La última ficción de Eduardo Fernán-López parte de un hecho real: el naufragio del Villa de Pitanxo en aguas de Canadá en 2022. A partir de aquella tragedia, el autor construye una novela negra ambientada en una ciudad de Vigo de apariencia fantasmal.
En este making of Eduardo Fernán-López recuerda cómo escribió El balanceo del Alacrán (Destino).
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Vivir por primera vez la sensación de vacío que se apodera de una ciudad, de una comarca, cuando le sacude la tragedia de tener que enfrentarse a un naufragio con un alto número de fallecidos, es algo difícil de olvidar. Eso es lo que me sucedió a mí durante febrero de 2022, cuando llegaron a Galicia las primeras noticias del hundimiento del pesquero Villa de Pitanxo. La tragedia de estos marineros y sus familias, que comenzó a llenar los periódicos, me espoleó a sumergirme en un mundo fascinante, pero que muy poca gente fuera de esos gremios conoce. Ni tan siquiera gran parte de los habitantes de una de las ciudades más importantes de la costa Atlántica como es Vigo y que, como se quejan a veces con amargura los propios marineros, vive de espaldas a su puerto.
Por eso mismo, después de mezclar diferentes opiniones e historias, es por lo que decidí que el pesquero Alacrán, de la armadora Grupo Barros y con sede en el puerto de Vigo, fuese el hilo conductor de una trama que se acelera cuando siete meses después de naufragio en aguas canadienses, donde fallecen veintidós marineros, se inicie el juicio para discernir qué parte de culpa recae sobre la casa armadora del barco y cuál sobre el capitán del buque desaparecido, que fue uno de los dos supervivientes. El asunto se complicará para todos cuando aparece muerto Raúl Barros, el presidente del conglomerado empresarial propiedad del pesquero, junto a su única hija, con la que hacía tiempo que no se hablaba.
El inspector Tristán Negreira y la subinspectora Virginia Almada, del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional de Vigo, serán los encargados de investigar el doble crimen, cuyos motivos se remontan mucho tiempo atrás, viéndose obligados a intentar arrojar algo de luz sobre el pasado del empresario para dar con el culpable de su asesinato. Algo crucial, no sólo para resolver el caso, sino para que pueda reactivarse el juicio que buscaba hacer justicia sobre las víctimas y sus familias. Un detalle que, como supondrá el lector, no será tan fácil de conseguir como podría parecer, pues detrás de la muerte de un hombre poderoso siempre se esconde una historia de venganza. Lo complicado va a ser conocer qué mano la ejecuta, pues el empresario ha dedicado su vida, a partes iguales, a generar dinero y granjearse enemigos de amplio calado. Además, como ocurre siempre que desaparece la cabeza de una gran empresa, más cuando es tan personalista como ocurre con el Grupo Barros, los movimientos internos para hacerse con la mayor cuota de poder se acelerarán, sin ni siquiera respetar el luto por el fallecimiento de su fundador. La lucha interna que se desatará para hacerse con el control de la compañía entre los miembros de la junta directiva y el abogado personal del muerto, Álvarez de Celis, que intentará pescar en río revuelto, amenazará con hundir al grupo y sacará a la luz otra oscura trama. En este caso, una empresarial y económica que no dejará bien parado a gran parte de sus protagonistas.
Por otro lado, a Negreira se le abrirá el suelo bajo los pies al conocer la identidad de las víctimas. Todos en comisaría serán conscientes de que se avecina un temporal institucional y social tras el doble homicidio, ya que la herida causada por la tragedia del Alacrán sigue bien abierta a la espera de una resolución judicial que esclarezca lo sucedido. La tensión será latente, pues por todos es conocido hasta qué punto son capaces de presionar los dueños de los barcos cuando las cosas no salen según lo planeado. No es fácil llevar la contraria al que paga, pero es aún peor cargar sobre tu conciencia con la muerte de veintidós compañeros. La gente de la mar es muy supersticiosa con esas cosas, y en la novela queda más que patente.
En definitiva, el inspector Tristán Negreira se verá obligado a capear su propio temporal, también personal, intentando separar pasado y presente del juicio mediático y de los intereses empresariales que se ocultan en una historia marcada por las vidas de sus gentes. Todo ello en un Vigo donde nada es lo que parece, y en el que es posible encontrarse con el propio inspector Caldas que, junto a Domingo Villar, siguen tomando vino y xoubas rebozadas en el Eligio para el regocijo de sus seguidores.
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Autor: Eduardo Fernán-López. Título: El balanceo del Alacrán. Editorial: Destino. Venta: Todos tus libros.


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