Un volumen recopilatorio de ensayos de George Orwell lleva por título Unpleasant Facts y está extraído de uno de sus ensayos programáticos: “Por qué escribo”. Allí explica que su vocación de escritor le llegó en parte por su capacidad de afrontar hechos desagradables. No se interpreta como sadismo o placer por el mal gusto, sino como la obligación de mostrar lo que otros no deseamos ver aunque lo tengamos delante de nuestras narices. Gracias a esa facultad fue capaz de encontrar las terribles costuras del estalinismo cuando el resto solo veía un nuevo orden social. Algo similar puede decirse de la narrativa de Elvira Navarro y que en este libro resulta, si cabe, aún más acusado.
La sangre está cayendo al patio titula toda la colección. Es una frase entresacada del primer relato que descontextualizada en la cubierta del libro amplía su poder interpretativo y nos insinua un asunto constante de sus páginas. No la sangre, pues no es un libro sangriento ni de terror (aunque está salpimentado con ambos ingredientes), pero sí la deshumanización de los lugares cotidianos, hasta prosaicos, como puede ser, en este caso, el patio vecinal.
Sigmund Freud aprovechó el término alemán unheimlich para desarrollar su teoría de lo siniestro, y creo que Navarro le hubiera servido al austriaco tan bien o incluso mejor que los relatos de E. T. A. Hoffmann de los que extrajo su interpretación de lo inquietante. La alteración de lo doméstico (de domus, casa) lo convierte en algo completamente extraño y perturbador. Elvira Navarro describe pormenorizadamente las casas de los protagonistas de sus relatos. Un lugar donde uno se siente seguro y pleno, pero que en estos cuentos es generador de desamparo. Los hogares de La sangre está cayendo al patio están a medio hacer, a medio vivir, o carecen de los servicios más básicos: no acogen sino que expulsan. Del mismo modo, los barrios descritos no ayudan a la creación de comunidad: o son tierras de nadie, heridas fronterizas, como las banlieue de París o son lugares, como los PAUs españoles donde los vecinos no cuidan sino vigilan, donde los niños no están protegidos sino confinados.
Esta reseña quedaría incompleta si no mencionáramos los elementos mágicos que encierran. El toque fantástico de Navarro es sutil y muy acorde con la temática común del vacío. La vida descoyuntada exige narraciones que rompan con lo lógico y se abran a lo sobrenatural. De un modo elegante y apenas sugerido (no sabemos si sucede en realidad o en la cabeza de los personajes), muchos relatos están transidos de esa inquietud, de nuevo lo siniestro, de lo incomprensible. Se me ocurre que tal vez sean esos rasgos fantásticos lo más comprensible de las existencias tan amargas que describen estos relatos.
Se ha convertido en una expresión demasiado trillada escribir que un libro no dejará a nadie indiferente. Yo creo que no la he utilizado en ninguna crítica pero si tuviera que aplicarla a algún libro sería definitivamente a este.
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Autor: Elvira Navarro. Título: La sangre está cayendo al patio. Editorial: Random House. Venta: Todos tus libros.


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