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El arte de Birlibirloque, de José Bergamín

El arte de Birlibirloque, de José Bergamín

Por arte de birlibirloque, es decir, por encantamiento, como por obra de magia, así veía José Bergamín la tauromaquia auténtica, aquel arte verdadero que brota de forma misteriosa de aquellos seres privilegiados creados por los dioses para sorprender a los simples mortales con la belleza de sus creaciones.

“Don José, he leído su libro… to…to…to…totalmente de acuerdo”, le dijo el Pasmo de Triana, Belmonte, a Bergamín, tras dedicarle el poeta del 27 páginas y páginas de este inclasificable libro en el que el bueno de Juan no quedaba muy bien parado, hasta el punto de ser convertido por el escritor en el reverso de lo que el toreo tiene que ser.

"Para Azorín, El arte de Birlibirloque constituye la consagración de Bergamín como “maestro de gran parte de la juventud española"

Lo más probable es que Bergamín se animase a escribir este libro con la intención de dejar claro que Joselito, el Gallo, era “el eje del toreo,  indiscutible maestro del arte birlibirloquesco de la tauromaquia, del arte en movimiento que es el toreo, frente a Belmonte, quietista y tremendista, que representaba la decadencia de esta disciplina pero que, sin embargo, provocaba el delirio de los aficionados y era la figura incomparable de una España que se debatía entre belmontistas y gallistas, siendo los primeros claros triunfadores del debate en las tabernas y ateneos. No era un arte natural y verdadero el de Belmonte, como el de Joselito, sino forzado y mentiroso.

José Bergamín (1895-1983) fue uno de los más desconocidos protagonistas del renacimiento literario que fue la Generación del 27, así como un apasionado de la tauromaquia, de la que disfrutó toda su vida, y a la que prestó atención en diferentes escritos. El arte de Birlibirloque (1930), reeditado hace unos meses por la editorial Renacimiento, reúne tres ensayos: El arte de Birlibirloque, que da nombre al volumen, La estatua de don Tancredo y El mundo por montera, acompañados por unas notas preliminares del propio autor, que dotan de unidad a la obra, y un epílogo de Azorín, publicado en su día por  el autor noventaiochesco en ABC.

Para Azorín, El arte de Birlibirloque constituye la consagración de Bergamín  como “maestro de gran parte de la juventud española” y es un  “libro, tan sutil, elegante y hondo, que vendrá a aumentar su prestigio”. “Prosa de cristal de roca”. Y es que esta obra maestra es mucho más que un libro sobre estética taurina, que también, sino, además, un manifiesto sobre la esencia del arte  y su relación con España. No es de extrañar, de esta manera, que el artículo de Azorín, ya mencionado, se titulase de forma grandilocuente, España: José Bergamín.

"El arte de Birlibirloque es un conjunto de aforismos y de ensayos en defensa del arte en el toreo, y no del toreo."

La fabulosa edición se completa con un prólogo del maestro José Antonio Morante de la Puebla, al que la lectura de este libro le ha ayudado a ir “poniéndole palabras” a sus “sentimientos como torero”, con cuatro dibujos del autor, publicados en la primera edición, y doce curiosas “suertes de toros” (ca.1840) del pintor y grabador Luis Ferrant.

portada-el-arte-de-birlibirloqueEl arte de Birlibirloque es un conjunto de aforismos y de ensayos en defensa del arte en el toreo, y no del toreo, pues este, como tal, era indiscutible por la sociedad española del momento, siendo el único debate existente el puramente estético entre aficionados. Al éxito popular, se le unía el apoyo de los intelectuales, que durante estos años dieron amplias muestras de interés en sobresalientes obras como El torero Caracho, de Ramón Gómez de la Serna, Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, de Federico García Lorca o Juan Belmonte, matador de toros, de Manuel Chaves Nogales, a las que debe sumarse El arte de Birlibirloque  como parte de la mejor literatura nunca escrita sobre los toros.

El libro de José Bergamín encierra una mayor trascendencia. Transportad el lema de la tauromaquia a la materia literaria, y tendréis un Tratado de estética. Friedrich Nietzsche tiene una frase, dos palabras, en que se resume todo su concepto de la vida y del arte: “Energía ligera”. Y esto es lo que en el arte de torear y en la literatura propugna José Bergamín; la energía ligera, en oposición a la pesadez, a la pedantería, a la presuntuosidad, a la hinchazón y la redundancia.

Azorín

(ABC, 31 de enero de 1930)

Autor: José Bergamín. Título: El arte de Birlibirloque. Editorial: Renacimiento. Venta: Amazon y FNAC

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