Si uno abre El Criticón (1651-1657) de Baltasar Gracián esperando novela al uso, tropieza con otra cosa: una máquina de pensar disfrazada de aventura. Alegórica y filosófica, obra maestra del autor y cumbre de la narrativa de ideas española junto al Quijote y La Celestina, se publicó en tres partes y condensó el pensamiento de Gracián en ficción didáctica y satírica, cima del conceptismo barroco. Combina invención narrativa con reflexión moral, epopeya y crítica de costumbres, y su estilo brillante y denso, repleto de agudezas, ha fascinado a lectores exigentes. El prestigio moderno de Gracián no es una leyenda piadosa. Schopenhauer leyó con devoción al jesuita aragonés —tradujo el Oráculo manual y llegó a considerar El criticón “uno de los libros más importantes jamás escritos”— y Nietzsche, en carta a Peter Gast (20-09-1884), confesó: “Europa no ha producido nada más fino y complejo en materia de sutileza moral” que Gracián.
La novela abre con un naufragio. Critilo, maduro y experimentado, llega a una isla desierta y encuentra a Andrenio, hombre “natural”, criado lejos de la ciudad. El encuentro es un programa: la unión de dos facetas del humano. Andrenio encarna la inocencia impulsiva; Critilo, la prudencia que juzga. Juntos emprenden un viaje alegórico por España, Francia, Roma, en busca de Felisinda —la Felicidad— hasta la mítica Isla de la Inmortalidad, metáfora de eternidad o trascendencia. Pero no es una ruta lineal de peripecia: es una peregrinación cargada de signos.
Cada capítulo —la “crisi” [1]— propone una escena de vicios, engaños, lecciones morales; cortes vanidosas, selvas de engaño, teatros de la vida. Todo vibra en dos planos: el real de la aventura y el filosófico-moral del símbolo. Gracián asocia el ciclo del hombre a las estaciones —primavera/niñez, verano/juventud, otoño/edad adulta, invierno/vejez— y el libro se convierte en peregrinación existencial del homo viator desde la inocencia al desengaño. Al final, tras desilusiones, se revela lo esencial: Felisinda era el señuelo pedagógico; el fin verdadero es que Andrenio y Critilo alcancen virtud, madurez y sabiduría tras superar las trampas del mundo. Leído así, El Criticón es reflexión alegórica sobre el estado del mundo, mirada moral y pesimista acorde con el Barroco, obsesionado por el desengaño.
Lo que enciende el libro, aún hoy, es la dualidad antitética de sus protagonistas. Andrenio ve con optimismo ingenuo y Critilo desmonta apariencias con ojo frío: la misma ciudad puede ser gloria o confusión según quién mire. Gracián hace de ese choque un laboratorio de perspectiva. No propone una verdad sentimental ni una cínica; las hace colisionar para que el lector aprenda a enfocar. En una época de filtros y algoritmos, esta gimnasia de perspectiva es dinamita: el Barroco decía “según el color con que se mire”; nuestro feed lo confirma a diario. La novela propone disciplina para no quedar hipnotizados por la primera luz que nos deslumbra.
El eje temático no se oculta: engaño y desengaño. El engaño es apariencia falaz, placer, vanidad; el desengaño, la verdad que rasga el velo y suele doler. Andrenio nace “ciego” —en cueva, sin la luz social— y aprende a desconfiar bajo guía de Critilo: la sabiduría consiste en reconocer vanidades y esquivarlas. La Isla de la Inmortalidad premia ese entendimiento; llegan quienes han vencido el teatro del mundo. Hay pesimismo —corrupción, hipocresía, ambición—, pero también confianza en el individuo excepcional, desengañado y virtuoso, capaz de trascender la medianía. A escala de hoy, podríamos decir: no es un manual para “tener razón” en la red, sino para no perder la cabeza en ella.
Todo esto se sostiene en una prosa conceptista que condensa ideas como si fueran minerales. Antítesis, paradojas, agudezas, anfibologías, comparaciones: cada frase abre doble fondo, literal y simbólico, y a menudo se vuelve sentencia. Gracián reduce la descripción al mínimo y deja que una frase aguda pinte un mundo: “Babilonia de confusiones… Londres de pestilencias… Argel de cautiverios” basta para la corte madrileña. Es lectura que exige lentitud, pero recompensa con el placer de descifrar conceptos. Por eso El Criticón es breve en forma y enorme en fondo: cada línea encierra juicio o lección para quien acepte el reto.
Las comparaciones son inevitables. Con el Quijote comparte camino y crítica social, pero donde Cervantes crea psicologías reales con hambre y emoción, Gracián levanta figuras alegóricas —ideas con pies— y un mundo deliberadamente simbólico: de ahí que El Criticón pueda leerse como un “anti-Quijote” filosófico, menos ternura y más bisturí. Sus fuentes son confesadas: unir “lo seco de la filosofía con lo entretenido de la invención”, mirar a Homero y Esopo, Plutarco y la sátira latina —Luciano, la Apokolokyntosis—, y hasta novelas como Argenis de John Barclay; de ahí que algunos hayan visto en la obra una “epopeya menipea”, mezcla de épica y sátira filosófica. Su influencia no fue masiva —la dificultad espanta—, pero el tiempo la asentó como pieza capital del Barroco hispano y de la literatura universal de ideas; Schopenhauer elogió su sabiduría penetrante y Nietzsche lo tuvo por maestro de agudeza. Hay incluso quien ve en su desengaño una protointuición existencialista: autenticidad en mundo absurdo.
¿Cómo darle hoy un giro que atrape sin traicionarla? Basta con leerla como manual de supervivencia en la feria de espejos contemporánea. Donde Gracián dibuja cortes y sirenas, nosotros reconocemos tendencias, métricas, notificaciones; donde él advierte contra la “Falsirena”, nosotros vemos promesas de atajo, viralidad, prestigios huecos. Andrenio sería el usuario fascinado; Critilo, el criterio que falta. El libro no vende consuelo, vende herramientas: aprender a distinguir sustancia de brillo, entrenar el ojo para no confundir ruido con verdad. No cambiemos sus palabras —no hace falta—; cambiemos el cristal: leídas “en presente”, sus crisis son escenas de nuestro día a día. Si se quiere “punch”, el mejor es este: proponer al lector un pequeño experimento de lectura lenta en tiempos de prisa, invitarlo a leer una crisi como quien mira un cuadro y preguntarse qué engaño desvela, qué hábito mental propone. El Barroco decía desengañarse; nosotros decimos pensar por cuenta propia. Es lo mismo, y El Criticón sigue siendo uno de los mejores lugares para aprenderlo.
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[1] “Gracián no titula ‘capítulos’, sino crisis krísis (decisión, discernimiento) : pequeños juicios del mundo, donde la apariencia se rompe y queda a la vista la lección.”


“nuestro feed lo confirma”. Una palabra inglesa en un artículo sobre el mejor estilista español, es como un tiro de pistola en pleno concierto, que diría Stendhal.
“Combina invención narrativa con reflexión moral, epopeya y crítica de costumbres”. ¿”Invención narrativa” El Criticón? ¿¿Epopeya??
“sino crisis [de] krísis (decisión, discernimiento)”. Crisis significa también “Examen y juicio que se hace de algo después de haberlo examinado cuidadosamente.” (DRAE, acepción nº 7).
“El Criticón es breve en forma y enorme en fondo”. Breve El Criticón, que tiene más de 800 páginas en mi edición de Cátedra? Y si fuera “breve en forma”, ¿por qué su “dificultad espanta”?
“Sus fuentes son confesadas […] Homero y Esopo, Plutarco y la sátira latina —Luciano, la Apokolokyntosis—, y hasta novelas como Argenis de John Barclay.” Y alguna más: “En cada uno de los autores de buen genio he atendido a imitar lo que siempre me agradó: las alegorías de Homero, las ficciones de Esopo, lo doctrinal de Séneca, lo juicioso de Luciano, las descripciones de Apuleyo, las moralidades de Plutarco, los empeños de Heliodoro, las suspensiones del Ariosto, las crisis del Boquelino y las mordacidades de Barclayo.” (El Criticón, I, «A quien leyere»). Y las hay no confesadas, como “El filósofo autodidacto” de Abentofail, la novela picaresca o el propio Quijote.
Para acabar, falta en el artículo (en lugar de la repetición, al final, sobre la apreciación de Schopenhauer y Nietzsche, por ejemplo) un párrafo sobre las consecuencias que tuvo para Gracián la publicación de su libro: “La aparición en 1657 de la tercera parte de El Criticón determinó su caída en desgracia. El nuevo provincial de Aragón, el catalán Jacinto Piquer, recriminó públicamente a Gracián en el refectorio, le impuso como penitencia ayuno a pan y agua —prohibiéndole incluso disponer de tinta, pluma y papel—, y le privó de su cátedra de Escritura del Colegio Jesuita de Zaragoza. A comienzos de 1658 Gracián es enviado a Graus, un pueblo del prepirineo oscense.” (Wikipedia).
Pablo75, muchas gracias por tu comentario, aunque me temo que confundes el propósito de un artículo de divulgación literaria con el de una tesis filológica. Este texto no pretende ser una edición crítica de El Criticón (ya hay unas cuantas), sino una lectura viva y actual de Gracián.
Sobre tus observaciones:
—Sí, feed es una palabra inglesa. También lo son club, whisky y crisis, y no parece que hayan arruinado el idioma ni la música de Stendhal.
—La expresión “invención narrativa” no es mía: la usa la crítica moderna precisamente para destacar la estructura ficcional de El Criticón frente al mero tratado moral. Pero si prefieres seguir dictando desde Cátedra, adelante.
—Lo de “breve en forma” quizá se te escapó: alude al diseño alegórico y episódico, no al número de páginas. Si hubiera que medir la brevedad por centímetros de papel, el Quijote también sería un mamotreto.
—Respecto a la lista de fuentes, felicidades por copiar el prólogo de Gracián: es un buen comienzo. Pero la labor de un divulgador no es transcribir, sino seleccionar. Si quisieras un índice de todas las alusiones posibles, te recomiendo el Index Auctorum del siglo XVIII, aunque temo que no esté en Wikipedia.
—Y sobre la biografía del autor: claro que su castigo jesuítico es un episodio fascinante, pero también un desvío que merecería su propio artículo.
Añado algo más: escribí dos versiones de este texto y elegí esta casi al azar, como a veces ocurre; los autores no siempre somos buenos jueces de nuestras propias versiones. En cualquier caso, me temo que hubiera escrito lo que hubiera escrito, al señorito no le habría gustado, y habría acabado citando —una vez más— a Wikipedia, lo cual ya es bastante terrorífico.
En suma: no confundas precisión con literalismo ni erudición con Google. Lo importante, en Gracián, no es enumerar lo que ya dijo, sino seguir mirando con él “en la feria de los espejos”.
Una C R I S I S , entonces , no es tan terrorífica si supone la rotura de la apariencia – ficción – teatralización ; lo fingido. El dolor y la amargura, producto de los escombros, son a nivel interno.
Nos creímos lo que era falso.
De una C R I S I S , cristal estallado, emerge la moraleja.
En una C R I S I S se derrumba un supuesto orden político-económico-social o un vínculo con otro / -os. Esa situación provoca lo temido: la necesidad de deshollinarnos como individuos o a nivel comunitario.
“ES DESENGAÑADO , PERO NO
NIHILISTA : DEJA UNA HEBRA DE
ESPERANZA EN LA SABIDURÍA Y LA
VIRTUD DE SUS PROTAGONISTAS, CAPACES DE ESCAPAR DE LA
MEDIOCRIDAD”
Siempre lo supimos; sólo disimulábamos comodidad y seguridad. Nos gustó el panfleto y nos lo quedamos porque nos atrajo el diseño y el color; nada más.
Nos “compró” la fama momentánea que vio nuestro huequismo afectivo, anímico … Cada uno sabrá cómo completarlo.
La ausencia de ruido y la soledad (alejamiento temporal , forzado o no) nos dejan con ESO que NO QUISIMOS ADMITIR.
A parir y desde Rosa Amor.
“¿POR QUÉ SU DIFICULTAD ESPANTA?”
Pablo75 (Comentarios)
Woowww!!!!!
Muy buena pregunta!!!!!!!!!!!!!
Muy personal la respuesta.
Útil sea cual sea el Contexto!
“Su influencia no fue masiva -la dificultad espanta- ”
Rosa Amor
“¿Por qué su ‘dificultad espanta’?”
Pablo75
Respuestas:
Su dificultad espanta porque estimula la crítica real que distingue sustancia de brillo.
Su dificultad espanta porque propone autenticidad en un mundo absurdo.
Extraído del Artículo.
Todo lo que enfoque lo que no queremos mirar, espanta.
Gracias por tu lectura Sabrina y por la profundidad de tu comentario. Creo que la dificultad de El Criticón espanta porque exige algo que el lector contemporáneo casi ha olvidado: una lectura activa, no de consumo. Gracián no escribe para gustar, sino para incomodar; no acaricia el oído, sino que raspa el alma.
Su dificultad no está tanto en el estilo como en la mirada que impone. Nos despoja de disfraces, rompe la ficción en la que nos sentimos cómodos, y nos obliga a mirarnos sin los filtros con los que solemos protegernos. En ese sentido, es un libro que no se deja leer impunemente.
Espanta porque dice demasiado de nosotros. Nos deja sin coartadas, sin la pátina del autoengaño, y eso siempre provoca rechazo. No es Gracián quien es difícil: somos nosotros los que no queremos entenderlo.
Pero, como bien apuntas, de esa crisis —ese estallido del cristal— puede brotar una claridad nueva: la del desengaño que no es nihilismo, sino posibilidad de sabiduría. Esa “hebra de esperanza” que sobrevive en medio de la ruina.
Gracias!!!!
La obra de Gracián es del siglo XVII y ya hablaba de “En este centro de hermosas variedades”, la Naturaleza
Creada en esa coyuntura.
La experiencia de Critilo frente a la ingenidad y lo pasional de Andrenio
(personajes) , a veces puede ser molesta o fastidiosa por su agudeza:
“mas no seas tú uno de aquellos que freqüentan cada año las florestas atentos no más que a recrear los materiales sentidos , sin emplear el alma en la más sublime contemplación”.
“si la sombra es tal, ¡cuál será su causa y la realidad a quien sigue!”
El ser humano formado por el “Hazedor” : fragilidad = pelea de
contrarios como las “passiones”, entre ellas la crueldad, frente a la razón.
Sí: “raspa el Alma”.
Nunca nos gusta que nos digan qué hacer o cómo proceder.
Entiendo, si no interpreté mal , que Critilo fundamenta su stock de
advertencias en su sabiduría ganada por la experiencia con el desengaño.
Sí: las variedades de hoy son de consumo comercial.
Hoy resultaría mucho más pedante que nos estimulen a “leer lo escondido” porque lo que nos venden nos ahorra tiempo , no da popularidad y nos entretiene.
Bajo esas propiedades no vemos la inversión económica , de tiempo y Vida que eso supone.
La Creación Está Bien Organizada , Gracián inclusive lo reconoce.
No podemos culpabilizar a nadie respecto de lo que hacemos.
Baltasar escribió sobre la razón.La voz de la conciencia puede ser Critilo y la voz del deseo , si se quiere, Andrenio.
Critilo fue un Andrenio que experimentó y le fue mal.
Amor y “Felisinda” , SÍ, van juntos.
El tema está en confundir los conceptos AMOR con fruición (Gracián lo reconoce en su relato bajo el nombre de vicio).
Ahí está el conflicto: cuando queremos estrellarnos contra la pared como si no importara nada porque queremos resistir al “silo
de los NO” y sus variantes: “NO LO HAGAS” / “NA VAYAS” / “NO DIGAS” / etc.
¡¡¡¡¡Zarpado!!!!! (Muy bueno)
La crudeza del capítulo: “Los encantos de Falsirena”.
-“Oh cómo le PREVINO el escarmentado Critilo al ENGAÑADO Andrenio, mas qué poco le aprovechó! Partió CIEGO a buscar luz a la casa de los incendios”
-“teatro capaz de maravillosas apariencias” / “todo flor y nada fruto”. (La casa y el modo de ser de Falsirena)
-“Critilo quedó vencido de su agasajo y convencido de su información”.
Las víctimas de Falsirena: “desalmados cuerpos tendidos sobre aquellos suelos. Avía moços galanes de tan corto seso quan largo cabello;
HOMBRES DE LETRAS, PERO
N E C I O S;
hasta viejos ricos. TENÍAN LOS OJOS
ABIERTOS, MAS NO VEÍAN.
Otros los tenían vendados con mal piadosos lienços. En los más no se percibía otro que algún suspiro : TODOS ESTAVAN DEMENTADOS Y
ADORMECIDOS, Y TAN DESNUDOS”
Aún así , Andrenio , post rescate: “con todo el mal que me ha causado, confiesso que no las puedo aborrecer, ni aún olvidar”.
“LA LEÑA, CUANTO MÁS SECA,
MÁS ARDE” por ser la lascivia más vehemente aún en los ancianos que en la gente joven.
“LA GRAN FERIA DEL MUNDO
PUBLICADA EN LOS CONFINES DE LA JUVENTUD Y EDAD VARONIL, AQUEL GRAN PUERTO DE LA VIDA, CON TODO , POR SERVIRTE”
La voz de Egenio
Gracián
Conclusiones: Critilo , padre de Andrenio, fue enseñado por Felisinda.
Andrenio cayó en la trampa de Falsirena.
Las experiencias de Critilo y Egenio (personaje que aparece en la vida de Critilo y es ayuda a encontrar a Andrenio) son los Docentes para la deseosa juventud.
No sólo los chicos/ chicas son absorbidos por el glitter del mundo
aparente porque “LA LEÑA, CUANTO MÁS SECA, MÁS ARDE”.
Así es la Primavera: flores. (flores punto).
Hay muchas cosas súper interesantes.
Soy de Argentina. La vida de mi país tiene mucho para aprender de los Clásicos.