Este poemario habla de la brevedad de la vida, ya que la autora relata su reciente experiencia con el cáncer. Haber pasado por esa experiencia hace que la poeta maneje el lenguaje en su extrema pureza y que invoque en cada verso a maestros como Góngora y Aleixandre.
En Zenda reproducimos cinco poemas de No fue de charol mi otoño de adentro (Los Libros de la Frontera), de Pilar Sanabria.
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INCONSCIENCIA
Dentro de mi lejanía quedé muda,
las historias galopaban en mi afuera
pero mi mente era un molino, una sala de techos deslizantes,
un gotero de jaulas tempestuosas.
El vecindario carnicero de unos cuervos
que picoteaban mis venas
como un país secreto y minado.
En espiral un traje de yodo
como un estandarte de amarillas lunas.
Los túneles más trepidantes de Dios
embaucaron mis arterias, era un azogue taciturno,
el enjambre de un sueño de adoradores,
una patria de arañas custodiando mi saliva.
¿Qué contar de aquella siniestra tregua
que me impuso la corona de mi impostura?
*
BIOMBOS
Parecían salvarme de infinitos blancos,
apartarme, retirarme del flagrante desnudo del dolor, de las eróticas flautas de los termómetros,
del reino de las islas de algodón,
del temblor de los pulmones al otro lado,
de la épica de los intensivistas doblando turno, del crujido de un corazón de treinta y cinco años explotando en la tormenta de las sábanas.
Del entubado anciano que solo quería despertar al lado del río de su pueblo
y volver a ser buscador de oro en el Far West.
Toda esa alegoría traspasaba al débil centinela del biombo, ése que pretendía separarme
de mi imagen y semejanza,
de un volcán inflamado de ansiedades
*
LOS MIEDOS
“El miedo es mi compañero más fiel,
jamás me ha engañado para irse con otro”.
WOODY ALLEN
Con el aliento intermitente, el vómito amarillo, las zancadas de la duda
ganando carrera al pensamiento.
Sin morir y regresando de un sueño de milenios enquistados enumeré todos los héroes que,
ocultos hacía tiempo,
no visitaban mis jardines.
Recordé a mi hermano no nacido nunca
en el ágora griega como el orador que nunca fue.
A mi hermana no nacida nunca
con mesura de mar en los pies descalzos. La luz atenuada, como deshaciéndose, como un ala de mariposa cosida sin dedal. Así levité, el oxígeno me contaba historias igual que un tusitala de Samoa.
Dios al pie de la Cruz Roja buscando treinta monedas para traicionar a quien me entregó al miedo.
*
LA SONDA
Buscaron un ocre tesoro líquido de oro entre mis piernas
que solamente yo conocía. Una mina ductil con el don de un cofre.
Allí hundieron como alabarderas ese díscolo áspid y fue a ciegas, una tarde en la sala de urgencias, practicaron en mí una decoración de interiores.
En la bolsa dulces flagelos rosas salieron de mí flotando, volviéndose unicornios tornasolados,
peces de grafito que se columpiaron como un misterio. Calma, me decía, este garfio de inquisición cesará, esta fuente amarilla que no mana ahora
es tan solo un modesto pozo trasnochado en duermevela, la doméstica variedad de mi frontera.
Luego, atravesando ese dintel, parecía no estar en mí, haberse enlazado de por vida a la caligrafía de mi vientre.
Parece que obtuvo su parca victoria en aquella guerra civil de mi dolor.
Y como era una sonda, escabel propicio a mi entraña, umbral hacia el gozne nublado de mi escasa borrasca, sacó a bailar a la más fea de mi lluvia
y se abrieron aplaudiendo todos los paraguas de la madrugada.
*
LA VISITA
Para María José, por su mirada.
El primer día pudo verme a la hora de visita, asaltó la tramoya de los antihéroes,
de los que entre sueños escondemos fetiches que están lacrados como punzadas.
Pudo verme, descendió como una tenue criatura de espuma
a mi intenso pantano de almohada, me bañó el rostro de promesas.
Pensé que era un sueño de penumbra
mutilado en el arrecife de mi mente, un presagio funerario, vaticinio de aquel perro ladrador de la tragedia.
Pero fue ella como Penélope,
trajo un hogar de hoguera en la mirada, tejió calles nuevas a mis muslos taciturnos y al aposento putrefacto de corazas
dejó liberado como una perfumería en viernes.
Su amor desembarcó toda la ciencia de los vencejos, el pasto milenario del horizonte,
sus vaqueros me habían guardado
la entreabierta lucidez de los jardines.
Expropió el dolor con su sonrisa en aquella primera visita, el primer día que pudo verme sola ante la muerte.
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Pilar Sanabria (Córdoba, 1963) ha sido periodista radiofónica. Ejerció su profesión durante más de 30 años en la cadena Onda Cero Radio como directora de programas locales. Colaboradora habitual en medios cordobeses. Con más de una veintena de libros publicados, su poesía ha sido traducida al árabe, inglés y portugués. Es una de las fundadoras del Colectivo Abierto de Poetas Cordobesas, creado en 1998, del que es presidenta en la actualidad. Secretaria de la Asociación Cultural Astro y artífice de la primera antología de escritoras cordobesas bajo el título: Estirpe en femenino: 28 poetas cordobesas, editada por la Diputación de Córdoba en el año 2000. En su haber cuenta con premios como el de la Mutual Complutense de Alcalá de Henares, Mujerarte de Lucena y el XXIII Premio Juan Bernier del Ateneo de Córdoba. Activa dinamizadora cultural. Es miembro de la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios. En 1998 recibió el Premio Meridiana de la Junta de Andalucía y en 2018 se le otorgó el Premio Igualdad de la Diputación de Córdoba.
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Autora: Pilar Sanabria. Título: No fue de charol mi otoño de adentro. Editorial: Los Libros de la Frontera. Venta: Todostuslibros.


muchas gracias……buenisimos……que laVIDA te ayude…..PILAR……