Alberto Marcos: “Si los autores o autoras son los padres de los libros, los editores serían los padrinos”

Esa es, probablemente, la imagen que nos viene a la mente cuando pensamos en un editor o editora. Alberto Marcos, editor de Penguin Random House, romantiza con gracia aún más el imaginario: coloca a esa figura en un diván. Y claro, esa parte es la piedra angular del perfil del editor. Sin embargo, su labor va mucho más allá.

En el decimoctavo episodio de Books & People desgranamos el oficio de editor, pieza esencial para que un libro encuentre su forma definitiva. Un trabajo que hace que el texto mute y se despliegue de crisálida a mariposa. Alberto nos lo cuenta, ilumina las zonas no tan visibles: aquello que no se dice, lo que permanece en silencio, lo que solo unos pocos intuyen…

Alberto, de sonrisa sincera, es un editor apasionado por la literatura. Desde sus primeras palabras se traduce ese amor por los libros. Porque él, además de editor, es también escritor, y esa doble condición le concede una perspectiva más amplia: la del autor que dialoga con su editor, y la del editor que acompaña de cerca a sus escritores. Él lo resume así: “Un editor construye un proyecto cultural que sea viable económicamente”. Es decir, un editor debe construir un proyecto cultural que no solo dialogue con la belleza y el pensamiento, sino con los números, para poder ser sostenible en el tiempo. En este oficio, el romanticismo —que, por supuesto, tiene un peso fundamental en el negocio editorial— debe estar en comunión con el Excel y traducirse en una rentabilidad mínima que permita seguir creando.

El acompañamiento de un editor puede marcar la diferencia: controlar la entropía de las palabras en el texto, mientras este crece y se moldea. Ese vínculo —el del editor y el escritor— da lugar a discusiones fértiles, de las que brotan ideas que impulsan la obra más allá de sus límites iniciales. Esa armonía genera una suerte de autofagia literaria, un proceso en el que el texto se alimenta de sí mismo para alcanzar su mejor versión, bajo la máxima de que, en muchas ocasiones, menos es más.

La conversación transita entre la seriedad que exige el oficio y un humor sutil, como una sombra que sonríe. Surge entonces un símil que nos hace sonreír: la comparación entre el primer amor y la gestión de las expectativas. Y es ahí cuando Alberto revela una de las cuestiones más importantes, sobre todo en los autores noveles: “Quieres que a tus autores les vaya bien. Existe una empatía. Pero muchas veces colocamos muchas expectativas en nuestra novela. Y una de las cosas que suelo decirles, para intentar equilibrar esas emociones, es esto: ojo, enamorarse está muy bien, pero esto no te cambia la vida. O, al menos, no debería cambiarla”.

Os invito a ver este nuevo episodio de Books & People, divertido y desenfadado, para descubrir cómo esos papeles que descansan en la mesa de un editor acaban en las estanterías de una librería. Pocas veces se ha definido tan bien el papel del editor en ese viaje del libro como en esta frase de Alberto: “Si los autores o autoras son los padres de los libros, los editores serían los padrinos”.