Informar desde Gaza es probablemente una de las labores más peligrosas hoy en día. Según Reporteros sin Fronteras, más de 200 periodistas han sido asesinados desde el 7 de octubre de 2023; este mismo mes de agosto, el ejército israelí destruyó la tienda ocupada por Al Jazeera y mató a seis miembros del equipo de la televisión catarí. Es más, los periodistas occidentales tienen prohibido entrar en la franja, con lo que la única fuente de información sobre lo que allí ocurre son los informadores locales.
Dror Mishani (Holón, 1975) está convencido de que la venganza llevada a cabo por Netanyahu, tras la matanza del 7 de octubre de 2023, solo servirá para avivar más el conflicto y provocar nuevas matanzas. La editorial Anagrama ha publicado, en su colección Crónicas, su libro Habitación sin vistas: Diario de guerra en Tel Aviv, en el que el periodista, y reputado autor de novela negra, recoge sus vivencias durante los meses posteriores al mayor y más salvaje ataque de Hamás en territorio israelí.
La matanza sorprendió a Mishani en un congreso de novela negra en Francia. Decidió volver de inmediato con su familia a Tel Aviv. Ya en el avión, desolado por las terribles imágenes y sabiendo lo que está por venir, empieza a escribir un boceto de artículo. “Y si tal vez no haya que borrar inmediatamente a Gaza del mapa. No llevar a cabo una invasión terrestre, ni siquiera atacar desde el aire. No desplegar fuerzas, no destruir, no vengarse (…) Y pensar si el único camino contra la destrucción y la muerte es la destrucción y la muerte. Y pensar si ese camino ha dado algún fruto hasta ahora”.
Ya instalado en la capital israelí, se enfrenta a un ambiente en que pensamientos como estos resultan una provocación. Lo que se pide es venganza, que tamaña afrenta no quede impune. No hacer nada más que llorar no es una opción. Su propia hija, tras leer el artículo pergeñado en el avión y ahora publicado en Haaretz, le ataca con dureza. “Ve en mí a un derrotista, quizá a alguien pusilánime. Y yo la escucho con paciencia, pues eso se supone que es lo que tenemos que hacer los padres, y, por tanto, la escucho repetir los eslóganes de guerra de los expertos militares que hablan en televisión: Hay que derrotar al enemigo de una vez por todas, golpearlos de un modo tal que ya no osen atacarnos de nuevo”.
Su madre, cuyos padres fueron víctimas del Holocausto, le provoca preguntándole si no cree que Hamas es peor que el nazismo. “No, no considero que los de Hamas sean peores que los nazis —responde—. Además, a mí lo que me da miedo son las consecuencias de esta guerra para nosotros y la desgracia que vamos a provocar ahora en Gaza y que, de forma indirecta, también va a afectar a Israel. Nada justifica la matanza que llevó a cabo Hamas, pero no creo que lo que hicimos antes y continuamos haciendo ahora nos ayude a evitar la próxima masacre. La crueldad de Hamas el sábado negro no justifica de modo retroactivo años y años de dominio sobre la vida de los palestinos”.
En su diario, Dror Mishani reflexiona sobre el papel de los escritores en situaciones como ésta. “Nos han recomendado a los escritores simplemente estar callados”. Se indigna ante un artículo titulado: “Los escritores deben saber que estar callados también es una buena idea”. “¿Por qué los escritores ahora deben estar callados? —se pregunta— ¿Por qué sí hay que volver a la normalidad, volver a los restaurantes, a las tiendas, al colegio, pero escribir, en cambio, está prohibido? (…) ¿Es que está prohibido reflexionar sobre la guerra?”. Y admite que su indignación ante “la apelación a silenciarnos” no impide que él mismo la esté acatando e, incluso, se esté autocensurando”.
Está convencido de que aferrarse a la literatura le ha salvado durante estos meses. Pero sólo puede escribir sobre lo que está sucediendo. “¿Cómo seguir hablando de mí cuando no hay un yo, sino solo un nosotros, una familia y una comunidad en peligro, en guerra?” Se plantea continuar con la novela negra que estaba escribiendo, pero “¿quién puede escribir y quién querrá leer ahora una historia de un Israel anterior a la guerra?”
Incluso cuando escribe sobre la actualidad no consigue tener eco. Envía un artículo para la web de Haaretz sobre los miles de muertos causados en Gaza, la destrucción, la expulsión de centenares de miles de personas de sus casas. Cuenta cómo “casi se ha cumplido el traspaso de sufrimiento de un lado a otro de la frontera tras la matanza de Hamás”. El artículo es publicado de madrugada y casi nadie lo ha leído. Es lo malo de decirles a los lectores lo que no quieren oír.
Explica que “la única cosa que se escribe ahora en Israel son discursos”. Al parecer, decenas de escritores se han ofrecido como voluntarios para escribir discursos en homenaje a los centenares de muertos y secuestrados durante el ataque. También él se ha ofrecido a hacerlo y está a la espera de que le llamen.
Busca referencias en la historia que expliquen lo que ha sucedido y sigue sucediendo en su país. Cita lo escrito por Joseph Roth a propósito de la Primera Guerra Mundial. “No se trata ya de poetizar. Lo más importante es lo observado”. Y cita a Natalia Ginzburg, en El hijo del hombre, a propósito de la Segunda: “No nos curaremos nunca de esta guerra. Es inútil. Jamás volveremos a ser gente serena, gente que piensa y estudia y construye su vida en paz”.
Sus lecturas se amplían a los clásicos, siguiendo la definición de Italo Calvino: “Es clásico lo que tiende a relegar la actualidad a la categoría de ruido de fondo, pero al mismo tiempo no puede prescindir de ese ruido de fondo”. Recurre a la Ilíada, pero, sobre todo, a la Biblia.
Se queda impresionado con el Libro de los Jueces y, en especial por el conocido pasaje en que Sansón destruye el templo al grito de “¡Muera yo con los filisteos!”. El forzudo derriba las columnas que sostienen el tejado haciéndolo caer sobre los gobernantes, el pueblo y él mismo. “¿Acaso no es exactamente eso lo que estamos haciendo ahora? —se pregunta— ¿No estamos haciendo derrumbarse Gaza sobre nosotros derrumbándonos nosotros con ella? Y, por otra parte, ¿no es, en realidad, lo que están haciendo los palestinos? ¿No están intentando derrumbar nuestras casas y con ello derrumbándose con nosotros?”
Tras leer que muchos escritores palestinos escriben sus diarios para periódicos de todo el mundo, contando “la destrucción, la muerte, los refugiados, el hambre.”, está tentado de abandonar su diario. “¿Y yo sobre qué escribo? ¿Sobre una destrucción metafórica e imaginaria?. Tal vez precisamente sea esa la razón por la que continuar escribiendo este diario: darnos cuenta de cuán diferente es el sufrimiento aquí y allí”.
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Autor: Dror Mishani. Título: Habitación sin vistas: Diario de guerra en Tel Aviv. Editorial: Anagrama. Venta: Todostuslibros.



Hola! Escribo desde Chile.
Me parece horrendo lo que ahora mismo está sucediendo en la Franja de Gaza. Este artículo solo muestra una gran contradicción siendo un periodista e Israelí queriendo solamente informar (no dar discursos) sobre lo sucedido.
Cuando se menciona sobre las declaraciones de la hija me dejó con la piel de gallina.
Gran artículo. Quedo atento a más.