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Una guía práctica para conversar

Una guía práctica para conversar

En Cómo hacer posibles conversaciones imposibles: Una guía práctica, Peter Boghossian y James Lindsay enseñan el sutil arte de infundir dudas y abrir mentes, empezando por la propia. Del cambio climático a la fe religiosa, de la identidad de género a las causas de la pobreza, de la inmigración a la violencia, Boghossian y Lindsay muestran los fundamentos para tener buenas conversaciones, incluso con las personas más extremistas que conozcas. Entre las principales virtudes que proponen perfeccionar está saber escuchar, pero también el arte de hacer buenas preguntas, modular el lenguaje, gestionar el desacuerdo, controlar la ira y cultivar la disposición a dudar. Todo ello puede abrir paso a una comprensión más profunda del otro e incluso a una cordialidad inesperada. Este libro enseña a comunicarse de manera efectiva con personas que tienen creencias radicalmente diferentes. Vivimos en una era de división y polarización, y hemos dejado de conversar los unos con los otros. Las repercusiones de esto son vastas y profundas, incluyendo el miedo a hablar abierta y honestamente, la incapacidad de resolver problemas comunes y las amistades perdidas.

Zenda adelanta las primeras páginas.

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Conversando con un idiota

Hace casi dos décadas, uno de los autores de este libro, Peter, estaba discutiendo sobre la discriminación positiva con una colega (que aparece como SDL en la transcripción del diálogo), una mujer blanca que se describía a sí misma como liberal [1]. Como suele suceder en las conversaciones sobre temas controvertidos, ésta rápidamente se tornó acalorada. Luego, como es común en estos bretes, todo fue de mal en peor aceleradamente. Echemos la vista atrás:

—SDL: Sigues negando que [la discriminación positiva] sea justa.

—Boghossian: Sí, porque no lo es. ¿A quién le parece justo eso?

—SDL: Ya te lo dije. A los grupos tradicionalmente marginados, como los afroamericanos. Ellos vienen de un mundo de carencias. No tuvieron las mismas oportunidades que tuvimos tú y yo.

—Boghossian: Pero, ¿por qué eso requiere forzar los resultados?

—SDL: Pareces un disco rayado. Porque son estadounidenses y merecen algo mejor. No lo entiendes porque nunca has pasado por dificultades como las suyas. Tú has ido a buenas escuelas y nunca has lidiado ni siquiera con una pizca de lo que ellos enfrentan a diario.

—Boghossian: Supongamos que tienes razón. No creo que la tengas, pero supongamos que sí. ¿Qué evidencia tienes de que la discriminación positiva sea una buena forma de remediar las injusticias pasadas?

—SDL: No tengo ninguna evidencia. Es lo correcto porque…

—Boghossian: Entonces no tienes ninguna evidencia. Y tu confianza en una creencia para la que no tienes evidencia es absoluta.

—SDL: No me estás escuchando.

—Boghossian: Sí te estoy escuchando. Estoy tratando de entender cómo puedes creer tan firmemente en algo sin tener ninguna evidencia. ¿Crees que los afroamericanos están mejor con Clarence Thomas [2]? ¿Crees que fue algo bueno para ellos que él sea juez de la Corte Suprema, o estarían mejor con un hombre blanco liberal?

—SDL: Eres [palabrota] molesto. En serio. No puedo creer que seas profesor.

—Boghossian: Lamento que te sientas así. Tal vez si pudieras defender mejor tus creencias no estarías tan molesta con alguien que te está haciendo preguntas sencillas.

—SDL: ¿Qué les enseñas a tus estudiantes?

—Boghossian: No eres mi estudiante. Y no te enfades tanto.

—SDL: Eres un idiota. Hemos terminado.

Ella tenía razón. Peter no estaba escuchando, era molesto y estaba comportándose como un cretino. En este breve intercambio, interrumpió a su interlocutora, usó «pero» en respuesta a sus afirmaciones (probablemente la cosa menos incorrecta que hizo), cambió de tema y no respondió a sus preguntas. Estaba tan enfocado en ganar —e incluso en avergonzarla intelectualmente— que arruinó la charla y cerró la puerta a futuros intercambios productivos. SDL le cortó en seco, pero debió haberlo hecho antes.

Las conversaciones entre personas que tienen creencias radicalmente diferentes sobre religión, política o valores siempre han sido complicadas. Con ello, era improbable que la conversación entre Peter y SDL avanzara sin dificultades, pero no tenía por qué ser tan desastrosa. Hay formas buenas y formas malas de hablar con personas que sostienen creencias opuestas. Y hacerlo bien no es una quimera, sino algo realizable. Dado que nuestro entorno cultural está profundamente polarizado, es más difícil que nunca charlar amigablemente y de manera productiva con personas que tienen puntos de vista antagónicos.

Desde el desencuentro entre Peter y SDL hace casi veinte años, nuestros espacios compartidos se han fracturado y las personas tienen mucha más dificultad para hablar con aquellos que tienen opiniones diferentes. Las disputas y la mala fe parecen no tener fin: liberales contra conservadores, creyentes contra ateos, demócratas contra republicanos (en los Estados Unidos), esta secta contra aquella, algún grupo de identidad contra otro—o contra todos los demás— y los extremistas, reaccionarios o radicales se abaten furiosos contra el aturdido y exhausto centro.

Por estas divisiones, y por muchas otras, a la gente le cuesta mucho hablar entre sí. Han tomado partido y tienen posiciones muy definidas e inflexibles. Bajo esta óptica, pocas personas saben cómo hablar con «el otro lado», y la mayoría considera a aquellos que piensan diferente como una amenaza existencial, es decir, como alguien cuya simple presencia pone en riesgo la existencia misma de los demás. Y parece que no hay ni solución ni escape. A pesar de que ni siquiera sabemos cómo manejar los desacuerdos en las cenas familiares, nos metemos de cabeza a discutir acaloradamente con personas que apenas conocemos y hacemos lo mismo en las redes sociales. Mucha gente enfrenta todo esto huyendo de las conversaciones conflictivas. Es una opción válida, y en ciertas circunstancias puede incluso ser lo correcto. Sin embargo, es sólo una solución parcial. También es vital aprender a tener estas conversaciones difíciles, incluso aparentemente imposibles.

***

[1] «Liberal» en EE. UU. equivale a «progresista» en el contexto europeo. Los autores lo explican en su primera nota, pero hemos querido anticiparnos, porque conviene aclarar desde el principio que este libro se apoya en ejemplos estadounidenses. Sabiendo esto, cualquier lector español puede hacer fácilmente sus paralelismos. (N. de la T.)

[2] Juez de la Corte Suprema de los Estados Unidos. Afroamericano, es considerado el más conservador de entre todos sus componentes. (N. de la T.)

Autores: Peter Boghossian y James Lindsay. Título: Cómo hacer posibles conversaciones imposibles: Una guía práctica. Editorial: Ladera Norte. Venta: Todostuslibros.

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