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Cómo echar a perder el futuro eligiendo humanidades

Cómo echar a perder el futuro eligiendo humanidades

Contaba Ernest Rutherford, premio Nobel de Química, que un día recibió una llamada de un colega docente. Le hablaba éste de un alumno que iba a suspender por errar en un problema de Física; sin embargo, el muchacho reclamaba la revisión del examen, tarea para la que sería designado Rutherford. El enunciado del problema era: «Demuestre cómo es posible determinar la altura de un edificio con un barómetro». El joven respondió que bastaba con subir a la azotea, lanzar una cuerda atada a un barómetro y marcar el límite al tocar el suelo: esa era la longitud. Cuando Rutherford le preguntó por otras soluciones, aplicó otras igualmente disparatadas, e igualmente válidas. Conocía todas las fórmulas habidas, pero las aplicaba con un talante cotidiano que asustaba. Al reclamar un diez para el joven, Rutherford le preguntó por el método tan humano que usaba. El chico respondió: «No se puede ser científico sin ser humanista». El joven se llamaba Niels Bohr, y ganó el Nobel de Física años después.

"En el mundo de hoy se ven denostadas las humanidades en favor de las carreras más técnicas, como si se pudiese caminar por el mundo obviando a las primeras"

A medida que uno echa la vista más atrás, se topa más claramente con el hecho de que los seres brillantes que nos ha dado la humanidad estudiaban igualmente ciencias o letras, de manera indistinta basaban un razonamiento en el otro. Mariano José de Larra, por poner un ejemplo, estudió Matemáticas y Medicina antes de ser uno de los mejores escritores de nuestra lengua. Los neoclásicos alternaban las leyes con la física y la filosofía, tanto da, ahí tenemos a Jovellanos. No hablemos ya del hombre renacentista, o de los clásicos grecolatinos, todoterrenos del conocimiento. Sin embargo, en el mundo de hoy se ven denostadas las humanidades en favor de las carreras más técnicas, como si se pudiese caminar por el mundo obviando a las primeras. «¿Cómo vas a echar a perder tu futuro estudiando humanidades?», me dijo a mí una vez una profesora. Como yo, tantos otros fueron reprendidos por esta elección.

"¿Cómo se atreve a no elegir una carrera que le asegure un sueldo desde el que poder pagar la gasofa y el alquiler?"

Sin embargo, leo en el diario que el chaval que ha sacado la nota más alta de Selectividad este año ha elegido cursar Filología Clásica. Dan ganas de llorar de alegría: ¿cómo osa desafiar el chico brillante este sistema productivo donde Grecia y Roma son catálogos de Halcón Viajes, el Latín una forma de perreo y Séneca una beca de la universidad? ¿Cómo se atreve a no elegir una carrera que le asegure un sueldo desde el que poder pagar la gasofa y el alquiler? ¿Cómo se atreve a no ser parte del engranaje mercantilista que todo sistema educativo de hoy pretende potenciar? La realidad es que basta con leer cuatro palabras de la entrevista que le hacen al muchacho para entender que puede alcanzar el éxito en el momento que quiera, principalmente porque «éxito» es un concepto que él mismo va a ser capaz de moldear. Es entonces cuando pienso en Niels Bohr, y quiero pensar que este muchacho podrá llegar a cualquier sitio siendo, en primer lugar, en sus cimientos, un humanista. Salve.

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Ricarrob
Ricarrob
1 año hace

Sr. Mayoral, se ha superado usted a si mismo. Sencillamente fantástico el artículo. Humanidades. En esta época super-tecnificada, poshumanista, recuperarlas es prioritario, fundamental. Las humanidades son nuestra supervivencia como humanos, si no nos queremos convertir en robots chemialonsinos. Hasta se quiere que los ordenadores escriban la literatura, prescindiendo de las personas. ¡¡¡Qué horror!!! Y los ejemplos que ha puesto usted, muy buenos. Y lo son por que demuestran que el genio individual, la gente superdotada, en solitario y sin internet, es capaz de desarrollar ideas resolutivas que ninguna máquina haría. En un momento en el que, desde el poder, se intenta eliminar las humanidades, lo que habría que hacer es incluir humanidades en los estudios técnicos y en las ingenierías. La economía es un ejemplo. Pseudo-ciencia que lo único que provoca es problemas para la humanidad. Pseudo-ciencia incapaz de preveer nada ni de explicar siquiera lo que ya ha pasado. Millones de jóvenes se ponen a estudiar ese engendro, solamente por las espectativas de empleo. Pseudo-ciencia que deja de lado el factor humano, el sufrimiento, el hambre y las desigualdades. Más humanismo y menos economía; más humanistas y menos economistas.

Mariano
Mariano
1 año hace

Es curioso que se siga hablando de «ciencias» y «letras», pero en esa competición sobre qué rama es la más importante hay un convidado de piedra, las ARTES, que permanece en el rincón mientras ciencias y letras se miden las p*****.
Si quieren saber lo que es sufrir un auténtico bullying social y un menosprecio generalizado hacia las inquietudes propias, pregúntenle a un alumno de bellas artes, o a un chaval que estudia bachillerato, no de ciencias ni de letras, sino (oh, que eso existe!) De ARTES.
Porque yo jamás he percibido que no se respete a nivel «académico» a las humanidades, ni a las letras, ni al latín. Todo lo contrario. Pero si lo he percibido hacia mi trabajo como profesor de artes y hacia las inquietudes de mis alumnos, año tras año.

Ricarrob
Ricarrob
1 año hace
Responder a  Mariano

Ni mucho menos, menosprecio. En mi caso, cuando me he referido a humanidades, no a letras, incluyo, por supuesto, las artes. No me refieto solo a la literatura, la historia, la filosofía… todo el arte es excelso y la lista es enorme: música, pintura, caligrafía (la incluyo porque para los orientales es un arte), paleografía, cine, teatro, artes escénicas en general, etc. Yo creo que el menosprecio y el descrédito de las humanidades es en ese y para ese sector parásitario de la población que son los políticos.

Mari
Mari
1 año hace
Responder a  Mariano

Creo que los dos tienen razón ! Y yo creo que a quién le gusta la belleza, la creatividad y es capaz de asombrarse, puede descubrir la importancia de esas tres «ramas» letras, ciencias y artes ( incluida la música)

Egilda Morillo
Egilda Morillo
1 año hace
Responder a  Mariano

Pues l as tardanza es que se ponga a escribir al respecto!

Lole
Lole
1 año hace

Sí pensáramos en la riqueza social de las humanidades…
Gracias por el artículo.

Pep
Pep
1 año hace

Realmente los grandes científicos son todos humanistas. Los de letras son solo de letras

Manel
Manel
1 año hace

Caramba esto parece el bachiller Universal. En las carreras en todas partes hay que dar artes y humanidades, por que claro. Yo estoy totalmente de acuerdo, que de verdad se enseñe a pensar es maravilloso, nunca deberían quitar las matemáticas. Y el Universo, hay que conocerlo y entenderlo, se da poca física en humanidades ingenierías y biológicas, y el ADN, que son las verdaderas letras donde se escribe la vida, por que un abogado defiende a un acusado sin entender como funciona la vida en realidad.
Por supuesto que si durante 2000 años nadie ha estudiado a los clásicos, la gente está en su maravilloso derecho de empezar ahora con ellos. La historia, y las raíces no deben ser un impedimento para dejar de mirar al pasado.

DaniPB
DaniPB
1 año hace

Pese a estar de acuerdo contigo en lo básico (la importancia de las humanidades y las artes en el conocimiento humano) debo decir que ya conocía la historia que relatas, pero en ningún punto se dice nada de humanismo, si no de aprender a pensar.

Tras una búsqueda rápida por internet he podido encontrar la anécdota tal y como recordaba haberla leído hace años.

https://matematicasentumundo.es/PARA_PENSAR/para_pensar_barometro.htm

Aún así, parece ser que la historia es falsa y fue inventada por el Profesor Calanda

https://francis.naukas.com/2009/01/14/la-verdad-sobre-la-anecdota-de-rutherford-bohr-y-el-barometro-o-un-tributo-a/

Última edición 1 año hace por DaniPB
Jacinto
Jacinto
1 año hace

Estudiar Filología no te convierte en un humanista.

Raúl
Raúl
1 año hace

El problema no es que se menosprecien los studia humanitatis en nombre de las ciencias como la matemática o la física. El problema es que ahora mismo en occidente, tanto las ciencias puras como las letras están igualmente denostadas. Se acabó el ideal que los ilustrados sacaron de la paideia griega (aristeuein kai ton léguein kai ton práttein: «ser el mejor en los dichos y en los hechos», valiendo «léguein» como «conocimiento teórico» en general y «práttein» como «conocimiento práctico, es decir, moral»). Ahora la única razón que prima es la de la ciencia aplicada; lo que los antiguos conocían como «techné». El mundo es de los ingenieros (artesanos con ínfulas) y de los licenciados en derecho o económicas (embaucadores profesionales, puros sofistas todólogos con un conocimiento vano en la fachada que lo incluye todo, pura manipulación del lenguaje). Y eso es un desastre. Ni artes (en el sentido estético) ni ciencias (sean humanas o no). Todo pura tecnología sin alma. Los grandes científicos de todas las épocas han sido ante todo filósofos: sus respuestas eran a las mismas preguntas que ya se hacían los presocráticos. Ahora esas preguntas no importan a nadie.