una sociedad injusta, a menudo no queda más remedio que adaptarse para sobrevivir.

Picaresca universal

A pesar de la gran distancia temporal y cultural que los separa, Tom Sawyer y Lázaro de Tormes encarnan la esencia del pícaro universal. Son personajes en los márgenes (sociales o familiares) que se burlan de la autoridad y cuestionan constantemente las normas establecidas, todo ello con ingenio práctico, sabiduría popular y una extraña “diversión”. Lázaro inaugura con su relato la novela picaresca en España, haciendo una crítica mordaz a la sociedad de su época —denuncia la hipocresía y la injusticia que gobiernan tanto a poderosos como a humildes— a través de la mirada desengañada de un niño pobre que roba, miente y engaña para subsistir. Tom, por su lado, no es un anti-héroe social en el mismo sentido que Lázaro, pero sí representa a ese niño rebelde, inteligente y soñador que desafía las expectativas de los adultos. Las aventuras de Tom Sawyer (1876) fue concebida en parte como una novela juvenil de travesuras, pero también contiene su dosis de sátira social hacia la vida provinciana americana del siglo XIX. Tom se ríe de la autoridad de maneras más inocentes –por ejemplo, engañando a los adultos de su pueblo con pequeñas tretas, o burlando las reglas escolares–, y conserva una actitud optimista frente al mundo. Lázaro, en cambio, debe madurar muy pronto perdiendo la inocencia a golpes (literalmente, como cuando su amo ciego le estrella la cabeza contra un toro de piedra para “espabilarlo”). No podemos imaginarnos al Lazarillo participando de las travesuras inocentes y asexuadas de Tom Sawyer; su realidad fue mucho más cruda. El acierto de Mark Twain, sin embargo, fue combinar las picardías de Tom con una cierta inocencia entrañable, lo que conecta fácilmente con el lector —que ve reflejada en Tom la nostalgia de su propia niñez, lejos de la dureza picaresca de un Lázaro—. En ambos casos, sus respectivas historias retratan la infancia no como un periodo idílico, sino como una intensa prueba de ingenio y resistencia. Son niños astutos que navegan un mundo de adultos falibles, y en ello reside su universalidad.

Un espejo a través del tiempo

"Si bien Lázaro representa la crudeza del Siglo de Oro español y Tom el optimismo travieso de la América del XIX, ambos testimonian la capacidad humana para adaptarse, resistir y rebelarse en cualquier época"

Si bien Lázaro representa la crudeza del Siglo de Oro español y Tom el optimismo travieso de la América del XIX, ambos testimonian la capacidad humana para adaptarse, resistir y rebelarse en cualquier época. Son dos figuras literarias que, mirándose al espejo a través del tiempo, nos recuerdan que las mejores aventuras se escriben en la frontera difusa entre la ingenuidad y la picardía, entre la verdad y la ficción. Como bien afirmó el autor en Mark Twain’s Autobiography, Albert Bigelow Paine, (1924), “cuando era joven podía recordar todo, hubiera sucedido o no”, bromeando con que de viejo solo recordaría lo que nunca ocurrió. Tom Sawyer y Lázaro de Tormes son héroes memorables precisamente por eso: porque sus historias, reales o ficticias, trascienden el papel y perduran en nuestra memoria. Al leer sus peripecias, sentimos que algo de ellas es verdad –una verdad profunda sobre la niñez y la condición humana–, por extrañas o exageradas que parezcan. Y quizá por ello nunca dejaremos de recordarlas, hayan sucedido o no en la realidad.

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Cecilio macarrón
Cecilio macarrón
3 meses hace

Tremendo despliegue de conocimientos picarescos. Gracias Dra. Amor

Rosa Amor del Olmo
3 meses hace
Responder a  Cecilio macarrón

Gracias Cecilio.

Amanda 98
Amanda 98
3 meses hace

Buen paralelo entre Tom y Lázaro. Al final, da igual el siglo o el lugar: la infancia siempre se las ingenia para Gracia por recordarnos que la niñez también puede leerse como un campo de ingenio y resistencia., reírse de la autoridad y sacar aventura hasta de la miseria. Muy buen artículo.

Mario Raimundo Caimacán
Mario Raimundo Caimacán
3 meses hace
Responder a  Amanda 98

En el caso del Lazarillo de Tormes toda la novela es un extraordinario ejercicio de imaginación. Todo es ficción mezclada con cuentos populares y direccionada por la sátira social con una intencionalidad política. Nunca existió el niño Lázaro de Tormes, es un personaje literario para exponer los males sociales de la España de Carlos V y Felipe II y atacar al partido cortesano del Príncipe de Eboli, acusado de no tener moralidad por el partido cortesano del Duque de Alba. Todo en una lucha encarnizada para ganarse el favoritismo del Príncipe Felipe, futuro Felipe II, quien prefirió al bando de Eboli y decidió ignorar las graves denuncias contenidas en El Lazarillo de Tormes que anunciaron la decadencia de España.

Mario Raimundo Caimacán
Mario Raimundo Caimacán
3 meses hace

Un artículo brillante como es brillante la Dra. Rosa Amor del Olmo.
Quizás sea pertinente señalar que el título completo del Lazarillo es “La Vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades”, que será imitado por muchos autores de novelas picarescas, cambiando “fortunas” por “aventuras”, no se corresponde con el texto de la obra literaria, porque más que “fortunas” lo apropiado es hablar de “malas fortunas” o infortunios, porque Lazarillo de Tormes no vivió aventuras, solo sobrevivió ante múltiples y sucesivas desgracias, solo vivió “adversidades”. Lázaro de Tormes contó en su carta como creció siendo un indefenso niño desamparado, un pobre niño huérfano de padre, como su madre lo abandonó al cuidado de un ciego mendigo y abusador y como sobrevivió al hambre forjandose una personalidad amoral porque para sobrevivir y no morir de hambre se olvidó de la moral en una sociedad inmoral, en decadencia. Lazarillo de Tormes es un antihéroe y no triunfa, solo sobrevive, a un costo inmenso. Quizás su lección más evidente es que vencer al hambre, no morir de hambre, fue la primera necesidad del pueblo español en la época de las bancarrotas de Carlos V y Felipe II por causa de las guerras y el desastre del aparato productivo de España por las erradas políticas económicas de sus gobernantes que mal administraron las riquezas de América y beneficiaron a Flandes (sobre todo Carlos V) en perjuicio de la península. Ésta era la realidad que expuso Fray Juan de Ortega al Príncipe Felipe con su obra maestra pero Felipe II no quiso oírlo y continuó con su política belicista y errada en la dirección económica que a la larga llevaron al debilitamiento de España y perder su posición hegemónica en Europa, que era decir el mundo occidental. El Lazarillo de Tormes buscaba que Felipe II entendiera la realidad de una España en crisis y no le gustó y al morir su padre Carlos V (protector de Fray Juan de Ortega) ordenó prohibirla y solo ordenó su publicación expurgada, censurada, el llamado “Lazarillo Castigado” en 1573, cuando decidió usarla contra un bando o partido cortesano, como fue inicialmente su objetivo por el partido cortesano liderado por el Duque de Alba, quien determinó que Fray Juan de Ortega lo escribiera y ellos se encargaron de publicarlo y difundirlo.

Mario Raimundo Caimacán
Mario Raimundo Caimacán
3 meses hace

Ésta es una petición a la erudita y brillante Dra. Rosa Amor del Olmo en su serie de artículos sobre la Novela Picaresca: Que nos deleite con sus conocimientos y reflexiones sobre una de las más importantes novelas picarescas , “El Buscón” o “La Vida del Buscón” (“Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablos; ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños”) del genial Francisco de Quevedo. Tengo entendido que el
lenguaje vulgar, grosero, procaz, escatológico del gran Francisco de Quevedo en sus obras satíricas inspiró a James Joyce en su «Ulises» y aquí un poema del genial poeta español que hasta del Diablo se burló (cito de memoria):

«EL GRAN CABRÓN»

Señor Belcebú, Satán, Lucifer

O cómo quiera os llaméis,

Vos sóis un Gran Cabrón,

Los atestiguan tantos pintados retratos,

Y esos cachos,
Gigante cornamenta

Que vuestra cabeza ornamenta,

No es regalo de Dios

Ni del Cielo,

Seguro casado estáis,

Quizás contáis cuñados,

Suegra y suegro.

A una mujer llamáis esposa,

A una mujer no santa,

Una mujer bella,

Vanidosa y casquivana,

Tan hermosa, tan apetitosa,

Que verla es querer montarla,

Por ella tenéis los cuernos.

Ya conocéis vuestro propio Infierno.

FRANCISCO DE QUEVEDO

Mario Raimundo Caimacán
Mario Raimundo Caimacán
3 meses hace

Mi petición la sustento en una realidad irrefutable: En Costromo nuestro poeta predilecto es el genial Francisco de Quevedo, así como nuestro narrador predilecto es el inmortal Miguel de Cervantes y nuestro dramaturgo predilecto es el grandioso Pedro Calderón de la Barca.

Mario Raimundo Caimacán
Mario Raimundo Caimacán
3 meses hace

El Lazarillo de Tormes (de Fray Juan de Ortega) y la obra satírica del gran Francisco de Quevedo, así como El Quijote del genial Miguel de Cervantes, influyeron en El Ulises de James Joyce, porque el Lazarillo de Tormes es el primer antihéroe de la Literatura Moderna y Leopold Bloom es el primer antihéroe del Modernismo Anglosajón, ambos son cornudos y lo saben y ambos se adaptan resignados a tan infame condición porque los dos no comparten la noción de honor que prevalece en sus respectivas sociedades, Lazarillo porque su primera prioridad, como todo pícaro, es sobrevivir y Leopold Bloom porque es la expresión degenerada del hombre masa moderno, en las antípodas morales del héroe homérico Odiseo/Ulises. También El Lazarillo influyó en El Ulises de James Joyce en el trabajo de Leopold Bloom, corredor de avisos en la prensa escrita a principios del siglo XX en Irlanda, la adaptación del trabajo de «Pregonero» del Lazarillo de Tormes en la España del siglo XVI? Y «El Infierno» que visitaron Leopold Bloom y Stephen Dedalus en Dublín no es una parodia del Hades homérico ni del Infierno dantesco, sino del burlesco Infierno de Francisco de Quevedo en su «Sueño del Infierno» o “las Zahúrdas de Plutón» («Los Chiqueros del Diablo» en buen cristiano, como decían en mi pueblo), porque el gran Quevedo se burló hasta del Diablo y lo satirizó al llamarlo «El Gran Cabrón» y describir su Infierno como un enorme prostíbulo, lenocidio o burdel, el regentado por Bella Cohen, su propietaria, en la novela del ateo irlandés. Ésto me lleva a una reflexión: Si a la Humanidad le tomó miles de años abolir la esclavitud (hace apenas un siglo redondo se prohibió en casi todo el mundo) esperemos que no tarde lo mismo en abolir la prostitución, una de las peores formas de explotación de las mujeres, muchas veces también una forma de esclavitud moderna.