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En busca del patriarcado – Capítulo uno “El paso de lo sublime a lo ridículo”

En busca del patriarcado – Capítulo uno “El paso de lo sublime a lo ridículo”

Confieso que el día que me vi ante la posibilidad del camino “feminista” me dio un poco de miedo. ¿Qué podía hacer yo , humilde mujer del pueblo, allí donde otras mujeres, más preparadas que yo, habían fracasado rotundamente? ¿Caer en el ridículo? ¿Integrar el núcleo de resentidas con la mujer y con el hombre, como ha ocurrido con innumerables líderes feministas? Ni era soltera entrada en años, ni era tan fea por otra parte como para ocupar un puesto así… que, por lo general en el mundo, desde las feministas inglesas hasta aquí, pertenece, casi con exclusivo derecho, a las mujeres de ese tipo… Mujeres cuya primera vocación debió ser indudablemente la de hombres. ¡Y así orientaron los movimientos que ellas condujeron!

Parecían estar dominadas por el despecho de no haber nacido hombres, más que por el orgullo de ser mujeres. Creían incluso que era una desgracia ser mujeres… Resentidas con las mujeres porque no querían dejar de serlo y resentidas con los hombres porque no las dejaban ser como ellos, las “feministas”, la inmensa mayoría de las feministas del mundo en cuanto me es conocido, constituían una rara especie de mujeres… ¡Que no me pareció nunca del todo mujer! Y yo no me sentía muy dispuesta a parecerme a ellas… El mundo necesita más hogares y, para eso, más mujeres dispuestas a cumplir bien su destino y su misión. Por eso el primer objetivo de un movimiento femenino que quiera hacer bien a la mujer… debe ser el hogar. Nacimos para constituir hogares. No para la calle. La solución nos la está indicando el sentido común.

"Y claro, acá no quiere dar usted crédito a lo que lee sobre todo si es peroncha porque qué puede saber una escritora de opereta como yo que no se doctoró en nada, que no es licenciada en alguna cosa salvo en tambores japoneses."

Y ya me estoy poniendo a la defensiva, ya me estoy parapetando detrás de lo primero que encuentre porque la veo venir ¡Ya la veo ahí viniendo, vieja maltrecha e insatisfecha, con toda su artillería a espetarme en la cara términos horripilosos tales como ¡PATRIARCUDA! ¡FEMINAZI! ¡FALOCÉNTRICA!, y la parrala en coche pero lamento decirle que esta vez la ha pifiado usted fiero porque lo arriba escrito no pertenece a mi indigno repertorio sino al de doña Eva Duarte de Perón (todos de pie), madre del género humano y de todos los afligidos. ¡Tan amada y tan odiada, madre de los piojos, abuela de la nada!

Y claro, acá no quiere dar usted crédito a lo que lee sobre todo si es peroncha* porque qué puede saber una escritora de opereta como yo que no se doctoró en nada, que no es licenciada en alguna cosa salvo en tambores japoneses, que opina y desopina que la política es la prima idiota del teatro ¡Qué va a saber una chirusa tan poco leída como Marina sobre la Santa, la Deidad! ¡Sobre el Símbolo Cristiano que logró el voto femenino e incorporó a tantas mujeres a la política!! ¡¡¡QUÉ PUEDE SABER DOÑA MEDIOCRE SOBRE LA VENERADA Y SAGRADA EVA DE AMÉRICA!!! ¡¡¡Pfff!!! Y yo la dejaría seguir, eh, dejaría que siga usted despotricando porque sé que le encanta cuando cree haber encontrado una “causa noble” hacerse la escandalosa, la patriota, la madre Teresa. Dejaría que siga dándole y dándole manija a su negación que tan segura de sí misma la hace sentir porque a mí me pasó lo mismo cuando indagando sobre feminismo completamente virgen di de bruces con el vídeo. No puede ser, me dije ¿Evita diciendo semejantes cosas? ¡Esto debe ser trucho! Pero no, lo dicho dicho está y en La razón de mi vida yacen las pruebas de semejantes parrafadas que Eva no escribió pero sí firmó (e imagino que de paso leyó).

La razón de mi vida es una autobiografía de Eva escrita por Manuel Penella de Silva y las buenas lenguas agregan que fue reescrita luego por varios ante el desagrado de Juan Domingo. La primera edición sale en 1951 y tras la muerte de Eva en 1952 el Congreso ordena que sea de lectura obligatoria en todas las escuelas*. Y es que claro, cuando uno cree haber encontrado el camino debe imponerlo aunque sea a fuerza de garrote, es lo que corresponde, ¿no?. Para Eva el camino “…la verdad, lo lógico, lo razonable es que el feminismo no se aparte de la naturaleza misma de la mujer. Y lo natural en la mujer es darse, entregarse por amor, que en esa entrega está su gloria, su salvación, su eternidad…”. Así se brindaba ella por entero a su pueblo y a su hombre, el general Perón. Enseñaba con su ejemplo, no paraba de trabajar para sus descamisados y se daba a los que menos poseían. Creó en 1948 la fundación Eva Perón para asistir a los más necesitados. Repartían libros, juguetes, alimentos, ropa, máquinas de coser, crearon escuelas, hospitales, hogares infantiles y de ancianos… Darse finalmente no fue su salvación porque el cáncer se la llevó muy joven pero sí fue su eternidad. Hoy a 65 años de su muerte la “líder espiritual de la Nación Argentina” sigue siendo un referente político, se llenan estadios y se ganan elecciones utilizando su nombre y el de su marido.

"Andaba con tipos de acá para allá, participaba en las reuniones de Perón, fundó el partido peronista femenino, actuaba y trabajaba en la radio, daba discursos tan o más agresivos que su señor esposo…"

Pero no vinimos acá a hablar de doña Eva y la política sino del feminismo y del patriarcado, o esa era la idea, pero es tan interesante esta mujer que no puedo parar de leerla y entonces descubro esto que de paso viene al caso: “Todos los días millares de mujeres abandonan el campo femenino y empiezan a vivir como hombres… Prefieren, como ellos, la calle a la casa. No se resignan a ser ni madres, ni esposas. Sustituyen al hombre en todas partes. ¿Eso es “feminismo»? Yo pienso que debe ser más bien masculinización de nuestro sexo. Y me pregunto si todo este cambio ha solucionado nuestro problema. Pero no. Todos los males argentinos siguen en pie y aun aparecen otros nuevos. Cada día es mayor el número de mujeres jóvenes convencidas de que el peor negocio para ellas es formar un hogar. Y sin embargo para eso nacimos. Allí está nuestro más grave problema…”. Y usted que es una pesada buscapelo al huevo dirá que Evita acá manda a las demás a hacer lo que ella no hace porque nunca se quedaba en casa, trabajaba todo el día, no tuvo hijos… Andaba con tipos de acá para allá, participaba en las reuniones de Perón, fundó el partido peronista femenino, actuaba y trabajaba en la radio, daba discursos tan o más agresivos que su señor esposo… “No sé en donde he leído alguna vez que en este mundo nuestro, el gran ausente es el amor”, decía la señora que odiaba a la oligarquía y terminó descansando en el cementerio más paquete de Buenos Aires, el de la Recoleta.

Pero en fin… no nos hagamos las santas que errar es humano y la contradicción divina. Divina por lo que vaticina un poco más adelante: “Si no le hallamos una solución a nuestro dilema, pronto sucederá en el mundo una cosa inconcebible: sólo aceptarán constituir un hogar verdadero (no medio hogar o medio matrimonio) las mujeres menos capaces… Descenderá entonces la jerarquía de madre de familia al nivel de lo ridículo. Se dirá — y ya se está diciendo — que sólo las tontas queman las naves casándose, creando un hogar, cargándose de hijos. ¡Y eso no puede suceder en el mundo! Son los valores morales los que han quebrado en esta actualidad desastrosa: y no serán los hombres quienes los restituyan a su antiguo prestigio… y no serán tampoco las mujeres masculinizadas. No. ¡Serán otra vez las madres! Esto no sé como probarlo, pero lo siento como una verdad absoluta”.

"¿Era Eva una visionaria? ¿Estamos queriendo ser hombres? ¿Son los gritos que están dando las mujeres propios de ellas? ¿O son los reclamos de sus madres, abuelas, bisabuelas por lo que pasó más atrás?"

Hay quien dice que estas ideas pertenecen en gran parte al General y Eva que tan fanatizada estaba las repetía a rajatabla. Sea como fuere a mí se me hace un nudo en la garganta al leer esto último porque tengo la sensación de que la acertaba bastante… pero tampoco sé cómo probarlo. Siento que la violencia del hombre responde a la agresividad, al rechazo de la mujer, como responde el perro a quien le tiene miedo. Y pensándolo bien conozco a un doctor argentino que avalaba una idea como esta y quizá podría explicarme cómo es que llegó a semejantes conclusiones… Pero pensándolo mejor voy a dejarlo para una próxima entrega porque todo esto puede sonar a desacato y con temas espinosos como este el desacatao puede terminar crucificado. Aunque es sabido que nuestra opinión sobre los hechos en general a los hechos los tiene sin cuidado.

¿Era Eva una visionaria? ¿Estamos queriendo ser hombres? ¿Son los gritos que están dando las mujeres propios de ellas? ¿O son los reclamos de sus madres, abuelas, bisabuelas por lo que pasó más atrás? ¿Vivimos todavía en un patriarcado? ¿O estamos transitando el paroxismo del feminismo? Me viene a la cabeza lo que dice Quintana, uno de los personajes de la obra de teatro que estoy terminando: “La mujer es el centro afectivo*, no sólo del hogar, de toda la sociedad. Cuando deja de serlo todo tiende a perder motivación, todo se desmoraliza y en este mundo artificial en el que vivimos la mujer rechaza ser el centro afectivo y quiere ser la fuerza física, por eso hay cada vez menos valores y mayor violencia…”. El texto de Quintana es un fragmento del libro “Una oportunidad para sanar” de mi padre Alejando Filoc que confiesa no haber leído “La razón de mi vida”, pero como si lo hubiera hecho…

Continuará…

* Peronista.

*Ley Nacional 14.126 – Decreto 2915/15952. PROMULGASE LA LEY SOBRE IMPLANTACIÓN EN LAS ESCUELAS DEL LIBRO “LA RAZÓN DE MI VIDA”.

*Afectiva no es sumisa, aclaro así oscurece.

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