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Libros mágicos de ayer y hoy

Libros mágicos de ayer y hoy

La editorial Akal ha publicado recientemente el trabajo de Owen Davies Arte del grimorio, subtitulado Una historia ilustrada de libros mágicos y de hechizos. En una introducción y seis capítulos («Materiales antiguos», «El pergamino, el papel y el libro», «Imprenta y magia», «El progreso de la cultura manuscrita», «El poder de la impresión pulp» y «El grimorio contemporáneo»), el autor nos acerca un compendio de obras donde rastrear la simiente de la ciencia moderna y el modo en que la producción mágica discurrió en paralelo de las novedosas vías de ilustración y tratamiento de la imagen.

Davies analiza múltiples casos donde lo icónico no era algo meramente ornamental, sino parte fundamental del ritual, ya que la venida de demonios u otras entidades requería que los conjuros se acompañaran de representaciones. Gracias a la forma que adopta, aprehendemos la capacidad agencial de las imágenes; un pensador como W. J. T. Mitchell, de hecho, se ha preguntado qué es lo que estas quieren: lejos de la pasividad con la que acostumbramos a pensarlas, operan con una forma de agencia social y cultural en nuestra relación con ellas. A este respecto, Bredekamp ha acuñado la noción de «acto icónico», esto es, moldeando la idea de Austin de que decir es siempre hacer, cabe postular a la imagen como un elemento capaz de situarse como un actor (al igual que lo sería un ser humano) en uno de los polos de la situación comunicativa, vehiculando los actos de habla y, por tanto, interviniendo sobre aquel que la enfrenta.

"Existen interconexiones evidentes entre la magia y los avances técnicos, como la imprenta, en la que Davies hace especial hincapié, puestos al servicio de la transmisión del conocimiento mágico"

Observamos, así, que lejos de adornar, las ilustraciones ejercían de vehículos de poder; diagramas y talismanes conseguían invocar, proteger o maldecir; o cómo su fuerza viva movilizó persecuciones en su contra. Por otro lado, leemos que «la sangre era otra fuente obvia de un poderoso líquido rojo, y los monjes budistas chinos se pinchaban los dedos para mezclar su sangre con tinta como vínculo espiritual cuando hacían copias de los sutras (las enseñanzas de Buda)» (p. 21). ¿No señala también Bredekamp que en ciertos casos se genera una indistinción entre cuerpo e imagen? Queda el lector invitado a explorar este vasto campo de los estudios visuales.

"Llega a los periódicos baratos y publicaciones pulp de épocas recientes, desde la producción del grupo Aurora Dorada o textos neoyorquinos en los años 40 hasta los folhetos brasileños o los grimorios contenidos en audiovisuales contemporáneos"

Asimismo, descubrimos lo errado de esa historia lineal, tan enfatizada por el positivismo al menos desde Comte, de que ha habido tres etapas: «la era de la magia, seguida por la de la religión y, finalmente, la de la ciencia, nuestro mundo moderno» (p. 7). Sin embargo, las ciencias modernas enlazan con los saberes previos; por ejemplo, la química partió de las operaciones previas llevadas a cabo por los alquimistas, con cuyo saber práctico (y, claro está, confuso) promovieron técnicas de laboratorio, de destilación, de manipulación de sustancias, que luego fueron absorbidas y reconfiguradas en la génesis de la química, por lo que no resultan compartimentos en oposición. E, incluso, existen interconexiones evidentes entre la magia y los avances técnicos, como la imprenta, en la que Davies hace especial hincapié, puestos al servicio de la transmisión del conocimiento mágico.

Es este un libro ilustrado, con una enorme riqueza, en el que aprender la historia de los grimorios en las diversas latitudes y la arqueología de los materiales (tintas, soportes…), así como aquellos personajes extraordinarios (reales o no) que han sido artífices del proceso: la leyenda del Dragón Rojo, del doctor Fausto, Aleister Crowley, etc. No solo se centra en el pasado remoto, sino que llega a los periódicos baratos y publicaciones pulp de épocas recientes, desde la producción del grupo Aurora Dorada o textos neoyorquinos en los años 40 hasta los folhetos brasileños o los grimorios contenidos en audiovisuales contemporáneos (algunos de ellos, superproducciones como Harry Potter o series de culto como Buffy Cazavampiros). Esto demuestra que los grimorios «han estado [y siguen estando] en un continuo proceso de invención» (p. 219). ¡Y qué belleza de páginas!

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Autor: Owen Davies. Título: Arte del grimorio. Traducción: Laura Pinués Martínez. Editorial: Akal. Venta: Todos tus libros.

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