Como todavía hay quienes siguen manteniendo el discurso que equipara la represión en uno y otro bando de la Guerra Civil española y la conveniencia del silencio para cerrar heridas, es importante que libros como Exhumar en guerra (Saqqa, Solé y Dueñas; Catarata, 2025) y Las exhumaciones por Dios y por España (Saqqa; Cátedra, 2024) aporten la información y el rigor necesarios para esclarecer el panorama de manera reveladora. Afortunadamente, la historia y los datos van ganando terreno a la pura especulación, a la desinformación y al miedo, bajo cuyo escudo durante años en este país se obstaculizó o ninguneó el trabajo de aquellos que se esforzaron y esfuerzan por investigar con seriedad. En ese último grupo están los que “contaban muertos” desde los años ochenta —“ellos habían contado todos los muertos: siempre se habían planteado una investigación global de las pérdidas humanas que la guerra había supuesto, independientemente de ideologías, partidismos y usos políticos” (2025; p. 19)—, y que, pese a todo, llevaron a cabo una labor trascendental para la historia de este país.
[/ttt_dropcaps]Reconocer ambas represiones no significa no matizar las diferencias fundamentales, y esa es la clave de Exhumar en guerra, un trabajo de historia maduro y bien fundamentado: “En ambas zonas se cometieron crímenes, y los responsables de aquellos asesinatos lo hicieron con objetivos similares: asegurar la retaguardia y eliminar cualquier resistencia u oposición del considerado enemigo (…). La violencia represiva se constituyó como uno de los factores más importantes para consolidar el poder de aquellos que lo ejercieron por la fuerza de las armas, ya fueran los militares rebeldes (…) o bien en zona republicana, con el control del poder y del orden público por parte de los milicianos o comités revolucionarios que aprovecharon el descontrol del momento para hacerse dueños de la calle” (2025; p.22).
Estos matices van más allá de la diferencia en cuanto al número de víctimas (alrededor de ciento cincuenta mil represaliados por los sublevados, frente a los cerca de cincuenta mil por los republicanos) y se centran fundamentalmente —y eso explica también las cifras anteriores— en la actitud tan dispar de los dirigentes respectivos ante dicha violencia, que dio lugar a tomas de decisiones completamente opuestas. Como bien explican los tres autores (Saqqa, Solé y Dueñas), el gobierno republicano se esforzó por hacer valer su autoridad para mitigar la violencia, perseguirla, investigarla y judicializarla: “Esta obra da cuenta de que la justicia republicana no ignoró la violencia ejercida en su propia retaguardia, sino que asumió la responsabilidad de investigarla. Para ello, emprendió una serie de actuaciones judiciales inéditas que buscaron afirmar la vigencia de la legalidad y la legitimidad del Estado republicano, tanto ante la ciudadanía como frente a la opinión pública internacional” (2025; p. 20). Estas actuaciones se enmarcan en lo que se considera el primer ciclo de exhumaciones en este país (siendo el cuarto el que arranca en el año 2000 con la exhumación de Priaranza del Bierzo, del que nace la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica y un potente movimiento memorialista civil liderado por los hijos y nietos de represaliados), a las que podríamos denominar la cara B (y hasta ahora casi oculta) del mismo ciclo que desarrollaron las autoridades rebeldes y que la historiadora Miriam Saqqa Carazo investigó de manera pionera en su libro Las exhumaciones por Dios y por España (Cátedra, 2024).
Se entabla un interesante diálogo entre ambos trabajos, porque mientras, por un lado, el Gobierno republicano trabajó por recuperar el control —“la retaguardia republicana vivió un verdadero conflicto civil en el que se desarrollaron enfrentamientos políticos, sociales, religiosos y económicos” (2025; p.29)— y establecer los mecanismos para “perseguir de manera judicial a los responsables de aquellos crímenes” (2025; p.45), elaborando protocolos de exhumación y de investigación impecables, sin embargo, por otro lado, los sublevados se encargaron de levantar todo un cuerpo jurídico que no sólo no perseguía las actuaciones extrajudiciales, sino que protegía y blindaba una política de venganza sistemática y de represión. Vertebral resulta la figura teórica que Saqqa define como “cuerpos nación”: los mártires y caídos por la patria, que representaban su ideal de sociedad nacional —“convirtieron a los mártires y caídos en un organismo nacional que les servía como aglutinante ideológico” (2024; pg. 11)—, figura que orientaba las exhumaciones y que culminaba con la damnatio memoriae, al excluir deliberadamente de la legislación “a las víctimas políticas y civiles contrarias a la ideología del Régimen” (2024; p. 20).
Por el contrario, los pasos que el gobierno republicano dio —y que Saqqa, Solé y Dueñas documentan con detalle—, se centraron no sólo en la persecución judicial de los delitos sino en el establecimiento de protocolos forenses modernos para la identificación de los cuerpos, que aseguraran y protegieran la rigurosidad a la hora de realizar los trabajos de exhumación y de identificación de las víctimas, con dos objetivos claros: preservar las pruebas que pudieran ayudar a detener a los implicados y “dar respuesta a las familias de las víctimas de la violencia” (2025; p. 16). Desde una perspectiva propagandística, el gobierno republicano quiso mostrar “a la ciudadanía y al mundo que la República no había renunciado al Estado de derecho incluso en medio de la guerra” (2025; p. 161).
Resulta paradójico que para documentar estas diferencias y para poder desmontar muchos mitos los historiadores hayan tenido que recurrir a la Causa General, en donde quedaron recogidas las actuaciones judiciales republicanas para utilizarlas al finalizar la guerra como pruebas de lo que denominaron el “terror rojo”. Cabe destacar, como documentó el secretario judicial Antonio Ruiz Vilaplana en su libro Doy fe (Renacimiento, 2023), que en la España sublevada muchos jueces de instrucción incoaron sumarios por homicidio tras los primeros hallazgos de cadáveres “paseados” por los rebeldes con diligencias de levantamiento, fotografías y/o autopsias, interrogatorios a los testigos e identificación de los presuntos autores, procedimientos similares a los realizados en la zona republicana pero que, en su caso, se vieron frenados en seco a mediados de agosto por las órdenes de las distintas divisiones de dar traslado de los sumarios a la jurisdicción militar, por deberse a “incidencias de campaña”. De hecho, como demuestra Saqqa (en 2024), las actuaciones forenses de los rebeldes fueron en su mayoría negligentes y los procesos se entablaron con nula documentación judicial y forense, puesto que el objetivo, como ya hemos visto, no era hacer justicia, sino reprimir y respaldar la necesidad del golpe de estado para frenar la denominada “barbarie roja”.
Muy interesante y conmovedor es el relato del intenso trabajo del juez Bertrán de Quintana que articula gran parte del libro Exhumar en guerra. Sus actuaciones fueron modélicas por su solidez y por su compromiso ético. Sus órdenes para detener en el 37 a cinco militantes del PSUC, uno de ERC y uno de Estat Català, además de otros militantes de la CNT y el POUM, despertaron antipatías hacia él y dieron lugar a presiones para poner fin a su trabajo.
Como concluyen los tres autores, la investigación realizada “ilumina también una paradoja profunda: la República, incluso en su agonía, intentó ejercer justicia frente a su propia violencia, mientras que el régimen que la derrotó institucionalizó la violencia y la represión como herramientas para hacer justicia. Esa paradoja —necropolítica— constituye quizás el legado más inquietante y revelador de los procesos judiciales aquí estudiados” (2025; p. 165).
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Autora: Miriam Saqqa Carazo. Título: Las exhumaciones por Dios y por España. Editorial: Cátedra. Venta: Todos tus libros.
Autoras: Miriam Saqqa Carazo, Oriol Dueñas Iturbe y Queralt Solé Barjau. Título: Exhumar en Guerra. La investigación judicial y forense republicana de las muertes en la retaguardia (1936-1939). Editorial: Los libros de la Catarata. Venta: Todos tus libros.



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