Cuesta muy poco entenderlo: ningún lector necesita que le interpreten una obra literaria. Tampoco la última de Jon Fosse (Haugesund, 1959), Vaim, que ha sido tan descuartizada en trozos lo suficientemente digeribles que me hubieran permitido escribir esta reseña sin haberla leído. Una novela que puede ser, según parece, la primera de una trilogía, o una tetralogía, o quién sabe si una pentalogía. Quizá la aspiración de Fosse con Vaim sea la de crear un monumento que pueda enfrentarse a aquel que ya levantó con Septología. No lo sé.
Por este motivo, de Vaim ya lo sabía casi todo antes de leerla, pero nada de su estilo. No suelo proceder así, no suelo leer ninguna reseña ni crítica del libro sobre el que he de trabajar antes de escribir mi impresión sobre él, pero quería comprobar en este nuevo texto de Fosse cómo se hacían carne las ideas que Merve Emre defendía. Quería comprobar cómo nadie había hablado de la forma, ni del estilo y sí de los temas y de la trama, y de los recovecos relacionados con la trama y de otros tantos vinculados a los temas principales, el amor, la amistad y cierto desistimiento vital. Así, por tanto, solo se hablaba de la simbología de los barcos, del carácter de Eline, de las relaciones matrimoniales y prematrimoniales, de la moralidad de las relaciones sexuales antes del matrimonio, de las de la amistad, de la concepción de la muerte, de los prejuicios de los cristianos mal enseñados y sin fe, de los solteros y de los borrachos, de los rumores que alteran la fama hasta la difamación, del miedo al marido ornamentado y de los celos entre fantasmas, porque en Vaim, también aparecen los fantasmas y otras serendipias existenciales.
Y así ha sucedido. No encontré entrevista que profundizase o hiciese referencia al primer garabato que escribí en mi cuaderno cuando la terminé de leer: “Este libro es una/otra maravilla formal, y por tanto un ejemplo más de cómo un contenido, y sus temas, y su trama, se ven conformados por un estilo y una forma literaria sobresaliente y genial. Hay que partir de aquí, de la forma”. Pero ¿quién sabe escribir sobre la forma en la que están escritas y construidas las novelas sin recurrir a un lenguaje profesionalizado perteneciente al ámbito académico? El reto es mayúsculo y, tal como acabo de escribir, nadie enseña a los lectores el espectáculo que despliega la forma en Vaim.
Porque si por algo destaca Vaim es por la forma en cómo está escrita, por cómo se cuenta su historia. Todo son cómos. Una prosa lenta que otorga su poder a lo que una vez dijo Derrida: “Lo que no se puede decir hay que escribirlo”. Por eso Fosse en Vaim se pregunta qué hace que todo lo que exista sea distinto. Y trata de escribirlo para que exista. Y lo escribe y traduce describiendo, por ejemplo, cómo Eline maneja a su antojo a Frank y a Jatgeir. Por el uso de las digresiones, la suspensión del discurso y de lo que se va narrando; los saltos temporales, la abundancia de detalles con la concreción y la anécdota: el demonio reside en lo impreciso, recuerden. O cómo en ese episodio tan simple por cotidiano, residual en cualquiera de nuestras vidas, que consistiría en comprar un simple botón y un ovillo de hilo, ocupa casi un tercio de la novela, pero donde se esconde la configuración de un personaje soberbio, Jatgeir, que nos abre en canal toda su vida mientras piensa y reflexiona, desde su infancia hasta el final; o en el regodeo de las escenas que muestran la transformación que hace Fosse en Vaim desde la técnica teatral a la narrativa. En definitiva, una prosa que es un venero formal contenido en un magma palpitante de apenas ciento sesenta y tantas páginas.
Si por algo hay que leer Vaim es por el capital cultural con el que nos enriquece como lectores. Porque su estilo distintivo será un elemento que le permita alcanzar ese punto donde se fraguan los juicios que consolidan una novela en el canon literario de todos los lectores. Vaim es una novela que cumple muchos de los requisitos que conforman un futuro clásico. Porque como revela el propio Fosse, todo es extraño cuando se consigue descubrir que la literatura puede convertir la vida de un solo hombre en un relato universal de la humanidad.
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Autora: Jon Fosse. Título: Vaim. Traducción: Cristina Gómez Baggethun y Kirsti Baggethun. Editorial: Random House. Venta: Todos tus libros.


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