La primera novela de la escritora y poeta Loreto Sesma presenta a una mujer que, cansada de su fracaso matrimonial, inicia una transformación que la lleva a conocer el placer, la culpa y, también, la profundidad de las heridas. Y todo sin censuras.
En este making of Loreto Sesma cuenta por qué escribió Bloody Mary (Suma).
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Todo empezó con la imagen de un pintalabios en la guantera. Solamente era una imagen, pero por algún motivo tenía una fuerza casi magnética. ¿Y si encontrar ese pintalabios, un objeto básico, estereotipado e insípido, lo cambiara todo? Veía la escena en mi mente con una nitidez cinematográfica: un primer plano de las manos de una mujer observando en silencio un cosmético rastrillado por el uso, olor a vainilla, a cosmético barato. Al abrir el plano ahí estaba ella, Penélope, la mujer que me ha hecho viajar por esta historia durante la escritura de Bloody Mary.
Penélope encuentra ese pintalabios en la guantera y acaba convirtiendo ese dolor en un pensamiento circular casi obsesivo. Yo sabía cuál era el precio: que pareciera una histérica, una víctima de su propia neurosis, una plañidera del amor romántico. Penélope existe por el mismo motivo por el que la gente lee a Plath, ven por millonésima vez Love Actually y por el que escuchan canciones tristes cuando llueve.
Las circunstancias personales de Penélope me parecen anecdóticas pero necesarias: una mujer casada cuya vida se parte en dos al encontrar un pintalabios que siembra la duda sobre su marido, Galo. Digo anecdótica porque Bloody Mary no es la historia de un matrimonio, es el testimonio de una mujer que siente que lo ha perdido todo, y por eso precisamente, desde la supervivencia decide reconquistarse a sí misma.
Quería hablar de todas esas mujeres que abandonaron la atención del espejo; que se resignaron a un segundo, tercer, cuarto o quinto plano. Conozco a muchas mujeres que dejaron de mirarse a sí mismas por priorizar siempre el cuidar al resto. Por eso quería que Penélope, aunque fuera como consecuencia del dolor, recuperara ese body lencero negro que la llevará a convertirse en alguien completamente distinto. Me gusta que los lectores me confiesen cómo juzgan a Penélope cuando comienza ese cambio y me apasiona comprobar cómo, en el fondo, acaban deseando experimentar algo de su vértigo.
Creo que cuando dicen que este libro es un retrato generacional en parte se refieren a esa hipocresía agotadora que parece inundarlo todo hoy en día. Aunque no fue algo premeditado, creo que es una consecuencia inevitable de ser una mujer de mi generación. El lector asiste al cambio de Penélope y la juzga, como si por ser observador se le concediera automáticamente la licencia de señalar desde una excelencia moral que es falsa e inexistente. Esa santurronería siempre me ha enervado un poco y quizás de forma inconsciente dejé que empapelara la historia.
Sin querer rozar el spoiler, la historia de Penélope no tiene sentido sin el personaje de Roma. Si Penélope es la ternura, la tristeza o el abrazo, Roma es el incendio, la sensualidad y la supervivencia. Todos hemos experimentado esa catarsis que nos aniquila y nos salva al mismo tiempo. Por eso Penélope se equivoca una y otra vez. Quizás porque no tiene nada que perder se permite ser insensata, incongruente, vanidosa y hasta egoísta. E imaginar todos esos escenarios ha sido una de las partes más divertidas de este proceso.
Decía al inicio que Penélope es especial porque tiene mucho de todas nosotras. Sobre todo, muchos de sus errores, de sus miedos, de sus inseguridades; porque para asistir a los logros y a la muestra de plumaje ya están las redes sociales. Y Bloody Mary es un libro de heridas, culpa, placer y deseo.
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Autora: Loreto Sesma. Título: Bloody Mary. Editorial: Suma. Venta: Todos tus libros.


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