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Mapas para preservar la eterna cicatriz

Mapas para preservar la eterna cicatriz

A diferencia de lo banal, los milagros pertenecen y han pertenecido siempre al suburbio. Allí, entre paredes de ladrillo rojo, en charcos que aún no apestan a azufre, a los pies de cualquier monumento accidental del que solo unos pocos desaprenden su sentido de vacío antes de morir; allí, solo allí, surge esa regresión a lo primario, a lo que es absoluto frente al peligro de extinción. Es la vida que nace cuando espejea esa rabia sagrada que se agranda con la sangre y con el ardor del que se sabe víctima al igual que el otro y nunca huye para salvar el futuro, para no descontaminarse de su propósito. Al suburbio —arrancándole sus malogradas alucinaciones de luz— regresaremos todos cuando prospere el cansancio y no haya dinero para las segundas oportunidades, convencidos de que aún podremos tomar aire y de que nada, ni siquiera la buena suerte, nos alejará del desafío que un día le lanzamos al nacer. La obra del escritor y poeta norteamericano Ocean Vuong sería otra sin esa recreación, memoriosa y unitaria, de lo que alguna vez floreció dentro del dolor, lo más profundo de los oasis, nada permanentes, en los que no se habló por primera vez de la guerra, y sí de otras muchas variaciones como el despertar para siempre en una ciudad poderosamente ambigua.

El emperador de Alegría (Anagrama, 2025) aúna las muchas texturas de la herida de Vuong, desde los ecos de la guerra de Vietnam, librada desde la intuición familiar e higienizada por el relato y la duda. Pero, al igual que en su obra poética, la cicatriz de Vuong es un mapa en el que ser, y no el preludio —como sería lo lógico— de su propia transformación, de su esfuerzo rehabilitador por mudar desde la fragmentación hacia lo útil, desde la ruptura interior hacia ese espacio consensuado en el que triunfar y sobrevivir comparten la misma declinación moral.

"Hai, que aspiraba por compasión familiar a ser médico y que anhela, por razones obvias, convertirse en escritor, encontrará en un restaurante de comida rápida el espacio en el que fecundar su propia transformación"

Hai es un joven que, con apenas veinte años, decide saltar desde el puente de su ciudad, Alegría, y poner fin a un calvario circular que lo aleja de su madre y de sí mismo, de su historia familiar —tan anudada con sangre y vacío— y del futuro que debería brindarle una nueva identidad: el refugio desde el que poder sembrar un nuevo vocabulario emocional. Grazina, una anciana de origen lituano que se arrastra por el tiempo abrazada a la soledad, a la demencia y a las imágenes de una infancia agravada por la guerra y el exilio, observa al dudoso Hai en el travesaño del puente. Un arranque de lucidez de Grazina impide el desenlace. A partir de ahí, la relación y la convivencia entre ambos, su progresivo hermanamiento a través del dolor, la fragilidad y el deseo —a veces puntual— de enfrentarse a la luz, de prolongar ese estadio de mínima felicidad en el que lo oscuro es capaz de diluirse sin estridencias y para siempre, unirá sus destinos.

"El emperador de Alegría continúa con esa visión transgresora y a la vez transversal en la que las heridas individuales siluetean el rumbo de la Historia, bien para desmantelar sus cimientos, o bien para desacelerar su toxicidad sistémica"

Hai, que aspiraba por compasión familiar a ser médico y que anhela, por razones obvias, convertirse en escritor, encontrará en un restaurante de comida rápida el espacio en el que fecundar su propia transformación. Será el lugar en el que ser a espaldas de lo que gime —porque detrás del secreto y de la compasión que desflorece la voluntad compartida, hay alguien que gime creyéndose indemne— a pocos kilómetros de allí, en la casa materna. En ese lugar desportillado y aún caliente al que Hai regresa con maneras clandestinas, cautivo en ese océano nuevo en el que todo parece mitigable, salvo la verdad original, y del que no se atreve a desaprender los nuevos códigos, las nuevas fórmulas de aprendizaje y solidaridad que le hacen ser parcialmente libre. El restaurante Homemarket es un lugar bullicioso, arbitrario y grasiento, pero también metafórico, en el que sus trabajadores encarnan la perfecta resiliencia frente al sueño americano y, al mismo tiempo, un apego casi ideológico por los paraísos inventados y siempre excesivos que lubrica el sistema. Todos ellos, lejos de renunciar a su papel de víctimas, reivindican su impostura con pequeños gestos, con afirmaciones categóricas y crueles, con estilismos nada discretos que, como bien dijo la escritora británica Zadie Smith, son una auténtica declaración de intenciones. Son personajes que, sabiéndose anclados a esa orilla suburbial en la que solo germinan las improvisadas consecuencias que desechan los otros —los que ostentan el poder y se saben en los titulares de lo justo y digno—, deciden sobrevivir como una variopinta unión comunal en la que el dolor del prójimo es una categórica llamada a la guerra.

La literatura de Vuong está marcada por el duelo, la memoria y una pretensión casi cartográfica de reevaluar el cuerpo como si fuera un archivo, como si sus distintas marcas fuesen matices a través de los cuales puede y debe reorientarse el destino. El emperador de Alegría continúa con esa visión transgresora y a la vez transversal en la que las heridas individuales siluetean el rumbo de la Historia, bien para desmantelar sus cimientos, o bien para desacelerar su toxicidad sistémica. Lo hace componiendo un fresco colectivo, profuso y sutil, tan complejo como las heridas rotas de sus protagonistas, las cuales no dejan de suspirar a pesar del error, ni dejan de romperse todavía más a pesar de la derrota. Y nada de esto sería posible sin una visión lírica —a veces detallista y simbólica— que, lejos de ser un adorno, es el vehículo para componer una atmósfera que debe ser diferencial y subrayar una individualidad que, siendo única, es el nudo que reasigna la luz en este tiempo de suburbios e imperios. Ocean Vuong regresa siendo más necesario que nunca, siendo emperador en este tiempo absoluto de transformación y caos.

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Autor: Ocean Vuong. Título: El emperador de Alegría. Traducción: Daniel Saldaña París. Editorial: Anagrama. Venta: Todos tus libros.

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