Inicio > Libros > No ficción > Con precisión y paciencia de hilandera

Con precisión y paciencia de hilandera

Con precisión y paciencia de hilandera

La autora Berta Vias Mahou, novelista y ensayista premiada y traductora de alemán y francés de obras indispensables de la literatura, ha escrito este artículo para Zenda propósito de la traducción de Tierra de los hombres, de Antoine de Saint-Exupéry.

Este célebre libro de Antoine de Saint-Exupéry, que se puede considerar como un manifiesto del autor, una declaración de intenciones humanistas, y a la vez como una breve, aunque gran historia de la aviación en sus comienzos, pedía a gritos una nueva traducción al castellano. O eso al menos pensaba la recién nacida editorial Ladera Norte. Una traducción que hiciera justicia no sólo a cada una de las palabras que Saint-Exupéry enhebró con precisión y paciencia de hilandera, además de con un indudable esmero poético, sino también a la musicalidad que todas ellas juntas, como una constelación de estrellas sobre un desierto batido por el sol durante el día y por el viento helador en mitad de la noche, desprendían en el texto original.

"Hace ya unos cuantos años, durante la lectura de Tierra de los hombres en francés, un episodio me impresionó por encima de todos. El del piloto Henri Guillaumet"

Hace ya unos cuantos años, durante la lectura de Tierra de los hombres en francés, un episodio me impresionó por encima de todos. El del piloto Henri Guillaumet —tan admirado por el autor— cuando, perdido solo en los Andes tras un accidente en pleno vuelo, caminó y caminó, descendiendo y resbalando, cayendo y levantándose, durante varios días y varias noches para intentar escapar a una muerte segura en medio de la nieve y el hielo. “Lo que yo he hecho, te lo juro”, confesó a su amigo Saint-Exupéry cuando logró regresar a la civilización al borde de sus fuerzas. “Lo que yo he hecho, lo juro, jamás bestia alguna lo habría hecho”. En esa frase, de una pregnancia casi dolorosa, se concentra buena parte del espíritu del libro, en cuyas páginas se habla, entre otras cosas, del esfuerzo de un puñado de hombres unidos por una camaradería tan obstinada que gracias a ella fueron capaces de desafiar los peligros y las miserias de la vida. Una camaradería que sigue siendo y siempre será necesaria y, por tanto, actual. Tenemos mucho que aprender de Tierra de los hombres. Y recordar cada día que todas esas virtudes que el autor muestra a través de aventuras reales y cuyos protagonistas, hombres conocidos y desconocidos de entonces, despliegan sin aspavientos —el coraje, la grandeza de ánimo, la paciencia, la perseverancia, la generosidad y, quizá más que ninguna otra, la responsabilidad frente a los demás— están a nuestro alcance. No es necesario subirse a un avión ni caer en un desierto y encontrarse rodeado de bandas armadas para ponerlas en práctica.

Cuando termina su labor, tras intentar durante meses y meses que no se pierda ni uno solo de los vocablos elegidos por el autor para expresar de modo singular lo que otros muchos cuentan de forma trivial, el traductor se siente como el piloto que, tras haberse perdido en los Andes, se reúne por fin con otros seres humanos. Y una voz en su interior, después de pasar tanto tiempo cual Jerónimo de Estridón, santo patrono de los traductores, encerrado en una covacha sin más compañía que unos cuantos libros, un enjambre de dudas y una calavera, le dice que lo que ha hecho jamás bestia alguna lo habría hecho.

——————————

Autor: Antoine de Saint-Exupéry. Título: Tierra de los hombres. Traducción: Berta Vias Mahou. Editorial: Ladera Norte. Venta: Todostuslibros.

4/5 (1 Puntuación. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

0 Comentarios
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios